Por lo que respecta al ámbito lírico, la nómina de figuras se acrecienta: a los nombres de nuestros más célebres barítonos del momento (Pedro Terol, Luis Sagi-Vela, Marcos Redondo)  del tenor catalán Hipólito Lázaro o del bajo Aníbal Vela, se unen, y de ambas cosas deja constancia la prensa del momento, las destacadas sopranos  Mercedes Capsir, María Espinalt, Selica Pérez Carpio, protagonista en Monte Carmelo, o Pepita Rollán, quienes cubrieron con sus interpretaciones gran parte de la programación de ópera y zarzuela desde 1939 en compañías como la del Teatro Calderón (que añadía, entre otros, los nombres de Cándida Suárez, Laura Nieto, Eulalia Zazo, el tenor Esteban Guijarro y el actor Antonio Casal). En el tono menor que impone el resto de géneros musicales, es imposible, considerando Madrid y Barcelona, prescindir, por ejemplo, de los nombres de Nelly de la Plata o Conchita Páez (Las tocas, Mujeres de fuego, Se ha perdido una vedette), Conchita Leonardo (¡Hip, Hip, Hurra!, ¡Allo Hollywood!, Las tentaciones, Los brillantes), Maruja Tomás (¡Que se diga por la radio!, junto a Laura Pinillos, Bésame, que te conviene), Pepita Benavent (¡Ay, qué niña!, Los faroles, ¡Que me la traigan!)…; con incursiones en el mundo de las variedades o plenamente dentro de él, tampoco pueden omitirse los nombres de cantantes, como la ya citada Laura Pinillos, la gran Raquel Meller, ya de regreso a España igual que Pastora Imperio, o las hermanas Jara especializadas en bailes andaluces; asimismo,  la estrella sudamericana del baile y la canción, Gaby Ubilla, célebre por sus tangos, la famosa bailarina Carmen Diadema o la muy celebrada Amalia de Isaura, compañera en los escenarios y con enorme éxito de Miguel de Molina. En el aspecto bufo, se repiten constantemente en los locales de variedades los nombres de Ramper, Roberto Font, en veladas amenizadas frecuentemente por orquestas como la famosa KDT.

De todo ello daba cuenta la prensa del momento, a través de una cantidad abrumadora de gacetillas anónimas, improvisadas y banales, pero muchas veces certeras, que ocupan secciones fijas del periódico (“Cinco noticias de bulto” en Informaciones, “Notas teatrales”, en ABC…),  y que revelan, por su interés en el detalle y la curiosidad, la fuerza social y el interés popular por el teatro.

Junto a ello, los periódicos, por lo general, dedican un espacio importante a la crítica de los espectáculos representados; los nombres de los hermanos de la Cueva, José y Jorge, abanderan respectivamente la crítica de los diarios Informaciones y Ya; Luis Araujo Costa, José María Arozamena y Miguel Ródenas se ocupan de la de ABC; Cristóbal de Castro hace lo propio en Madrid, y Antonio de Obregón en Arriba; Morales de Acevedo y Sánchez Camargo se ocupan de la misma tarea en El Alcázar, mientras en La hoja del lunes, de Madrid, lo hacen Enrique Rodríguez Mijares y Acorde (pseudónimo de Alberto Ruiz Albéniz); en La vanguardia, los nombres de los críticos se velan prácticamente siempre bajo abreviatura. Nombres nuevos casi todos ellos con respecto a quienes ejercían la actividad al comienzo de la Guerra (tal, Jorge de la Cueva, Luis Araujo, o Felipe Lluch) y de procedencia diversa, aunque todos ellos fuertemente comprometidos en su fidelidad al nuevo Régimen: desde escritores formados en los periódicos de tradición conservadora, a polígrafos (Camargo), escritores (Morales) y adaptadores  teatrales (Cristóbal de Castro)…; desde aquellos que militaron en las filas del pensamiento tradicional y conservador (los hermanos de la Cueva son buen ejemplo: ambos son los creadores de la letra del “Himno de Infantería”) a aventajados falangistas (Obregón dirigía el servicio de propaganda de Falange en 1937, aunque procedía de El Sol) o cronistas de guerra (Ruiz Albéniz, cronista del Cuartel General de Franco, de quien era amigo personal).