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5. GRABACIÓN Y ANÁLISIS DE UN ESPECTÁCULO

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5.1 · EL NACIONAL, DE ALBERT BOADELLA: EN DEFENSA DEL TEATRO PURO


Por Milagros Sánchez Arnosi
 

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1.1. Breve historia de un teatro irreverente y disidente

Sorprende que un teatro como el que ha realizado Joglars –denominación adoptada a partir del año 2010, fecha coincidente con el estreno de 2036 OMENA-G, con el fin de facilitar la pronunciación mediante la eliminación del artículo–, perfecto estéticamente y de una originalidad poco común en nuestro teatro español contemporáneo, haya sido tan poco estudiado, máxime si tenemos en cuenta que, además, es una de las compañías más longevas y estables de Europa: 51 años de existencia que avalan el buen quehacer teatral de esta banda creada en 19611, según consta en el Acta fundacional, y no en 1962, como errónea y repetidamente se señala, convertida en 1983 en una solvente cooperativa que, gracias a una envidiable estabilidad económica, ha podido dedicarse a hacer espectáculos caracterizados, sobre todo, por cuatro señas de identidad: transgresión, sátira, humor y una equilibrada mezcla entre lo popular y la investigación escénica. Serán precisamente esta solvencia y tranquilidad financiera lo que les permitirá sobrevivir con autonomía e independencia a lo largo de medio siglo, presentando 35 obras de creación propia2.

En la larga biografía de este grupo hay que destacar que su evolución estética ha sido natural, tranquila y en función de las necesidades artísticas y personales: recordemos que en 1972 abandonaron el local de Barcelona para trasladarse a las actuales instalaciones en Pruit –un lugar bucólico–, en donde se construyó una cúpula geodésica de 19 metros de diámetro de estructura desmontable, en polietileno, material importado de Alemania, de color verde con el fin de que no desentonará con el paisaje (definida por Albert como un vientre preñado de posibilidades creativas que se gestarán con las improvisaciones de los actores), para, finalmente, adquirir en 1983 la cercana casa y finca El Llorá, una construcción de 1930 del arquitecto Francesc Folguera para la familia Tecla Sala, perteneciente a la burguesía catalana. Es en este entorno en donde el grupo vive concentrado y aislado del ruido urbano durante los intensos meses de ensayos, un retiro en consonancia con la firme convicción del dramaturgo de que es la posibilidad más eficaz de trabajar y de vivir en equilibrio con la naturaleza, lo que le llevó a elegir una alternativa única y singular para ensayar las obras: la mencionada cúpula que, por otro lado, está situada al lado de la iglesia y del cementerio de Pruit, lugar desde el que se divisa el bellísimo paraje de Collsacabra. La relación que este “vientre” mantiene con el exterior no será coercitiva, sino muy cercana con la vida natural, lo que permitirá, como dice el especialista Abellán, captar el valor del tiempo y el espacio para regular la energía mental y física. Pero, además, la finca y residencia El Llorá, en donde viven los actores durante el tiempo que duran los ensayos, se encuentra en medio de un bosque, rodeada de abetos, cedros y secuoyas. Este menosprecio de corte y alabanza de aldea ha ayudado a los actores a encontrar una fuente natural de energía. Esta compañía, además, ha rechazado, en actitud muy poco común, premios institucionales –como, por señalar uno, el Nacional de Teatro en 1994 concedido, precisamente, a El Nacional, año en el que la socialista Carmen Alborch ostentaba la cartera de Cultura en el Gobierno. En este caso la renuncia fue al dinero (2,5 millones de pesetas, 15.000 euros), pero también ha desestimado reconocimientos oficiales, subvenciones públicas y ha esquivado a las instituciones del Estado, independientemente del partido gobernante.

Esta amplia trayectoria artística hay que relacionarla con una serie de acontecimientos históricos especialmente significativos en la historia de España que abarcan desde la dictadura franquista hasta la actualidad más reciente, con una clara incidencia en el devenir de Cataluña. Un recorrido que no ha sido fácil, lo cual no ha impedido que la compañía se haya mantenido unida, incorporando nuevos componentes cuando ha sido necesario, unidad que se explica por la solidez de un equipo siempre alentado por Boadella y que consolida su vocación de continuidad tras la decisión de su director, en septiembre de 2012, de pasar el testigo al actor Ramón Fontseré, que desde hace 30 años pertenece a la banda, traspaso que fue anunciado como parte de un proceso de cambio y evolución del grupo. En estos 51 años Joglars ha soportado tragedias como el fatídico accidente de Gloria Rognoni, separaciones, rupturas, muertes como las de Frederic Boix, Joaquim Cardona, Esperanza Fonta, Carlota Soldevila, Marta Catalá, Jaume Sorribas…, problemas económicos, ninguneo y desprecio por parte del gobierno de Jordi Pujol3, marginación oficial en Cataluña –ninguna de sus obras fue emitida en la televisión autonómica y el Teatro Nacional de Cataluña les cerró sus puertas–, duras críticas a Boadella por aceptar la dirección de los teatros del Canal de Madrid y un largo etcétera imposible de resumir en este análisis. Todas estas dificultades han estimulado, sin embargo, el impulso creativo de Boadella y han hecho posible que Joglars sea la compañía privada europea más longeva, también una de las más polémicas y molestas para el poder, sea del signo que sea; pero, sobre todo, es un grupo representativo de una forma peculiar, original y muy personal de hacer teatro que ha evolucionado desde sus inicios, cuando utilizaba el silencio, la desnudez escenográfica y el mimo, para pasar, progresivamente, a la incorporación de objetos, palabras, frases, surgidos en las improvisaciones; o al aprovechamiento de un referente literario concreto como son la obras cervantinas: El retablo de las maravillas y El Quijote, hasta llegar a una escenografía cada vez más compleja, así como al empleo de estructuras narrativas y estilísticas formales muy sugerentes y provocadoras, nunca acomodaticias, siempre en constante experimentación lo que ha evitado que su teatro se haya amanerado y esclerotizado:

Han hecho el único teatro no copiado que se ha visto en los escenarios catalanes en los últimos años; el único que mantiene con su tiempo unas relaciones no escapistas; el único no doblegado por el comercio político […]; han hecho, en suma, el teatro del “no” –un “no” cerebral, maduro, violento–, pero su vida es una constante afirmación. (Espada Arcadi, 2001, 11).

Un teatro, por tanto, que se alza como un oasis en medio de un panorama escénico puesto, en general, al servicio del sistema, que esconde la mediocridad bajo carísimos montajes. En definitiva, Joglars busca constantemente nuevos lenguajes que con eficacia comunicativa consigan emocionar intensamente al receptor, al que se tiene muy en cuenta:

A partir de que se estrena se produce el clásico movimiento que yo llamo de espectadores, que mueve la obra: si el movimiento que da a la misma es positivo, lo acepto y vuelvo a apretar las tuercas; o si el movimiento es negativo y me mueve la obra en un sentido que tengo que forzar al espectador buscando nuevas salidas. Es decir, si la obra tiene una expresión más bien cómica que incluye mucha reacción del espectador, muchas risas… su expresión directa me puede mover la obra en los tiempos y en la retención de esos tiempos. A veces tengo que cortar para que la reacción no sea tan fuerte. Digamos que tengo que especular los quince primeros días con el espectador. (VV.AA., 1999,37)

A pesar de lo dicho, pocos críticos y estudiosos reconocen la calidad de las producciones de Joglars y sus análisis quedan mediatizados por las opiniones que Boadella ha manifestado sobre la política, el arte, los toros, el nacionalismo o sobre Cataluña, así como por algunas de sus decisiones como la aceptación de dirigir un Quijote que le encargó la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, cuestiones todas extra teatrales que han silenciado la calidad de un teatro díscolo, independiente, de denuncia, formalmente impecable, escéptico ante el poder y ético en sus convicciones morales.

No podemos dejar de hacer referencia a las relaciones que Boadella ha mantenido y mantiene con Cataluña, pues es algo que ha determinado que el dramaturgo, desde hace años, escriba solo en castellano.

Parece antinatural que siendo Boadella catalán, amante de su tierra y de su lengua, Cataluña no sea su lugar de residencia, que no pueda representar en ella –boicoteo que comenzó en 1989–, que Cataluña lo haya considerado un “traidor a su patria” por haber renegado de “las esencias de la tribu”, que el partido Estat Català pidiera enviarle a la cámara de gas o que florecieran artículos y grafitis en los que se le exhortaba para que se marchara de una región cuyo único rasgo diferencial, según Boadella, no es la lengua, la sardana o el caganer, sino el auténtico silencio de los corderos de la cultura. Todo lo dicho se explica por el hecho de que Boadella se ha enfrentado de manera contundente a todo aquello que va contra el sentido común. Actualmente el dramaturgo ha afirmado que la trama de sentimientos y afectos que une Cataluña con el resto de España está rota, clarificando su postura de esta manera:

Solo habría tres razones fundamentales para volver a actuar en Cataluña: la primera, que cambiara el régimen (cosa muy poco probable a corto plazo); la segunda (más probable), que el debilitamiento mental de la vejez hiciera su faena en el terreno del sentimentalismo. Ante esta razón, solo cabe tener el buen sentido de aplicarse a sí mismo la eutanasia; y la última, que la compañía me obligara a actuar por razones de supervivencia. (Sánchez Arnosi, Milagros, 2010).



1 Recomendar a aquellos interesados en ampliar este análisis las ediciones que para la editorial Cátedra (Letras Hispánicas) he realizado sobre siete obras de este grupo: SÁNCHEZ ARNOSI, 2006, 2011a y 2011b.

2 Los ingresos por ayudas oficiales han sido irrisorios: un ocho por ciento sobre su presupuesto anual.

3 No olvidemos que el ex presidente pidió a Pío Cabanillas, a la sazón Director General de Televisión Española, que excluyera de la programación nacional La increíble historia del Dr. Floit & Mr. Pla.

 

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