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1. MONOGRÁFICO

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1.3 · LOS PREMIOS DE TEATRO EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XXI

Por Berta Muñoz Cáliz.
 

 

3. LOS PREMIOS DE DRAMATURGIA

3.1. Modalidades

Como se dijo, a fecha de 2008 eran cerca de un centenar los premios de dramaturgia que se concedían en nuestro país4. Entre ellos los hay de muy distintas modalidades y de muy distinto alcance: de ámbito comunitario, nacional e internacional; para textos escritos en distintas lenguas; para obras de duración normal y para teatro breve; para teatro dirigido a público adulto, infantil y juvenil; para autores de cualquier edad y exclusivamente para jóvenes; para dramaturgos de ambos sexos o exclusivamente para mujeres; e incluso para obras que se adscriban a un determinado género o que traten una determinada temática. El panorama ofrece una gran diversidad y en cierto modo refleja las inquietudes sociales del momento histórico en que se convocan.

La gran mayoría de los premios de dramaturgia se convocan a nivel nacional, aunque también los hay que abarcan todo el ámbito hispánico (Tirso de Molina, el desaparecido María Teresa León) y los que se limitan a nacidos o residentes en una determinada comunidad autónoma (así, el José Martín Recuerda y el Miguel Romero Esteo, ambos para autores andaluces; el Premio Asturias Joven, dirigido a jóvenes asturianos, o el Premio Fomento de la Literatura Dramática en Aragón, para autores de esta comunidad). Estrechamente vinculado con su alcance dentro y fuera de su comunidad está el factor lingüístico. La mayoría de los premios, lógicamente, se conceden a obras escritas en castellano, aunque algunos pueden otorgarse a obras escritas en cualquiera de las lenguas oficiales (así, el Nacional de Literatura Dramática); e igualmente los hay que abarcan tanto el español como la lengua de su comunidad (así, el Ciudad de San Sebastián y el Serantes, que se conceden a premios en español o en euskera, así como el Alejandro Casona, para textos en español o en asturiano). Tras el castellano, el catalán es la lengua que cuenta con un mayor número de premios teatrales (el Miquel Lumbierres de Textos Teatrales, el Josep Ametller, el Ramon Vinyes, el Premi Boira de Teatre, o el recientemente desaparecido Premi Joaquim Bartrina), si bien existen igualmente premios para textos en gallego (así, el Rafael Dieste y el Álvaro Cunqueiro), en euskera (el Toribio Altzaga), en valenciano (el Eduard Escalante, el Concurs de Teatre en Llengua Valenciana) y en asturiano (Concurso de Teatru). Todos ellos son síntoma del proceso de normalización lingüística que ha vivido nuestro país, tras cuarenta años de dictadura en los que se interrumpió la convocatoria de premios en lenguas distintas al castellano, como el Ignasi Iglesias, creado en 1931 e interrumpido tras su convocatoria de 1938, y recuperado en la Transición5.

En cuanto al formato, lo más habitual es que estos premios se concedan a textos de duración normal, aunque también los hay específicos para teatro breve. En los últimos años el número de premios destinados al teatro breve ha crecido significativamente, de acuerdo con el interés creciente por este género (Romera Castillo, 2011), si bien, como se dijo, el más antiguo de ellos, el Caja España, se remonta a los años de la Transición Política. Aún durante el tardofranquismo, en 1967, se creó el hoy desaparecido Premio Delfín de Teatro Breve, para obras de entre quince y treinta minutos, poco antes de que se iniciara la moda de los cafés-teatro. El premio lo convocaba, precisamente, una cafetería alicantina. Ya en la democracia, se han creado y siguen vigentes en la actualidad el Certamen de Teatro Mínimo Rafael Guerrero, el Premio Luis Barahona de Soto de Teatro Corto; el Certamen de Teatro Breve Dramaturgo José Moreno Arenas; el Kafé Bilbao Premio de Guiones de Teatro Breve; el Premi de Teatre Breu de Badalona Inicia’t, para textos en catalán, o el Premi de Teatre Breu en Valencià Evarist García. Por lo general, son premios de escasa dotación económica (tal vez con la sola excepción del Caja España), y, dada la escasa viabilidad comercial que por lo general suelen tener los textos breves (fenómenos como la sala madrileña Microteatro por Dinero son, hoy por hoy, la excepción que confirma la regla), rara vez las obras premiadas suben a escena, aunque al menos algunos premios suelen publicar las obras galardonadas. Entre sus ganadores, cabe mencionar a Carlos Be, Antonio Rojano, Juan Mayorga o Antonio Álamo, todos ellos galardonados con el Caja España. En su última convocatoria de 2011, este premio ha sido suspendido “por razones de coyuntura”, tal vez por la compleja situación que están viviendo muchas cajas de ahorro en los últimos tiempos.

Aunque la mayoría de los premios se conceden a textos para público adulto, también hay varios destinados específicamente a textos para niños y jóvenes, y en los últimos años han crecido notablemente los premios de este tipo, de forma paralela al interés por el teatro para niños que ha vivido la sociedad española en la última década. El más veterano de todos ellos es el Premio ASSITEJ-España de Teatro para la Infancia y la Juventud, cuya existencia se remonta a 1968. Desde entonces, ha vivido una historia intermitente, dejándose de convocar durante años y quedando desierto en muchas ocasiones, si bien desde los años noventa vive una etapa de cierta estabilidad, convocándose cada dos años. Desde 2003, la obra premiada se publica en la Colección de Teatro de ASSITEJ España, lo que garantiza su difusión entre los profesionales de esta asociación y en los ámbitos especializados en teatro infantil y juvenil. Entre sus ganadores se encuentran Alfredo Gómez Cerdá, autor más conocido en el ámbito de la narrativa infantil que en el propiamente teatral, así como Tomás Afán (en dos ocasiones), Itziar Pascual y Antonia Bueno.

Posteriormente, surgió el Premio SGAE de Teatro Infantil y Juvenil, que desde 2000 se convoca anualmente, y que publica las obras premiadas en la colección “Sopa de Libros” de la editorial Anaya, lo que facilita en gran medida su distribución, en este caso, no solo entre los profesionales del medio, sino en colegios, institutos, bibliotecas y muchos otros lugares donde las obras pueden ser leídas, escenificadas y estudiadas. Un autor ha destacado sobremanera en la corta historia de este galardón: Luis Matilla, quien lo ha obtenido hasta en cuatro ocasiones. Otros dramaturgos galardonados con este premio han sido Juanluis Mira, Agustí Franch, Magda Labarga y Pep Albanell, entre otros.

Para textos en gallego, destaca el Premio Manuel María de Literatura Dramática Infantil, que convoca desde 2006 la Axencia Galega das Industrias Culturais (AGADIC). Este premio garantiza la publicación de los textos premiados en cuidadas ediciones ilustradas, facilitando así su conocimiento entre la profesión, pues lo cierto es que, en varios casos, las obras premiadas han sido puestas en escena por compañías gallegas. Otros premios dirigidos a teatro para niños y jóvenes que existen en la actualidad son el Premio Iberoamericano de Dramaturgia Infantil y Juvenil (cuyo ganador más reciente ha sido Jerónimo López Mozo); el Premio Morales Martínez de Teatro Infantil; el Concurso de Textos Teatrales para Público Infantil de la Escuela Navarra de Teatro, el Premio Teatro Infantil Xaro Vidal, para la mejor obra infantil escrita en valenciano, o el premio Estornela de Teatro para Nenos, para la mejor obra infantil escrita en gallego. Durante los años 2004 y 2005 se convocó el desaparecido Premio Nacional María José Jové de Escritura Teatral Infantil, que, con 30.000 euros de dotación, fue durante su breve existencia el premio mejor dotado de cuantos existían en ese momento, incluidos los de teatro para adultos. En sus dos convocatorias lo obtuvieron Teresa Núñez y José Luis Alonso de Santos.

También hay algún premio de teatro para títeres, como los Premios Barriga Verde de textos para Teatro de Monicreques, que convoca desde 2003 la AGADIC, tanto en la modalidad de títeres para adultos como en la de títeres para niños, y el ya citado Premio Iberoamericano de Dramaturgia Infantil y Juvenil, que si bien se otorga igualmente a obras interpretadas por actores, en muchos casos ha recaído sobre obras para títeres, dado que lo convoca el Centro de Documentación de Títeres de Bilbao.

Aunque la gran mayoría de los galardones no suelen tener limitaciones de edad ni de sexo, también los hay que proponen en sus bases restricciones de este tipo. Así, en un intento de promocionar la escritura dramática entre los más jóvenes y de descubrir nuevos valores, se han creado varios premios dirigidos a menores de 30 años: en los años ochenta se creó el Marqués de Bradomín, que llegó a alcanzar gran notoriedad, como veremos, y a finales de los noventa, el Centro Andaluz de Teatro creó el Concurso de Textos Teatrales Miguel Romero Esteo, para jóvenes autores andaluces. Uno y otro, desde el principio, han contado con sendas colecciones en las que se editaban las obras premiadas, lo que ha contribuido a darles visibilidad y difusión. Aunque el primero de ellos estuvo a punto de desaparecer en 2003, lo cierto es que al día de hoy se sigue convocando con normalidad, tal vez por la activa respuesta de los profesionales cuando se anunció su posible desaparición (Pascual, 2003). Alguno amplía la edad de presentación hasta los 35 años, como el Ricardo López Aranda, dotado con 6000 euros y con la publicación de la obra ganadora, o el Premio Asturias Joven de Textos Teatrales, más modesto en dotación que los anteriores, además de no incluir en sus bases la edición de las obras.

El mismo interés por descubrir nuevos valores impulsa la creación de premios para autores noveles, aunque estos no siempre impongan límites de edad. El más veterano de todos ellos es el Calderón de la Barca para Autores Noveles, que, tal como su nombre indica, se otorga a autores que no hayan estrenado profesionalmente. Recientemente, en 2009, se ha creado un nuevo concurso para autores noveles: el Premio Internacional de Teatro Agustín González.

Una modalidad bien diferenciada son los premios que convocan las universidades, dirigidos todos ellos a estudiantes universitarios. Así, por ejemplo, los Premios García Lorca de la Universidad de Granada, el Certamen Nacional de Textos Teatrales Monte Luna de la Universidad de Huelva; el Certamen Literario Universidad de Sevilla en su modalidad de teatro, el Premio de Teatro de Autor Domingo Pérez Minik de la Universidad de La Laguna, o el Premi Internacional AIET de Teatre Universitari Josep Robrenyo. En los últimos años han desaparecido otros dos premios de este tipo: el Certamen Universitario de Textos Teatrales de la Universidad Politécnica de Madrid y el Concurso de Textos Teatrales de la Universidad de Almería. Aunque no es frecuente encontrar entre los galardonados con estos premios nombres más o menos conocidos en el medio teatral, a veces sí encontramos a algún autor que ha conseguido estrenar profesionalmente, como Arturo Sánchez Velasco, ganador del I Certamen de la Politécnica en 1996.

Otro sector de edad que cuenta con un premio específico es el de los adolescentes. Recientemente, en 2010, se ha creado un nuevo premio que se dirige al sector de la enseñanza secundaria: el Concurso Literario Ánxel Casal, que convoca el Departamento de Educación y Juventud de Santiago de Compostela, en el que pueden participar adolescentes a partir de 14 años. De momento, es el único que existe dirigido a este sector, pues los Premios Buero de Teatro Joven, aunque se dirigen a jóvenes entre 14 y 21 años, no son premios de escritura, sino de puesta en escena.

Junto con la de los jóvenes, otro tipo de discriminación positiva que ha alcanzado a los premios de teatro es la de género. No obstante, es significativo que, en el momento de escribir estas páginas, no exista ningún premio de este tipo, lo que tal vez podamos interpretar como un síntoma de que finalmente se ha producido una verdadera normalización en este sentido, y las autoras gozan de las mismas oportunidades que el resto de los dramaturgos. Así, entre 1994 y 2007 existió un premio dirigido exclusivamente a textos escritos por mujeres, el María Teresa León, que concedía la Asociación de Directores de Escena junto con el Instituto de la Mujer del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Este premio era de alcance internacional y en más de una ocasión lo obtuvieron autoras iberoamericanas. Entre sus ganadoras se encuentran la mexicana Bárbara Colio, las argentinas Laura Blanca Cotón y Liliana Pérez, y las españolas Yolanda Pallín, Carol López y Amaia Fernández. Con una dotación mucho más modesta y un alcance mucho más limitado existió durante los años noventa el Premio de Teatro Escrito por Mujeres del Ayuntamiento de Leganés, entre cuyas ganadoras se encuentra Antonia Bueno. Aunque actualmente no existe ningún premio dirigido específicamente a las autoras, sí hay uno para las directoras: el Certamen de Teatro para Directoras de Escena que convoca la Concejalía de la Mujer del Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz, entre cuyas ganadoras se encuentra Marta Carrasco.

No es frecuente que los premios tengan limitaciones en cuanto al género dramático o en cuanto al contenido de los textos; no obstante, en algún caso la finalidad del galardón es precisamente incentivar un tipo de teatro, bien para que una tradición no caiga en el olvido, como sucede con los Premios Aurora Sánchez de Teatro Costumbrista Asturiano, o bien simplemente para promocionar un tipo de escritura teatral comercial y exitosa, como es el caso del Premio Hogar Sur de Teatro de Comedias, que existió entre 1995 y 2001, si bien posteriormente este premio no se volvió a convocar. Entre los dramaturgos que lo obtuvieron se encuentran José Luis Alonso de Santos, Yolanda García Serrano e Ignacio del Moral. 

La inmensa mayoría de los premios son de temática libre, pero también los hay restringidos a unos temas determinados. Entre ellos, el Premio de Teatro María Lejárraga que en dos ocasiones (2006 y 2007) convocó la Dirección General de Igualdad de Oportunidades del Ayuntamiento de Madrid, el cual tenía por finalidad “premiar textos de teatro cuyo tema o argumento sea el reconocimiento de las mujeres en el mantenimiento y desarrollo de una sociedad, civil, democrática y justa”, según se podía leer en sus bases. Por razones bien distintas, no de actuación política en un determinado sentido sino por las propias características del certamen, también suele tener una limitación temática el Premio de Teatro Exprés que convoca anualmente la Asociación de Autores de Teatro en el marco del Salón Internacional del Libro Teatral. Se trata de un premio de escritura rápida en el que los concursantes disponen tan solo de tres horas para escribir un texto de la temática que se les indique al comienzo de la prueba. Se intenta evitar así que los concursantes lleven los textos escritos de antemano. Los temas propuestos hasta el momento han sido muy diversos: el personaje de Yago, el atentado a las Torres Gemelas, la utilización de un teléfono móvil durante la representación o el hecho de que esta transcurriera en la habitación de un hotel son solo algunos de los propuestos a lo largo de sus doce ediciones.

En definitiva, nos encontramos ante un panorama de riqueza y diversidad evidentes, que abarca tipos de teatro muy distintos y que parece dar oportunidades a un gran número de dramaturgos. La otra cara de la moneda, que veremos a continuación, es lo que sucede una vez que se obtiene uno de estos premios, la repercusión que ello tiene en la posterior trayectoria del autor.



4 Como ya se advirtió, esta es la fecha más reciente de actualización de la Guía de las Artes Escénicas y por tanto la que tomamos como referencia. En total, eran 116 los premios de dramaturgia que aparecían en dicha Guía, si bien de ellos solo 83 estaban confirmados como “activos”, lo que no quiere decir que el resto de premios no se siguieran convocando, sino que sus responsables no habían contestado al formulario que se les envió.

5 No obstante, ya en los años sesenta se reanudaría la convocatoria de premios en otras lenguas, gracias a galardones como el Josep María de Sagarra, convocado desde 1963 para obras de teatro en catalán, y el Toribio Alzaga, convocado desde 1965 para obras en euskera.

 

 

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