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1939-1949
1939-1949

Cartelera
1940

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El Teatro y su Doble

 

 

Índice, recopilación y estudio:

Julio E. Checa Puerta
Universidad Carlos III de Madrid

 

 

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EL TIEMPO Y SU MEMORIA

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Para dar a conocer los avances de la programación, no faltaban iniciativas por parte de los empresarios, como era el caso de Juan Mestres, empresario del Gran Teatro del Liceo de Barcelona, quien presentaba ante los críticos de la época su temporada de ópera. La temporada se iniciaba el 8 de diciembre y programaba 43 funciones, repartidas en 30 de noche y 13 en tardes de días festivos. Se incluían obras muy previsibles del repertorio, como Manon, de Massenet; La Boheme, Tosca y Madama Buterfly, de Puccini; Don Pasquale y La Favorita, de Donizetti, o La Traviata y Rigoletto, de G. Verdi, entre otras. En esta temporada, además, se conmemoraba el 150 aniversario de la muerte de Mozart, por lo que se ofrecieron también Las bodas de Fígaro y Cosí fan tutte. Esta oferta, marcadamente italiana, se completaba con la tetralogía de R. Wagner más El caballero de la Rosa, de R. Strauss.

De la misma manera que sucedía con los avances de temporada, también se publicaron balances o síntesis de las mismas. El principal interés de estas noticias tenía que ver básicamente con la publicación de nombres de quienes habían estrenado alguna obra y, en algún caso, con el añadido de algún comentario de carácter más particular sobre alguno de ellos. Viendo el resumen de temporada publicado por Marqueríe en Informaciones, pueden sacarse rápidamente tres conclusiones: la presencia fundamental de obras de autoría española -en contra de la opinión y alarma expresadas por Chispero; la escasísima presencia de autoras, y el fracaso de un escritor como Francisco de Cossío por hacerse un sitio importante entre los autores más reconocidos del panorama teatral del momento.

Como veremos, la figura de Jacinto Benavente se convirtió definitivamente en la más respetada, teatralmente hablando, después de la Guerra. Además de los estrenos que ofreció en estos años, se hizo frecuentemente su repertorio anterior, garantía casi de éxito de público y, a veces, de crítica: “reponer una obra de don Jacinto Benavente es, todavía, llevar a las tablas lo mejor y, también, lo más nuevo de nuestro teatro contemporáneo, pues, desgraciadamente, no ha aparecido aún el señor que en la comedia o en el drama, y tanto en un género como en otro, en el diálogo y en la acción, se haya aproximado a la elegancia benaventiana. La validez o no de este comentario pudo ser valorada numerosas veces a lo largo de la temporada. Además de la pieza que provocaba tales afirmaciones, La otra honra, fueron bastantes las obras que pudieran traerse aquí. Tal sería el caso de El nido ajeno, que se repuso en el teatro de la Comedia de Madrid, en la que se veía “un interés histórico, casi arqueológico”, o La escuela de las princesas, que se repuso en el teatro de la Comedia de Barcelona por la compañía de Irene López Heredia y Mariano Asquerino; Vidas cruzadas, que repuso en el teatro Reina Victoria la compañía de Ana María Noé y Enrique Guitart; o de La otra honra, llevada a escena en el teatro Calderón por la compañía de María Fernanda Ladrón de Guevara, y que hizo inevitables las comparaciones con la actriz que la estrenara tiempo atrás, Lola Membrives, o La losa de los sueños, de la que se cumplían treinta años y que se programó en el teatro Español “con arreglo a la indumentaria auténtica de 1911”. Esta reposición, a juicio de Antonio de Obregón, fue un “acontecimiento literario” como probaba el hecho de que “pocos días se ha visto en el Español un público tan numeroso y complacido, una mayor atención, un tan general y sincero aplauso”, a pesar de lo cual el crítico ofrecía notables reticencias a la obra “deprimente y que es oída con complacencia que, si referida a la gloria literaria de su autor, resulta explicable, está demasiado unida a defectos y angosturas que rechazamos de plano”. También se ofreció durante esta misma temporada otro de los textos del repertorio benaventino Lo cursi, y que, al igual que sucediera con las demás comedias representadas, tampoco despertó demasiado entusiasmo en la crítica, que veía en esta obra una “comedia de un tiempo pasado que hubiera requerido una indumentaria también del pasado conforme a la propiedad con que ahora se presentan las obras en Madrid, ya que existen reacciones y gestos de los personajes que no se comprenden bien con las actuales maneras”, a pesar de lo cual sí puede considerarse que obtuvo un notable éxito de público. Pese a todo, uno de los dramaturgos que más convenía para mantener algunos lazos con el teatro pasado era, sin duda, Jacinto Benavente. Así, el empresario José Luis Mañes programó un ciclo de teatro español en el teatro que programaba, el Calderón de Madrid, donde pudieron volver a verse algunos textos hacía tiempo representados, como la comedia Por las nubes, de Jacinto Benavente. De igual manera, se repusieron obras de otros dramaturgos de éxito del período anterior, como las comedias El tío Miserias y La diosa del aire, de Carlos Arniches, o la farsa Tararí, de Valentín Andrés, uno de los triunfos de público del período anterior, y que pudo verse de nuevo en el teatro de la Zarzuela.


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