MODELOS Y ESPACIOS
GÉNEROS DEGENERADOS
Si deleznable era la mayor parte de las revistas, otro tanto sucedía con las obras del género flamenco, por entonces en boga, casi tan repudiado por los críticos como aquellas. “Es ya mucha gitanería, mucho flamenquismo”, se quejaba Ferrari Belloch en Informaciones, después de haber visto Bronce y sol, del especialista en el género, Antonio Quintero. Curiosa era la justificación de José Simón Valdivieso y Luis de Castro, los dos autores de una más, Bronce, en su autocrítica para La Vanguardia: los protagonistas eran gitanos porque los creadores querían que los personajes hablaran en verso y si no lo hubieran sido resultaría difícilmente justificable que se expresaran de esa manera.
Solo el título de la obra estrenada por los actores ocasionalmente dedicados a la autoría teatral José Marco Davó y José Alfayate, sería por sí sola sospechosa: Coplas y amores. Y, en efecto, M. Ródenas, en ABC¸ corrobora las suspicacias porque la obra, de acuerdo con el crítico, contribuía a “esta epidemia de cante flamenco falsificado que, como la gripe, ha invadido a Madrid”, con “desafueros francamente intolerables que deben ser atajados sin contemplaciones”, tales como el paseo de un Cristo por la sala entre nazarenos. El crítico de Madrid se indignaba con el público reseñando la misma pieza: “una gitanería más, que el público de la barriada acoge, como siempre, con entusiasmo enardecido, sin reparar en dislate más o menos ni en que la obra hace el número mil de este género, tan poco artístico”. Y este es apenas un ejemplo entre otros muchos de este tipo de teatro no muy decoroso. La España de charanga y pandereta se vendió, pese al enojo de la crítica, muy bien en el teatro de la inmediata posguerra.
Así se despachaba, ante la incómoda evidencia, A. de Obregón en Arriba, comentando Gracia y Justicia, de Antonio Quintero, segunda parte de Morena Clara: “El público tiene el teatro que merece”. Y… “Todos tan contentos, excepto Talía”. De ahí se sacaba una conclusión general: “De todo esto, tan gracioso para tantos, queda algo que nos perjudica y contribuye a que el mundo continúe entendiéndonos de modo pintoresco”.
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