Documentos para la historia del teatro español
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1939-1949
1939-1949

Cartelera
1943

El tiempo y su memoria
Escena y política
Modelos y espacios
Protagonistas
Memorabilia
El Teatro y su Doble

 

 

Índice, recopilación y estudio:

Julio Vélez Sainz
Instituto del Teatro de Madrid
Universidad Complutense

 

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MODELOS Y ESPACIOS

Como se indica en “El tiempo y su memoria”, la zarzuela cómica o bufa, que tanto éxito tuvo en los años 20, inicia su declive. Una pieza de Francisco Ramos de Castro, ¡Descansa ya, Faraón!, estrenada el 28 de octubre de 1943 en el Reina Victoria, venía a poner en solfa los convencionalismos escénicos del género parodiando gitanerías, orientalismos y  la sicalipsis que tan bien ejemplificaba una zarzuela como La corte de Faraón. Esta, a pesar de todo, siguió contando con la anuencia del público, como lo demuestran sus constantes reposiciones. En el Victoria (que estrenó tantas zarzuelas arnichescas) se puso en escena repetidas veces ese año, siempre junto con fragmentos de otros clásicos del género: La del manojo de rosas, Los claveles, Los granujas, La casta Susana, Por mi cara bonita, Los de Aragón, Gigantes y cabezudos, La tempestad, Doña Francisquita, La cala, La Gran Vía y El barquillero.

El teatro musical mostraba su pujanza. La pieza más exitosa de todas fue la opereta Luna de miel en El Cairo, con libreto de José Muñoz Román y música de Francisco Alonso, con  nada menos que 307 funciones en el teatro Martín (ficha 7123). En Barcelona su acogida fue mucho menor y tuvo “solo” 118 funciones en el Maestro Alonso (ficha 12326). Lejos del descoque de las revistas de preguerra con sus alusiones eróticas y dobles sentidos, la opereta del tándem Muñoz Román y Alonso abre nuevas vías al teatro musical con producciones como Yola, o Doña Mariquita de mi corazón, estrenadas también en el Martín en septiembre y enero de 1942 respectivamente. En ellas los autores apostaban por introducir los nuevos modos de la comedia musical americana sin perder su genuino sabor español. Particularmente celebrados fueron los números del maestro Alonso como el del “jazz band” o el “fox” Noche del Cairo. Otro espectáculo de éxito (con más de 200 representaciones) fue Ondas animadas con el profesor Mario, Luisita Esteso y Martín Vargas en el Calderón. Los marqueses de Matute, de Anselmo Carreño y Luis Fernández de Sevilla e interpretada por Aurora Redondo y Valeriano León, llegó al centenar en el Alcázar. En el Coliseum se dieron La media de cristal, de Enrique Sierra y Joaquín Vela, Mil besos, de Luis Muñoz Lorente y Luis Tejedor y Loza Lozana con los libretos de Federico Romero Torroba y Guillermo Fernández Shaw (todas con música del maestro Guerrero). El Fontalba estrenó Un hombre de negocios, de Luis García Sicilia y Manuel López Marín, en el que actuaba Rafael Rivelles. Concha Piquer consolida su puesto cimero como tonadillera con el espectáculo Retablo español, que llegó a las 119 representaciones. Otras tonadilleras de éxito, Estrellita Castro y Lola Flores, presentaban Cabalgata con la Compañía Española de Bailes y Canciones. El maestro Sorozábal, tan cuestionado por sus veleidades republicanas, volvía por sus fueros con dos zarzuelas menores pero deliciosas: la ensalada madrileña Don Manolito, con libreto de Anselmo Carreño y Luis Fernández de Sevilla y la opereta Black, el payaso, con libreto de Francisco Serrano Anguita. Con mucho, es el teatro musical el espectáculo más aplaudido y apreciado.

Especial carácter revisten las reposiciones y estrenos de obras de teatro extranjero contemporáneo, entre las que ocupan lugar singular las versiones realizadas por Enrique Rambal para su propia compañía, que incluyen títulos como El silbido fatal, de Arthur Conan Doyle, Cyrano de Bergerac, de Edmond Rostand, Las mil y una noches, Enrique IV de Pirandello o El conde de Montecristo. En su impulso cultista, el TEU de Madrid llega a presentar un cuento de Rabrindranath Tagore: El cartero del Rey (vid. “Teatro y política”). Se anuncia la recuperación de Una tragedia florentina, de Oscar Wilde; así como de las obras La chocolaterita y El matrimonio interino,de Paul Gavault.

Mención aparte merece la reposición de Pigmalión, de Bernard Shaw, en el teatro de la Comedia que llegó casi a las 150 funciones. La obra contaba con la actuación de José Orjas y una joven Elvira Noriega. Esta, que llegaría ser primera actriz en el María Guerrero de Madrid, había interpretado un año antes la María Estuardo (1942) de Schiller y había estrenado obras como de Muñoz Seca Anacleto se divorcia (1932) o de Jardiel Poncela como Las cinco advertencias de Satanás (1935), Eloísa está debajo de un almendro (1940), El amor sólo dura 2.000 metros de 1941, Madre (el drama padre) (1941) y Los ladrones somos gente honrada (1941), todas junto a Orjas. También se estrena la ópera de Jules Massenet basada en el Werther, que se puso en la versión clásica de Edouard Blau, Georges Hartmann y Paul Milliet. En definitiva, no es poco el teatro extranjero que se estrena ese año en la España de la autarquía. Valga un dato para atestiguarlo. Como recuerda Jorge de la Cueva en Ya (25-04-1943), la reposición de Pigmalión coincidió el Sábado de Gloria (día de especial actividad teatral) con el Sexto piso (Sixième étage) de Alfredo Gehri con traducción de Guillermo Fernández Shaw y Enrique Rambal, y La octava mujer de Barba Azul, comedia de Alfredo Savoy,

Pese a lo que suele decirse, Enrique Jardiel Poncela obtuvo un notable éxito de público con su pieza de humor inverosímil, Los habitantes de la casa deshabitada, que tuvo en el teatro de la Comedia 232 representaciones. Sin embargo, la crítica no fue benévola. Luis Ferrer en La Vanguardia Española directamente la llama “mala” y salva tan solo el trabajo de Milagros Leal y José Orjas, “dos actores cómicos de cuerpo entero” (08-07-1943). Orjas es, en efecto, un actor fetiche para Jardiel con quien ya había trabajado en un buen número de obras desde Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1936). Un menor número de representaciones (90 en Barcelona y 127 en Madrid) tuvo Blanca por fuera y rosa por dentro estrenada el 16 de febrero en el teatro de la Comedia. Menos duro que Ferrer, aunque también bastante estricto, se muestra U. F. Zanni al referir para La Vanguardia Española (07-08-1943) el estreno barcelonés de la obra, en el que destacan la labor de Milagros Leal (la inolvidable Celestina de la versión de Casona) y, de nuevo, José Orjas. En el Infanta Isabel llegó al centenar de representaciones Las siete vidas del gato con Isabelita Garcés al frente del reparto (Ya, 20-11-1943). La comedia llegó a las 91 representaciones en Barcelona en el Borrás. Esta comedia es importante en cuanto es la primera en la que Jardiel se estrena como empresario teatral al crear la “Compañía de Comedias Cómicas Jardiel Poncela”. Ese mismo año se estrena la versión cinematográfica de Eloísa está debajo de un almendro dirigida por Rafael Gil. Finalmente, empezó a trabajar con Miguel Mihura en La codorniz ese mismo año.

Quizá Jardiel adivinó cuando empezó a trabajar en las páginas de La codorniz que se avecinaba un nuevo humor para tiempos oscuros y de privaciones. Dos jóvenes humoristas que se habían curtido en La ametralladora, el semanario “destinado a llevar a la risa a aquellos que podían morir en cualquier momento”, el citado Mihura y Antonio de Lara Tono estrenan Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario, con buena acogida en el María Guerrero (100 representaciones). Mihura había sido requerido por Alady (Carlos Saldaña) para trabajar en las tablas tras su paso por las prensas de La Voz, El Sol, o Buen Humor. El autor, que ya había escrito (que no estrenado) Tres sombreros de copa, colabora con Tono en el guión cinematográfico de Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario. La película nunca se llegó a realizar y la obra llegó al Español por indicación de Luis Escobar. Se trata de un humor nuevo que procuraba mostrar un mundo irreal y fantástico en el que la gente olvidase el mundo incómodo y desagradable en el que vivía. Los dos jóvenes marcarán las futuras generaciones de autores cómicos.

Otros comediógrafos, con una línea de humor menos irreverente, tuvieron importante éxitos esa temporada. Dos millones para dos, de Carlos Llopis, con los actores Fernando García Morcillo y José María Iruesta en el Alady-Lepe (el teatro en el que Carlos Saldaña trabajaba con Laura Pinillos y Lepe) pasó de las 100 funciones. De Llopis es también la comedia policiaca ¡Cinco años y un día! en la Zarzuela. ¡Consuélate Laureano! del madrileño José de Lucio obtuvo más de noventa funciones (Fuencarral); finalmente, el coruñés Adolfo Torrado seguía sacándole partido a su famoso personaje de Chiruca en La duquesa Chiruca, interpretada por Isabelita Garcés en el papel principal (Infanta Isabel). Nos encontramos con un teatro cómico de regusto burgués para un público que busca la risa fácil.

También el teatro clásico español tuvo una buena puesta a punto. Encontramos dos Lopes en el Español: Peribáñez y el comendador de Ocaña y El castigo sin venganza (adaptado por el catedrático  y prominente falangista Joaquín de Entrambasaguas). Asimismo, como hemos visto (“Teatro y política”), el TEU puso en escena tres entremeses de Quiñones de Benavente: El guardainfante, La muestra de los carros y Los borrachos. No obstante, el protagonista áureo es Pedro Calderón, de quien se ofrecen varios espectáculos. El mayor éxito del teatro clásico español con más de 80 representaciones fue La dama duende en el Español, reposición de la versión del año anterior que dirigiera un jovencísimo Cayetano Luca de Tena con escenografía de Emilio Burgos y música de Manuel Parada. A la vez, Luis Escobar dirige La vida es sueño en el María Guerrero, reposición de la que hiciera en 1940 (y en la que hizo también de actor bajo su habitual seudónimo Luis Sánchez). Completaban el elenco José Álvarez, Guillermo Marín, José María Mompín, Ernesto Ruiz de Arana, Diana Salcedo y Pepita C. Velázquez. La escenografía y figurines de Pedro Pruna y la música Joaquín Rodrigo fueron muy alabados. En Barcelona también tuvieron su versión de la misma obra, dirigida en este caso por Carlos Moor en el Urquinaona, donde el Instituto del Teatro de Barcelona puso unos meses después El alcalde de Zalamea con dirección de Enrique Borrás.

Significativo de la intencionalidad detrás de las puestas en escena del teatro clásico es que coincidan dos autos sacramentales calderonianos ese año. La compañía “Teatro de Arte” puso El gran teatro del mundo en el Coliseo Pompeya de Barcelona. Con dirección de Marta Grau y Arturo Carbonell y con Luis Tarrau, Bartolomé Olsina, Ricardo Palmerola y Josefa Virgos entre otros actores, la obra giraría por Cataluña durante cinco años. No obstante, sin duda, la puesta en escena de teatro clásico que más eco tuvo en el momento fue el destacable auto sacramental El pleito matrimonial del alma y el cuerpo, que se estrenó junto a la Mojiganga de la muerte en el Urquinaona. Varios son los periódicos que prestan atención al auto sacramental. Este es importante, tanto como legado dramático de Felipe Lluch Garín como muestra de lo que es capaz de hacer Cayetano Luca de Tena. Lluch fue discípulo de Cipriano Rivas Cherif en el Teatro Escuela de Arte (TEA) y, pese a haber muerto en 1941, ofrecía una visión particular de lo que había de ser un teatro nacional que perduró a lo largo de varios años. El entonces jovencísimo director Cayetano Luca de Tena, recién nombrado director del Español, recibió la obra proyectada por Lluch y la llevó a cabo memorablemente. La obra fue un éxito de crítica. Crespo en Arriba denomina un “triunfo de fe, ejemplo de vida, ciencia y teología” y alaba al joven director; Sánchez Camargo escribe en las páginas de El Alcázar que este es ejemplo del “teatro vital, auténtico” y mantiene que la obra logra una “dirección escénica modelo de sentido y orientación en el movimiento de personajes”; Alfredo Marqueríe habla de una versión “espectacular insuperable” y destaca, sobre todo La mojiganga de la muerte, auténtica “filigrana humorística”; en Ya se hacen eco de la escenografía y la música y el trabajo de los actores José Bruguera, José Franco, Alfonso Horna y Amparo Reyes del auto, y de Emilio Alisedo, José Latorre, Félix Navarro y Natividad Casanova para la mojiganga; finalmente, García Santos en Gol se centra en la gran ovación que recibió la obra y la labor del figurinista Vicente Viudes y del músico Manuel Parada. Nos encontramos con una línea de continuidad de puesta en escena de los clásicos muy interesante y que uniría la actividad de Rivas Cheriff con la de Luca de Tena por medio de la figura de Lluch.

En cuanto a los clásicos foráneos, Shakespeare se lleva la palma. Son varias las obras del Bardo de Avon que pueden verse en el Español. En la temporada anterior se había estrenado Macbeth en versión de Nicolás González Ruiz. De este mismo adaptador es también la versión de Romeo y Julieta. Cada una de ellas supera el centenar de representaciones.


 

 

 

 

 

 

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