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7. RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

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7.5 · LIMA, Robert, Prismas oscuros. El ocultismo en el teatro hispánico, Madrid, Fundamentos, 2010, 236 pp.

Por Eva Lara Alberola.
 

 

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LIMA, Robert, Prismas oscuros. El ocultismo en el teatro hispánico, Madrid, Fundamentos, 2010, 236 pp.

Eva Lara Alberola
Universidad Católica de Valencia


El presente volumen cuenta con un total de nueve capítulos, distribuidos en tres grandes partes; la primera dedicada a la literatura clásica, la segunda centrada en las letras contemporáneas, de Valle-Inclán en adelante, y la tercera ofrecida como compendio bibliográfico detallado.

En el módulo inicial, el autor comienza su recorrido deteniéndose en el Medievo. Desde el punto de vista histórico, hace referencia a las leyes que, sobre todo a partir del siglo XIII, penalizaban la inclinación hacia las artes ocultas. La literatura de aquel periodo reflejaba de diversas formas la presencia de la magia. De hecho, la idea del pacto diabólico se asentó definitivamente en el conocido como “Milagro de Teófilo”, recogido tanto por Berceo como por Alfonso X. Como género, destacaría la novela de caballerías. Y como texto imprescindible, desde un punto de vista dramático, cabe mencionar el Auto de los Reyes Magos. Sin embargo, para Lima lo que se conoce como ocultismo engloba más bien la necromancia, astrología, alquimia... En definitiva, aquello que preocupaba al rey sabio en Las siete partidas. El colofón de la hechicería maléfica vendría representado por La Celestina, cuya publicación marca la transición entre la Edad Media y el Renacimiento.

El segundo capítulo se dedica al estudio del esoterismo en el teatro español de los Siglos de Oro. Lima comienza analizando la influencia de La Celestina en el drama áureo, desde la Égloga de la Tragicomedia de Calixto y Melibea hasta El caballero de Olmedo, pues las piezas de base celestinesca presentan un gran porcentaje de figuras femeninas mágicas. Pero el drama de los siglos XVI y XVII presenta hechiceras, magos y brujas de distinta raigambre. El autor destaca a Circe, como figura mitológica y, a caballo entre la realidad y la ficción, a Román Ramírez, Enrique de Villena, don Illán de Toledo, etc., que comparecen en diferentes textos de un amplio abanico de dramaturgos. Del mismo modo, este investigador se centra en ramas del ocultismo como la astrología y otras formas de adivinación. Por último, pone el acento en el diablo, que encarna una faceta importante del ocultismo. Sus muestras clave son El esclavo del demonio, de Mira de Amescua; y El mágico prodigioso, de Calderón de la Barca.

El tercer capítulo profundiza en el pacto diabólico y la búsqueda del saber esotérico por vías heterodoxas. Lima comienza su andadura en el episodio bíblico de la bruja de Endor, en el que se presencia un acto necromántico, que posteriormente se perfilaría como una práctica herética, pues cualquier acercamiento a la dimensión sobrenatural conllevaría la intervención diabólica; acto seguido, realiza un sintético repaso (de carácter teológico) de la conformación de la idea de pacto diabólico, y hace particular hincapié en las leyendas de santos que circulaban durante la Edad Media, en muchas de las cuales el protagonista lograba recuperar el alma del pactante. De la misma manera, refleja la creencia que se generó en torno a, por ejemplo, Roger Bacon y su relación con el diablo. Y termina repasando los tipos de pacto, antes de abordar propiamente los textos; se detiene en el Fausto de Marlowe, El esclavo del demonio de Mira de Amescua, y Las cadenas del demonio y El mágico prodigioso de Calderón.

En la segunda parte, Robert Lima, en primer lugar, se detiene en Ramón María del Valle-Inclán y su obra. En concreto, la producción del citado dramaturgo llama la atención porque recrea la sin par Galicia, su tierra natal, receptáculo de antiguas costumbres y tradiciones. De ahí que los textos de este autor se hallen salpicados de supersticiones populares, ya sea de duendes, demonios, objetos mágicos, augurios y predicciones, etc. Conoceremos desde rituales populares, como poner un cuerno en la puerta para proteger la casa de las brujas, a distintas historias de difuntos, pasando obligatoriamente por hechos tales como apariciones, posesiones y exorcismos. Una vez repasados los principales elementos ocultistas que se pueden encontrar en las piezas valleinclanescas, este investigador profundiza en varios de los títulos, con el fin de ofrecer una panorámica más completa al lector. De este modo, ahonda en El marqués de Bradomín: coloquios románticos, las Comedias bárbaras, El embrujado: tragedia de tierras de Salnés, Ligazón: Auto para siluetas y Divinas palabras: Tragicomedia de aldea. En todas estas muestras, la figura de la bruja poseerá un papel fundamental.

En segundo lugar, el autor analiza una obra concreta de Federico García Lorca, Yerma, la segunda pieza de la trilogía sobre tragedias rurales. Yerma profundiza en la idea de la imposibilidad de procrear por parte de la protagonista. Y, por ello, ante el deseo de tener descendencia, la figura central del texto se debate entre una ética cristiana y el sustrato de una tradición pagana que podría suponer una esperanza para ella. De hecho, Lorca juzga las costumbres paganas positivamente, son más sanas y naturales sexualmente hablando. Yerma se debate entre tres hombres que encarnan tres clases de amor, mas se mantiene siempre dentro de los límites de un matrimonio lícito pero infeliz. Solo abandona los cauces ortodoxos cuando decide visitar a una vieja conjuradora, quien realiza los ritos necesarios para curar su esterilidad. El escritor, además, invoca constantemente los cuatro elementos, como base de todo lo que existe, siguiendo los principios del hermetismo y la alquimia, por ejemplo. Lima se detiene en cada uno de estos elementos en la obra y, del mismo modo, recala en los vestigios del rito dionisíaco que la impregnan. Para él, esta pieza presenta la tragedia de quien no ha sabido armonizar lo apolíneo y dionisíaco.

En tercer lugar, el presente volumen focaliza en la producción de Alejandro Casona, quien se vio altamente influenciado por el folclore de su pueblo. De hecho, incluso su tesis de licenciatura versó sobre “El diablo en la literatura y el arte”. Ese interés por lo dionisíaco se reflejaría, posteriormente, en su obra, en concreto cuatro son los textos dignos de mención: ¡A Belén, pastores!, El caballero de las espuelas de oro, Otra vez el Diablo y La barca sin pescador. Estos dos últimos interesan particularmente, pues en ellos hallamos el motivo del pacto diabólico para conseguir algún anhelo ilícito. Casona conocía bien la leyenda de Teófilo y la historia de Fausto, muestras de base para la difusión del tema del trato demoníaco. La novedad de estas piezas radica en que será el individuo, el pactante, el que se salvará por sus propios medios, sin recurrir a la religión, solo con su heroica voluntad. Así este dramaturgo transforma los aspectos más tradicionales del pacto y redefine el alcance de los “poderes sobrenaturales”.

En cuarto lugar, Lima aborda el estudio de varios textos de Domingo Miras, autor dramático contemporáneo que se inclina en numerosas ocasiones por personajes históricos o ficticios vinculados con las artes ocultas, y suele, además, inspirarse en los siglos XVI y XVII, centurias en las que era creciente el interés por lo esotérico. Eso sí, sus circunstancias de producción son muy distintas a las de Lope o Calderón. Miras escribe en un contexto que le permite ser irónico y satírico frente a la realidad que representa. Entre los textos que se pueden citar en esta línea se encuentran Las alumbradas de la Encarnación de Benita, que recrea el caso de las posesas de San Plácido, acaecido durante el reinado de Felipe IV y la privanza de Olivares; De San Pascual a San Gil, acerca de Sor María Cipriana del Patrocinio de San José, que alcanzó gran influencia en la corte de Isabel II; Las brujas de Barahona, que transcurre entre 1527-1528 en un pueblo de Cuenca y presenta a las brujas satánicas que fueron perseguidas por la Inquisición; y El doctor Torralba, pieza que encarna la eterna batalla entre la razón y la fe, y refleja la trayectoria vital y el triste final de Eugenio Torralba, médico asistido por el espíritu Zaquiel, procesado por el Santo Oficio. El capítulo llega a su fin con algunas referencias imprescindibles a otros dramaturgos que han recalado en el ocultismo, tales como Alfonso Sastre, Francisco Nieva, Agustín Gómez Arcos, José Martín Recuerda y Maribel Lozano.

Por último, este investigador aborda “Los Orishas de Ifé: deidades africanas en el teatro cubano y brasileño”, de modo que cubre también una parte de la producción dramática latinoamericana, en relación con el ocultismo. En concreto, abarca los elementos indígenas y extranjeros que conforman la cultura hispanoamericana. En concreto, interesan enormemente las tradiciones africanas, que llegaron a América a través de los pueblos esclavizados. Dichos aspectos culturales y religiosos se conservan tanto por vía oral como literaria, y las principales divinidades son las Yoruba, también llamadas Orishas, y perviven básicamente en los países caribeños hispanos y en Brasil; se pueden detectar, por ejemplo, en la denominada Santería, pues en algunas zonas a estos dioses se les da el nombre de santos. De esta fe dan testimonio los ensalmos, cuentos, recetas, mitos, dichos, hechizos y la farmacopea. Muchos escritores han usado leyendas y cultos africanos como base para sus obras, sobre todo en Cuba y Brasil. En Cuba destacan, en el género dramático, autores como Carlos Felipe, José R. Brene, Pepe Carril, etc. En varias obras de estos tres creadores se centra Lima con más detenimiento, antes de pasar a la literatura brasileña, en la que hay que mencionar, como dramaturgos, a Pedro Bloch, Abdias do Nascimento, Alfredo Dias Gomas y Zora Seljan. En varias piezas de esta última se detiene por extenso el autor y, del mismo modo, recala en Abdias do Nascimento, para poner ya punto final a un capítulo que, sin duda, ocupa un papel destacado en esta monografía, por el espacio que se le dedica.

Para concluir, Lima ofrece, en una tercera parte de su volumen, una bibliografía completísima y muy útil que recoge todos los autores, tanto españoles como latinoamericanos, y piezas que, de algún modo, tocan algún puntal de las artes ocultas; y ofrece, así, al investigador una herramienta imprescindible para poder localizar aquellos textos que permiten ahondar en la temática mágica en nuestras letras, pues, sin duda, la literatura hispánica no puede entenderse en toda su complejidad sin aludir al esoterismo. Robert Lima traza un camino orientativo que guiará al lector interesado desde los orígenes del teatro hasta la actualidad, perfilando todos los grandes hitos que han contribuido a hacer de nuestra obra dramática una parada obligatoria en el recorrido de todo buen estudio sobre magia.

 

 

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