Documentos para la historia del teatro español
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1939-1949
1939-1949

Cartelera
1940

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Memorabilia
El Teatro y su Doble

 

 

Índice, recopilación y estudio:

Julio E. Checa Puerta
Universidad Carlos III de Madrid

 

 

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MEMORABILIA

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Tampoco faltarían actos solemnes que encontraron en el teatro un medio fundamental de propaganda, y en alguna de sus figuras el reclamo perfecto para aumentar su relieve. Diferentes asociaciones organizaban actos benéficos de carácter conmemorativo, pero con un claro propósito recaudatorio justificado por el interés de contribuir a diferentes causas. Así, la Asociación de la Prensa organizaría este año, entre otros actos, su fiesta anual con el propósito de recaudar fondos destinados a la División Azul. Para ello, contaría con la participación entusiasta de Jacinto Benavente, de quien se estrenaría en el teatro de la Zarzuela la comedia Y amargaba, de la que ya nos hemos ocupado en otra parte. También la Asociación de la Prensa organizaría otra función a “beneficio de Santander”, esta vez en el teatro Calderón, con el fin de recaudar fondos destinados a los damnificados por la catástrofe. Entre los participantes más destacados figuraban Valeriano León, Rafael López Somoza, Pompoff, Thedy y Zampabollos, Irene López Heredia, Alfredo Marqueríe, Adolfo Torrado y Celia Gámez, entre otros. Tanta acumulación de famosos provocó que hubiera a las puertas del teatro más de 3000 curiosos, que no pasarían al interior del Calderón, pues la función fue vista “por un selecto público, compuesto en su mayor parte de señoras elegantemente ataviadas”. En esta misma línea puede situarse la entrega de los premios del Teatro, la Cinematografía y la Música de 1940, instituidos por el Sindicato Nacional del Espectáculo y que, como hemos consignado en otro lugar, recaerían en Manuel de Góngora, Loreto Prado y Pedro Codina, para Teatro. Como mandaba la liturgia de la época, el acto se convirtió en un acto más de exaltación de la Dictadura, con el “Cara al sol” incluido”, que fue seguido de la reposición de la comedia de los hermanos Álvarez Quintero, El Patio, esta vez interpretada por la propia Compañía del Sindicato Nacional del Espectáculo.

Después de la Guerra, el patriarca de la escena española sería indiscutiblemente Jacinto Benavente. Todavía estrenaría numerosas comedias en la década inmediatamente posterior y sus apariciones resultarían muy celebradas. Así, en abril del 41 intervendría en el papel de Crispín de su comedia Los intereses creados, puesta en escena por la compañía de Irene López Heredia en el recientemente inaugurado Teatro de la Comedia de Barcelona. Como ya hemos recogido en otro lugar, la Asociación de la Prensa organizó un acto en beneficio de la División Azul, para el que contaría con la activa participación de Jacinto Benavente. Se ofreció en el teatro de la Zarzuela el ensayo general de su comedia Y amargaba, presentada por el propio autor, que recibiría una de las críticas más elogiosas de Alfredo Marqueríe en muchos años: “Podemos lanzar al vuelo las campanas. Y que repiquen gozosamente en esta fiesta mayor del teatro que ha significado el estreno de Y amargaba, de Benavente. El público, que agotó las localidades, interrumpió con sus aplausos frases y situaciones, subrayó los mutis, obligó a salir a don Jacinto varias veces en medio de la obra, hizo que el telón se alzara incansablemente al final de los actos y al terminar la representación esperó hasta que el ilustre autor hablara [...] Con decir que la interpretación fue perfecta está tratado este extremo del estreno de anoche [...] Ayer fue un día de fiesta mayor en nuestro teatro, un día de gozoso repique de campanas. ¡Qué satisfacción se experimenta cuando uno no tiene que decir cosas molestas y desagradables de un estreno”.

Además de la figura de Jacinto Benavente, la de Jardiel Poncela también ocupa un lugar muy relevante en el panorama teatral español del período. Entre las comedias que obtuvieron un mayor reconocimiento, podríamos destacar Los ladrones somos gente honrada, de Enrique Jardiel Poncela, estrenada en el teatro de la Comedia por la compañía titular del teatro, que contaba con figuras como Elvira Noriega, Carlos Lemos y José Orjas, entre otros. También destacarían, una vez más, los decorados de S. Burmann. Después de la mala crítica dispensada a su anterior comedia, El amor solo dura 2000 metros, el éxito de esta nueva obra convirtió su estreno en uno de los acontecimientos teatrales del año. Uno de los críticos más duros con esta comedia, Alfredo Marqueríe, escribiría de la nueva obra presentada: “Jardiel se ha sacado la espina. En el mismo escenario de su estreno anterior ha conseguido un franco y rotundo éxito con esta comedia de intriga y enredo, salpicada de abundantes situaciones y frases de humor”. Conviene subrayar que se trató de un espectáculo que superó con creces las doscientas representaciones durante ese año en Madrid, lo que da idea de su éxito. No toda la crítica se mostró favorable a la obra. Antonio de Obregón, desde las páginas de Arriba le puso algunos peros: “sobran diálogos largos, expresiones burdas, impropias de las ambiciones verdaderas del autor, y otros excesos que tampoco tienen tanta aceptación para ser, como son, concesiones”. Los ladrones somos gente honrada también obtuvo excelentes críticas en su estreno en el teatro de la Comedia de Barcelona, en 1941. La crítica destacó que se trataba de una “humorada de calidad indudable, superior, sin duda alguna, a las anteriores producciones del propio autor”, cuyo desarrollo “de la humorada policíaca era al teatro lo que las películas de dibujos al cine, es decir, una ficción en la ficción misma pero de verdadero arte y difícil ejecución: un aspecto más moderno del cinema, una nueva técnica que puede ofrecer, según sea el artista que la emplee, horizontes cuya lejanía no podemos actualmente imaginar”. A medio camino entre una y otra, la comedia Madre (el drama padre), suscitaría división de opiniones, como hemos visto en otro lugar. En líneas generales, el público otorgó su aprobación no solo al autor, sino también a un notable grupo de intérpretes en el que sobresalía el trabajo de Guadalupe Muñoz Sampedro. Así planteaba su crítica de esta comedia Torrente Ballester: “También el absurdo requiere medida, pero el Sr. Jardiel Poncela arremete con él sin pausa, y se pasa de la raya [...] Por fin, la comedia carece de un minimum humano que disponga el ánimo hacia la cordialidad”. No obstante, un crítico moralmente exigente no le perdonaba al autor que “sobrándole imaginación y gracia, bien pudo elegir enredos de mayor honestidad y no dar motivo a que le recordemos su contumacia en el escepticismo irreverente con lo sagrado y lo profano”. Tampoco resultaría del agrado de Jorge de la Cueva, que coincidiría en muchos planteamientos con el crítico anterior: “Lo más disparatado de la obra, pero este no bufo, sino triste, es el panorama moral con que nos enfrenta el autor: dos damas de conducta tan alegre, que sus alegrías proporcionan los quebraderos de cabeza [...] con una audacia que significa, en primer lugar, falta absoluta de conciencia y de escrúpulos, y luego indiferencia hacia todo precepto de moral, desprecio completo de toda ley divina y humana”.


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