Documentos para la historia del teatro español
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1939-1949
1939-1949

Cartelera
1940

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El Teatro y su Doble

 

 

Índice, recopilación y estudio:

Óscar Barrero
Universidad Autónoma de Madrid

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ESCENA Y POLÍTICA

…PERO MENOS POLÍTICA SOBRE LA ESCENA

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Nada de esto, sin embargo, interesa quizá tanto como el hecho de que, ya declinando octubre, se tomara la decisión de conceder la explotación del Teatro Español al Sindicato Nacional de Espectáculos. En lo que faltaba de año se podría ver ahí el mejor teatro, que lo sería por el hecho de gozar de protección oficial, con medios adecuados y a cargo de los más relevantes especialistas. La decisión fue unánimemente saludada por la prensa como un acierto que hacía esperar lo más saludable para la escena española. Así valoraba Arriba la información: “La noticia abre la esperanza a quienes ven perdida cada día la renovación de nuestra escena, entregada a los simples intereses comerciales de los empresarios, exclusivamente atentos al lucro personal”. Unos días después, el mismo periódico volvía a la carga, en forma de comentario editorial: “Hoy, que el teatro de España [...] languidece y se avergüenza en las representaciones centenarias de comedias inconcebiblemente escritas y atrozmente representadas, es la hora de cumplir totalmente el propósito de dignificar la escena española. Leímos una vez que solo el teatro sigue en España como antes de la guerra [...], y es verdad lastimosa y deprimente”. ¿Culpables? Todo el mundo del teatro: “No solo a los autores cabe hacer responsables de esta vergonzosa decadencia. También a los actores; también a los directores, a los escenógrafos, a las Empresas”. Arriba, con comentarios con firma o sin ella, se mantuvo más vigilante que ningún otro medio escrito de este tiempo ante el rumbo del teatro español.

Chispero, en Informaciones, se preguntaba, tomando el pie de la representación única de Cock-tail-Bar, de Romero Marchent, por esas responsabilidades. ¿Los autores? “No se les puede pedir que salgan a heroísmo por obra porque no pasarían de la segunda o tercera”. ¿Las empresas? “Piensan: “Mientras yo moralizo el teatro, otros empresarios se hinchan”. ¿La crítica? “Cuando se permite censurar lo que el público aplaude se ve motejada de pedante, de snobista, de amargura o de envidia… Y el teatro sigue su rumbo inflexible hacia la vileza, hacia la plebeyez, hacia la grosería”. Total: “Una sola representación, y con el teatro solo mediado de público. En ese mismo escenario, hoy se volverá a representar una farsa grotesca, retorcida, sazonada hasta la saturación de sal gorda. Y el teatro estará lleno, no una, sino cien noches”.

Y es que el mejor teatro, inevitablemente, debía esperarse de las instancias oficiales. A los teatros universitarios falangistas les estuvo reservada en 1940 una importante labor de divulgación de algunas obras del repertorio clásico, por lo general ausentes del panorama comercial, como  Peribáñez y el comendador de Ocaña, de Lope de Vega. El teatro de la O.J.E. era, para A. de Obregón en Arriba, una “brillante realidad que no se parece nada al viejo teatro de aficionados”. La Delegación Nacional emitió circulares que servían de orientación y que, afirmaba él, habían acabado con “los antiguos cuadros artísticos de colegio, focos de ñoñez y de cursilería familiar”.


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