TEATRO CANARIO ÚLTIMO. ISLAS CON VOZ

Gemma Quintana Ramos
gmm.quintana@hotmail.com

Resumen: Este artículo trata de hacer un breve recorrido por el teatro canario de las últimas décadas, haciendo especial hincapié en estos primeros diez años del siglo XXI y las circunstancias del teatro en las Islas para afrontar los retos de futuro.

Palabras clave: Teatro canario, teatro del siglo XXI, dramaturgia canaria.

Abstract: This article is a brief tour across the theater in Canary Island in the last decades, with particular emphasis in this first ten years of the century and the circumstances of the theater in the islands to  face the future’s challenges.

Key words: Theater in Canary Island, Theater of XXI century, drama in Canary Island.

Un teatro en la encrucijada (a modo de introducción)

Antes de llevar a cabo cualquier análisis sobre el latido actual del teatro hecho en Canarias, es imprescindible partir de nuestra realidad geopolítica. Canarias está en la periferia de la periferia, es un territorio alejado y fragmentado, lo cual dificulta la relación cuando se habla de una disciplina artística de cercanías, como es el caso del teatro. Esta condición de partida nos sitúa en un espacio que también genera sus efectos positivos gracias a la tricontinentalidad, ese concepto cultural tan actual que el teatro canario ha sabido explotar desde los tiempos en que las compañías peninsulares comenzaban sus giras por Latinoamérica desde nuestros teatros.

Tras cuarenta años de dictadura, el teatro en estas tierras estaba tan destartalado como en el resto del país. Después de tantos años sin democracia ni libertad, la sociedad se encontraba profundamente desarticulada, cuestión que en Canarias se duplicaba debido a su condición de territorio de ultramar.  El tejido cultural era muy limitado y dentro de él, el teatro ocupaba un lugar bastante marginal. También hubo en Canarias, en la estela del resto del país, un tímido acercamiento en los sesenta al teatro de cámara y universitario. De igual forma, los movimientos reivindicativos de principios de los setenta fueron un espacio fértil para que brotaran los primeros grupos de teatro independiente, con un discurso de denuncia y compromiso social, aunque sin casi formación escénica¹. A finales de los setenta, ya empiezan a surgir algunos nombres de compañías y profesionales que sustentarán nuestro teatro en las siguientes décadas. La búsqueda de un estilo propio resulta un importante motor en la evolución particular de cada grupo, y la creación colectiva va llevando a una investigación de las tradiciones propias que empiezan a armar un cierto sentido de la canariedad.

En cuanto a la literatura dramática, como explica el profesor Rafael Fernández, las pautas del teatro de autor siguen los mismos esquemas que en el resto del país. Dentro de las distintas tendencias de la literatura teatral canaria del siglo XX, comienzan a madurar en este momento una multiplicidad de propuestas que van desde el neocostumbrismo crítico (Orlando Hernández Martín), el realismo crítico (Gilberto Alemán), el teatro de ideas (Juan Marrero Bosch), el desarrollo dramático entre el realismo y el simbolismo (Ángel Camacho), el experimentalismo (Luis Alemany, Alberto Omar,  “Chela” o Roberto García Mesa) y la investigación histórica y socio-antropológica (José Antonio Rial, Cirilo Leal, Sabas Martín, José Tomás Monterrey y Antonio Tabares)².

La infraestructura y el apoyo institucional en esta etapa resulta aún muy balbuciente. Los espacios existentes, como el Teatro Pérez Galdós en Gran Canaria, el Guimerá en Tenerife o el Teatro Circo de Marte en La Palma, excluían cualquier manifestación alejada del “teatro oficial” que, por lo general, no tenía sello canario. Los grupos, con una intensa necesidad de acercarse a su público, hicieron de la calle y los centros sociales su espacio, solventando las precarias condiciones técnicas con gran imaginación y entrega. La formación reglada, como es de imaginar, resulta casi inexistente en este momento³.

En resumen, la evolución del tejido teatral de los últimos treinta años del  siglo XX marca el camino de la profesionalización. Esta primera década del XXI estaba llamada a ser la de la consolidación del todo este proceso para la creación de un sector más fuerte y con un público estable y diverso que permitiera acometer nuevos caminos de investigación y proyección del teatro canario. Sin embargo, la llegada de la crisis ha venido a evidenciar nuestro perfil más vulnerable, haciendo aflorar las carencias que el sistema de producción y exhibición padecían. Este breve artículo pretende ser una instantánea de estos doce últimos años de teatro canario y plantear sus logros y retos para la década que recién empieza. Son numerosas las compañías, profesionales, autores, espacios e iniciativas que se quedarán en el tintero, pero todas ellas han hecho su aportación para que ahora el teatro canario se encuentre en las mejores condiciones, aunque viva probablemente uno de sus peores momentos.