Documentos para la historia del teatro español
Documentos para la historia del teatro español. CDT
INICIO / Claves / Protagonistas
1939-1949
1939-1949

Cartelera
1940

El tiempo y su memoria
Escena y política
Modelos y espacios
Protagonistas
Memorabilia
El Teatro y su Doble

 

 

Índice, recopilación y estudio:

Julio E. Checa Puerta
Universidad Carlos III de Madrid

 

 

fondo página

PROTAGONISTAS

Primera  · 1 2 3 4 5 6 

En cuanto a críticos se refiere, no puede entenderse el sistema teatral de la época sin la presencia de la crítica y sus aportaciones, principalmente, a través de la prensa periódica. Si el período anterior había contado con figuras de extraordinaria relevancia en esta labor, el posterior a la guerra también mostraría algunos críticos de cierto interés, aunque las condiciones en que desarrollaron su trabajo y los propios perfiles ideológicos e intelectuales de muchos de ellos suponen una circunstancia que conviene considerar. Además de valorar con mayor o menor acierto las virtudes o defectos artísticos de cuantas obras llegaban a las carteleras, también se pedía de ellos una labor adoctrinadora que fuera capaz de conciliar los criterios ideológicos sostenidos por el Movimiento con las exigencias propias del teatro de su tiempo en todos sus aspectos. En general, podría decirse que supieron adaptar su discurso a esas circunstancias, normalmente por firmes convicciones ideológicas y de militancia, lo que no invalida el buen criterio y la sólida reflexión que mostraron algunos de ellos en sus colaboraciones. Entre los nombres más representativos que podemos citar, estarían los de Alfredo Marqueríe, Antonio de Obregón, Jorge de la Cueva o Gonzalo Torrente Ballester, entre otros. Una de las primeras iniciativas de conjunto fue el fortalecimiento, en sintonía con otros ámbitos de la vida política y cultural españolas, de las estructuras de carácter asociativo, vertical, claro. Conscientes del reconocimiento e importancia de su labor, los críticos de Madrid decidieron revitalizar la Asociación de la Crítica, para lo cual se propusieron, entre otras cosas, restaurar el antiguo Reglamento y publicar un boletín trimestral. Al margen de algunas arbitrariedades, lo cierto es que algunos críticos aportaron interesantes reflexiones acerca de las obras que se estrenaron en esos años, las orientaciones de la escena contemporánea o las relaciones del teatro con su tiempo. El éxito alcanzado en alguna ocasión por los autores no era sinónimo de críticas amables en sus siguientes estrenos, como podemos ver en el caso de Jardiel Poncela, cuya comedia El amor sólo dura 2000 metros fue recibida con notable reticencia por algunos críticos, como Miguel Ródenas, quien escribiría: “el empeño de seguir siempre una línea inflexible, sin cuidarse de humanizar a los tipos, sin atemperar sus actos al ambiente ni darles vida propia y con la obsesión exclusiva de infundir al ánimo del público aquello que tienen de novedad sus procedimientos constructivos, siquiera sean en el aspecto externo, pueden ocasionar al autor de Eloísa está debajo de un almendro contrariedades como la sufrida anoche. En su nueva comedia folletinesca, o reportaje cinematográfico caricaturesco, que de todo tiene a lo largo de los dos mil metros que dura el amor y de las tres horas que transcurren en la representación de la obra, Jardiel Poncela incurre en el mismo defecto, precisamente, que quiere fustigar con dureza desorbitada”. mismo crítico también juzgaría severamente la comedia Madre (el drama padre), de la que, entre otras cosas, escribió: “lo de anoche en la Comedia bate todas las marcas del retruécano, del barullo en la acción, y de la endeblez de los tipos, muñecos de trapo que con sus extrañas y absurdas reacciones dan la sensación de hallarse en una gran casa de orates”. Sin embargo, la crítica de Alfredo Marqueríe puede considerarse muy elogiosa y de una evidente sagacidad. Comenzaba reconociendo el interés y simpatía que despertaba el autor en buena parte del público y la convicción del crítico en el futuro prometedor que esperaba al comediógrafo. De la nueva comedia resaltaba el brillante estudio de la vida norteamericana y del mundo del cine y sus relaciones problemáticas con la literatura, todo ello “con un dominio de la expresión y de la técnica teatral poco comunes, con derroche de observación, de auténtico ingenio, con abundancia de recursos melodramáticos y cómicos, con frase feliz, con pintura de tipos y ambientes absolutamente conseguidos y con un acento español loabilísimo que se duele y defiende en justica de lo que debe dolerse y defenderse”. Sin embargo, Marqueríe tampoco ocultaba en su análisis la consideración de que Jardiel había incurrido en una negativa “superabundancia de propósitos”, ni su rechazo hacia algunas reiteraciones de la comedia y hacia la extraña mezcla de géneros que observaba en la misma. Mucho más positiva, como hemos recogido en otro lugar, fue la acogida que dispensó a la comedia Los ladrones somos gente honrada, que reconocería como uno de los principales éxitos de la temporada.

Leyendo las reseñas críticas publicadas, no resulta extraño pensar el papel destacado que sus firmantes tenían en el desarrollo de la actividad teatral del momento. No fue anecdótico el hecho de recibir respuestas por escrito, favorables o desfavorables, según el caso, por parte de los interesados, así como otros comentarios y adhesiones procedentes del propio público. En alguna ocasión, los propios periódicos se hicieron también eco de esta comunicación, algo más soterrada, y defendían su labor: “Es muy difícil complacer a todos. La verdad suele ser amarga. Pero si con ello logramos, aunque sea en pequeña parte, contribuir a despertar el interés del público por nuestro teatro, a subrayar sus aciertos y a corregir sus errores con eficacia, ese será nuestro mejor premio”. Al final de la temporada 40-41 se produjo la retirada como crítico de uno de los más influyentes, Antonio de Obregón, quien decidió abandonar estas tareas para dedicarse de forma más exclusiva a diversos proyectos cinematográficos y literarios, y evitar lo que hubiera podido generar alguna colisión de intereses que hubiera restado valor a su labor. El propio periódico en el que había desarrollado su actividad, Arriba, daba cuenta de esta circunstancia y le expresaba su afecto y agradecimiento

Para finalizar el repaso a esta sección, debemos ocuparnos de los empresarios, cuya importancia en el hecho teatral siempre está muy por encima de la atención que se ha venido dedicando a su actividad, tanto cuando se trata del empresario privado como cuando éste reside en los poderes del Estado. En un sistema artístico en el que la producción determina tanto los lenguajes, la presencia de unos empresarios u otros, sus iniciativas y sus gustos resultan de un indiscutible valor para el estudio. Por otro lado, el hecho de que la mayoría asumiera diferentes tareas en la cadena de la producción escénica (autoría, composición, dirección, empresa, etc.), contribuyó en gran medida a que la faceta empresarial quedara, a menudo, oculta detrás de las otras. Uno de los principales empresarios de este período sería el también autor y compositor Jacinto Guerrero, responsable del teatro Coliseum y uno de los principales agentes de la actividad teatral de aquellos años. A modo de ejemplo, veamos alguno de los comentarios publicados ese año sobre esta faceta del personaje: “Es evidente que en el teatro Coliseum saben hacer bien las cosas y cuando de presentar una obra se trata no reparan en esfuerzos y gastos, con el fin de que el montaje sea con lujo y buen gusto [...] Esto es así porque Jacinto Guerrero, el popular compositor, es también un organizador magnífico e infatigable, que cuando pone música a un libro no da ahí por terminada su labor, sino que entonces comienza otra nada desdeñable que consiste en hallar el ropaje, color y luz, el conjunto en constante superación, hasta conseguir el primer puesto como empresario rumboso”.

Junto a éste, habría que destacar igualmente a Arturo Serrano, responsable del teatro Infanta Isabel y uno de los empresarios más activos y con mejor olfato para atraer público, como bien resaltó la crítica en diferentes ocasiones. También merecieron algunos comentarios elogiosos otros empresarios como Tirso Escudero, empresario del teatro de la Comedia, en el que Jardiel Poncela estrenaría Madre, el drama padre, uno de los acontecimientos teatrales de la temporada; Juanito Carceller, fundamentalmente dedicado a la explotación de comedias cómicas musicales y descubridor de la fórmula de espectáculos denominada Charivari, José Luis Mañes, que programaba el teatro Calderón y que tuvo la idea de poner en marcha en 1941 un ciclo de reposiciones de teatro español, que se abriría con la comedia Por las nubes, de Jacinto Benavente, uno de los dramaturgos que más convenía para mantener ciertos lazos con el pasado, o el maestro Francisco Alonso, empresario del Teatro Martín, dedicado a la zarzuela asainetada y a la comedia musical, con estrenos de Pilar Millán Astray, José Muñoz Román, Luis Fernández Ardavín y José Luis Mañes, entre otros.


Primera  · 1 2 3 4 5 6 

 

 

 

 

 

 

línea

 

fondo

 

 

 

Logo Ministerio de Cultura. INAEMespacio en blancoLogo CDT


Documentos para la historia del teatro español

© 2013 Centro de Documentación Teatral. INAEM. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Gobierno de España | cdt@inaem.mecd.es | Diseño web: Toma10