Documentos para la historia del teatro español
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1939-1949
1939-1949

Cartelera
1943

El tiempo y su memoria
Escena y política
Modelos y espacios
Protagonistas
Memorabilia
El Teatro y su Doble

 

 

Índice, recopilación y estudio:

Julio Vélez Sainz
Instituto del Teatro de Madrid
Universidad Complutense

 

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EL TIEMPO Y SU MEMORIA

1943 es un año que representa nítidamente las principales tendencias del teatro de posguerra. En la prensa de Madrid y Barcelona se entrevé, de manera quizá un poco más tímida que en años anteriores, la dirección política que el régimen quiere dar al teatro por medio de la dotación de premios nacionales de teatro y de música, controlados por el Sindicato Nacional del Espectáculo y por el Sindicato de Educación y Descanso. A la vez, el TEU presenta un modelo teatral no comercial, más escogido, en el que se premia un modelo teatral más arriesgado.

La zarzuela cómica inicia su declive como se colige de la aparición de parodias como la divertida ¡Descansa ya Faraón! de Francisco Ramos de Castro que denuncia, con gracia y soltura, la dirección gitanista y grandiosa de comedias sicalípticas como La corte de Faraón (gran éxito de público, por otro lado). Barcelona y Madrid coinciden en el aprecio por el género musical. Si en Madrid triunfaron Luna de miel en El Cairo, Si Fausto fuera Faustina, Rumbo a pique, o Una rubia peligrosa, en Barcelona lo hicieron Paralelo a la vista, Don Manolito y Dos millones para dos. Las variedades se abren a las formas importadas de Estados Unidos, mientas que la zarzuela, que había culminado su periodo de esplendor en 1936 con el estreno de La tabernera del puerto, de Pablo Sorozábal, inicia su decadencia.

En las páginas de prensa se observa que continúa con cierto éxito la actividad escénica de dramaturgos consagrados más o menos coetáneos como Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, Antonio Quintero, Anselmo Carreño, Luis Fernández de Sevilla y Pedro Muñoz Seca, Jacinto Benavente, Carlos Llopis, Carlos Arniches, Leandro Navarro y Adolfo Torrado, a quienes se les ha de añadir los autores “codormicescos” más irreales (si cabe): Miguel Mihura y Antonio de Lara Tono.

Por su parte, el teatro clásico vive momentos felices. Mientras en el Español de Madrid, encontramos  a un jovencísimo Cayetano Luca de Tena (que sigue los pasos del gran Felipe Lluch), en el María Guerrero Luis Escobar presenta clásicos casi a la vez como preludio de lo que será una feliz competición por la renovación de las formas escénicas. La renovación en la puesta en escena viene también de la mano del Teatro Español Universitario, dirigido por Modesto Higueras, primer actor que fue de La Barraca lorquiana.

Higueras, Escobar, Luca de Tena… 1943 es, en efecto, un año de personalidades fuertes que, combinadas con los éxitos de la temporada, “Los Vieneses” (Artur Kaps y Franz Joham), las comedias de Antonio Paso, los dramas epigonales de Marquina, nos muestran la realidad teatral de una España en la que se asienta la corriente ascendiente en el número de compañías y de espectadores tras la fractura de la Guerra Civil (vid. los años teatrales 1941 y 1942 en Documentos para la Historia del Teatro Español, DHTE). Un teatro que sirve de evasión para una España cerrada en sí misma.


 

 

 

 

 

 

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