En otros casos, se festejaba el regreso de una “gran estrella cinematográfica” como Estrellita Castro a los escenarios, otro “auténtico acontecimiento artístico”, al decir del crítico Agramonte; el regreso de una bailarina como Asunción Granados tras “haber llevado en triunfo por el mundo entero, y más especialmente por América, el arte español”; o actos sociales de estrellas consagradas, como la boda de Celia Gámez con el odontólogo donostiarra José Manuel Goenaga en San Jerónimo el Real, con el general Millán Astray como padrino y asistencia de famosos invitados. Otra gran estrella de la revista, Maruja Tomás, ocupó grandes titulares como “primerísima figura de la moderna compañía musical del Martín”, consagrada por el éxito de la revista ¡Cinco minutos nada menos! y su participación en películas como La parrala, Rosa de África o Ana María, con Florián Rey. Otros intérpretes, que hoy pueden resultarnos desconocidos, también tuvieron su protagonismo, como la joven bailarina Pilarín Cerezo, que iniciaba una gira por el extranjero “como embajadora del flolklore español”; Camilín, “el graciosísimo y moderno humorista que lleva cinco temporadas consecutivas actuando en Madrid”, en el Cómico y en Fuencarral; Luisita Esteso, una estrella humorística “única”, etc.

Entre los críticos, cabe destacar el “agasajo íntimo” ofrecido a Cecilio Barberán y Manuel Sánchez Camargo “como homenaje y reconocimiento de su intensa labor recientemente manifiesta en importantes conferencias y en su cotidiana labor en la prensa”, presidido por el vicepresidente de las Cortes y presidente de la Asociación de la Prensa, José María Alfaro, el ministro de Japón, señor Suma, y el director del Museo de Arte Moderno, Eduardo Llosent Marañón. Pero el mayor protagonismo recayó sobre el crítico más agudo del momento, Alfredo Marqueríe, por la publicación de un nuevo volumen de crónicas de crítica teatral, En la jaula de los leones. Más de trescientos amigos y admiradores le ofrecieron un homenaje, presidido por José María Alfaro, el general Millán Astray y Eduardo Marquina, para testimoniarle su admiración “por su larga y ejemplar obra”; y, desde las páginas de ABC, Francisco de Cossío le rindió su particular homenaje en un artículo en que reconocía la importancia de la crítica periodística, aunque a veces fuera excesiva o se ejerciera con poca solvencia, y señalaba que la crítica de Marqueríe “nos ofrece una unidad de gusto, de sensibilidad y de juicio”; su principal defecto era “ser demasiado benévolo cuando es benévolo”, maravillarse fácilmente de “cosas que no son para tanto” y, por el contrario, “ser riguroso, demasiado riguroso, en otros casos, es decir, indignarse demasiado por cosas que no valen la pena. Este es un defecto esencialmente periodístico”; y concluía valorando más sus virtudes: “ Pero a cambio de este defecto, siempre frenado por el talento, cuánta agilidad, cuánta gracia, qué sentido más sutil para captar lo poético, para descubrir lo profundo, para rechazar lo falso con apariencia de verdadero”.

Entre los músicos, fueron protagonistas especiales los autores de los espectáculos más aplaudidos, como el maestro Moreno Torroba, director artístico de la Zarzuela, siempre impulsado por “ese amor al arte que le hace ser autor siempre, empresario muchas veces, camarada con las gentes del teatro, y, sobre todo, español”. Ente sus éxitos se destacaban Luisa Fernanda, Polonesa, estrenada ese mismo año, y La Caramba, comedia musical que había batido todas las marcas de ingresos y representaciones y que hubo de cortar sus actuaciones para dar paso a otros compromisos de la empresa a pesar de que la entrada media era de 16.800 pts. En una larga entrevista en Informaciones, Agramonte lo presentaba como uno de los máximos defensores de la zarzuela, “el género lírico que mejor sirve nuestra marcadísima característica de independencia nacional, cuya representación es el colorido. Sus elementos están supeditados auténticamente a la palabra y su forma depende siempre de la escena. De aquí la vigencia del género y su fuerza artística”.