logo Centro de Documentación Teatral
Logo Don Galan. Revista Audiovisual de Investigación Teatral
imagen de fondo 1
imagen de fondo 2
NÜM 4

PortadaespacioSumario

espacio en blanco
1. MONOGRÁFICO

Logo Sección


1.1 · UNA VISIÓN INCOMPLETA DE LA ESCENOGRAFÍA EN ESPAÑA DESDE 1975


Por Javier Navarro de Zuvillaga
 

Primera  · Anterior -123456-  Siguiente ·  Última

 

* * *

Pero hablemos ya de los escenógrafos.

Primero quiero referirme a los grandes escenógrafos que, desgraciadamente, nos dejaron ya. Tengamos en cuenta que estamos hablando del último cuarto del siglo pasado en cuyo periodo los grandes escenógrafos del periodo anterior (Sigfrido Burmann, Emilio Burgos, Vitín Cortezo y Vicente Viudes8 –todos ellos también figurinistas, aunque Burmann sólo al principio) dejan paso a la nueva generación. A ésta pertenecen dos grandes escenógrafos que vivieron el tiempo suficiente para hacer una gran obra: Fabiá Puigserver (Olot 1938-Barcelona 1991) y Carlos Cytrynowski (Buenos Aires, 1949-Madrid, 1995).

El caso de Fabiá Puigserver es muy singular, ya que, además de escenógrafo, fue también director de teatro, figurinista, actor, profesor y director del Departamento de Escenografía del Institut del Teatre en Barcelona, activista y promotor de las artes escénicas y de la cultura. Así fue el alma de la fundación en Barcelona en 1976 y del posterior funcionamiento del Teatro Lliure. Sobre esta empresa decía Fabiá en 1986:

El Lliure es un teatro que asume su compromiso histórico, ético y moral; un teatro hecho de ilusión, de poesía, de sentimientos humanos. Ha querido demostrar que un teatro de arte es un teatro responsable, que su campo de acción es el hombre y que a partir de aquí es posible mejorar el mundo. Ésta ha sido la fuerza interna, continuamente renovada, que nos ha permitido reencontrar un sentido al hecho teatral contemporáneo y nos ha estimulado a construir un teatro de acuerdo con este sentimiento (Graells y Hormigón, 1993).

Pero aquí debemos hablar de su actividad como escenógrafo. Aparte de su labor en el Teatre Lliure, realizó varios montajes entre los que quisiera destacar los que yo vi. Yerma, para la compañía de Nuria Espert, bajo la dirección de Víctor García en 1971 [fig. 1]; que yo sepa, era la primera vez que se utilizaba en España una lona elástica que cumplía diversas funciones que podríamos calificar de “topográficas”. Recuerdo el gran impacto que nos causó a todos, y no sólo porque fuera una novedad, sino porque esa novedad solucionaba de manera integral los distintos escenarios. Aunque parece que la idea de dicha solución escenográfica era de Víctor García9. Otros trabajos suyos fueron La vida de Eduardo II de Inglaterra (estrenada en el Teatre Lliure en1978 y repuesta en el Centro Dramático Nacional en 1983), de Marlowe, y El público, de Lorca (1986), que también tuve la suerte de presenciar [fig. 2]. En ambos montajes, dirigidos por Lluís Pasqual en el teatro María Guerrero de Madrid (allí es donde yo los vi), sede del Centro Dramático Nacional, del que éste era director, se planteaba una relación escena-público totalmente novedosa en un teatro a la italiana del Madrid de aquellos años, ya que el patio de butacas se había convertido en espacio escénico. En estos trabajos, como en todos los demás que realizó, latía el mismo espíritu que animaba al Teatro Lliure y que he reseñado más arriba. En palabras del propio Fabiá su trabajo consistía en

[…] crear un espacio poético, un espacio donde los elementos escenográficos no fueran a remolque de la acotación para representar un lugar determinado, sino que tuviesen capacidad de crear un espacio respecto a un lugar poético y no a una acotación concreta.

En esta cita resuena la idea de Adolphe Appia: “no se trata de representar un bosque, sino de crear la atmósfera de un bosque”. Por todo lo que hizo, Fabiá Puigserver está considerado una de las figuras clave en la renovación del teatro catalán y español contemporáneo. En 2001 una de las nuevas salas del Teatre Lliure que él había creado recibió su nombre: es el mejor homenaje que se puede hacer al gran hombre de teatro que fue.

Carlos Cytrynowski, formado en Buenos Aires, cosechó grandes éxitos a lo largo de su carrera, primero en su ciudad natal y luego en Europa, adonde emigró a causa de la instauración de la dictadura militar en su país en 1976, trabajando en Ginebra, Berlín y París, tanto en teatro como en ópera. Finalmente recaló en España, donde llegó a ser el escenógrafo y director técnico de la Compañía Nacional de Teatro Clásico durante la última década de su vida, trabajando para Adolfo Marsillach, fundador y director de dicha compañía. En este último periodo realizó grandes trabajos, de los que me gustaría destacar El médico de su honra (1986 y 1994), el primero de sus trabajos con Marsillach y el último de su vida, ya que cuando falleció estaba en cartel una reposición del mismo [fig. 3]; La Celestina (1988) y Don Gil de las calzas verdes (1994), pues tuve el placer de verlos. En los dos primeros hizo un interesante ejercicio de abstracción del espacio escénico, mientras que en el otro parecía luchar contra el horror vacui.

En 1978 recibió el premio “El espectador y la crítica” por Oye patria mi aflicción, de Arrabal, y Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga, de Rodríguez Méndez [fig. 4]. Aparte de hacer la escenografía en ambos montajes, también dirigió el primero de ellos. He aquí un comentario suyo sobre Oye, patria…:

El aparato escenográfico es complicado aparentemente. Creo que la solución dada ayuda a la complejidad de las imágenes, en un mundo de ficción. En mi trabajo todo lo que sea espectáculo me divierte. Frente al realismo, prefiero dar estímulos a los espectadores para que hagan volar su fantasía y evoquen experiencias personales (Samaniego, 1978).

No puedo dejar de citar aquí mi relación profesional con Cytrynowsky cuando Rafael Pérez Sierra, como director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y él como director adjunto me encargaron en 1991 que hiciera una réplica desmontable del escenario del corral de comedias de Almagro para poder ensayar en él el espectáculo que la compañía llevaba cada año al festival de dicha localidad. Su trato fue exquisito y las conversaciones que mantuve con él muy estimulantes. Ese año se llevó El jardín de Falerina, dirigida por Guillermo Heras, y montamos la réplica en el escenario del Teatro de la Comedia, sede de la compañía10, donde la estuvieron ensayando antes de llevarla a Almagro. Posteriormente vino a Madrid y se representó en el jardín del Teatro Olimpia, sede entonces del Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas, que dirigía Guillermo Heras11.

En Almagro hay ahora un teatro con su nombre. Como en el caso de Fabiá Puigserver, se trata del mejor homenaje que se puede hacer al gran hombre de teatro que fue Cytrynowsky: director, escenógrafo, figurinista, iluminador y director técnico de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que cada año lleva un espectáculo al Festival de Almagro. Su obra ha sido también objeto de una tesis doctoral12.

Mario Bernedo (Logroño, 1949 – Madrid, 1993) trabajó hasta mediados de los ochenta como arquitecto, mereciendo el Premio Sehm, aunque luego se dedicó a la escenografía. Sin embargo, siguió dando clases en la cátedra de Análisis de Forma de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid. En 1985 recibió el Premio Teatro Español de escenografía. Trabajó fundamentalmente con dos directores: José Luis Gómez y Gerardo Malla. Con el primero destacan las escenografías realizadas para los montajes de Ay, Carmela [fig. 5] y Lope de Aguirre, traidor, ambas de José Sanchis Sinisterra. Con el segundo hizo La chulapona, del maestro Torroba; El desdén con el desdén, de Moreto; Las galas del difunto, de Valle-Inclán; Pares y nines, de Alonso de Santos y El pícaro, de Fernán-Gómez. También realizó la escenografía de Atila, de Verdi, con dirección de José Luis Alonso Mañes, y un Don Juan para el Ballet Español, dirigido por José Antonio. Así mismo, colaboró con Andrea d’Odorico en El sueño de una noche de verano, de Shakespeare; La malquerida, de Benavente, y La chunga, de Vargas Llosa, puestas en escena por Miguel Narros. Su último trabajo, estrenado después de su muerte, fue para la obra Dígaselo con válium [fig. 6], de Alonso de Santos con dirección de Gerardo Malla.

Simón Suárez (¿? 1947- Madrid, 1996) es otro de los grandes creadores de la escena teatral de este periodo. Fue director de escena, pintor, escenógrafo, figurinista, iluminador y actor. Se reveló como un gran escenográfo y director de óperas, de las que cabe destacar La sonámbula, de Bellíni; La Clementina, de Bocherini; Fígaro, de Encinar; Francesca, de Alfredo Aracil, y El viajero indiscreto, de Luis de Pablo [fig. 7]; las tres últimas, estrenos absolutos. Recibió el premio Joseph Caudí de Escenografía 1992, otorgado por la ADE, por su trabajo en Belisa, de Coria y La hora española, de Ravel [fig. 8], y nuevamente en 1995 por Edipo Rey y El Ruiseñor, de Stravinski. Suárez tenía una idea muy clara de lo que era la escenografía: “…una escenografía está siempre encerrada en una metáfora, y solamente encontrando esa perfecta metáfora surge la escenografía, solamente de esa metáfora, lo demás son cuentos” (Briones, 1996). De Suárez decía Francisco Nieva:

…cordobés formado en Francia y tempranamente malogrado, logró hacer estimar sus hallazgos, no sólo como escenógrafo sino como director escénico que seguía los pasos de Gordon Craig y su resonancia en todos los directores a partir de la II Guerra Mundial. Ello consistía en la facultad de resolver personalmente una totalidad teatral sin fisuras. Pongamos como último ejemplo a Tadeusz Kantor. Cada montaje debía cambiar de sistema, dependiente de aquello que deseaba expresar. No podemos llamar a esto “experimentalismo” a secas, sino compromiso técnico-artístico con el tema a tratar13.

Manuel Mampaso (La Coruña, 1924 – Madrid, 2001). Estudió Bellas Artes en la Escuela de San Fernando. En 1960 se consagra como artista con una muestra en el Círculo de Bellas Artes. Desde 1964 se dedicó a la decoración cinematográfica y teatral. Fue el responsable de la escenografía y vestuario de obras como La mordaza, de Sastre; La camisa, de Olmo, y Águila de Blasón, de Valle-Inclán [fig. 9]. Realizó los bocetos de la ópera Bodas de sangre, representada por primera vez en Buenos Aires, en 1965, y los montajes escénicos de El rinoceronte, El Tío Vania y La Celestina, entre otras. En 1987, el Museo de Arte de Houston hizo una exposición antológica con sus decorados y figurines teatrales y cinematográficos. En 1990 se inauguró una exposición de su obra en el Castillo de Castilnovo de Segovia, que mostraba lo más representativo de su producción. Fue Premio Nacional de Teatro en 1972.

Escribiendo este artículo me llega la triste noticia del fallecimiento de José Hernández (Tánger, 1944 – Málaga, 2013), uno de los grandes escenógrafos españoles de este periodo y uno de los mejores pintores y grabadores de nuestro país. Cuando vi por primera vez una escenografía suya (Así que pasen cinco años, de Lorca, dirigida por Narros en el Teatro Eslava de Madrid en 1978) [fig. 10] me impresionó cómo el surrealismo del autor y el del escenógrafo conseguían una unión perfecta. Hernández ha trabajado como escenógrafo y figurinista en numerosas ocasiones. En 2008 se celebró en la Capilla del Oidor de Alcalá de Henares la exposición José Hernández y el teatro. 1973-2007, organizada dentro del 8 Festival de Artes Escénicas “Clásicos en Alcalá 2008”. En ella se mostraban carteles, planos y bocetos de escenografía y vestuario de los numerosos montajes en los que participó (casi uno por año). Su labor como escenógrafo durante los últimos cinco años no estaba presente en dicha muestra.



8 La obra escenográfica de Burmann ha sido objeto de una tesis doctoral (Beckers, 1992). También lo ha sido la de Burgos (Martínez Roger, 2002) y García López (2003). Por otra parte, se ha publicado: Burmann, 2009; y Navarro de Zuvillaga, 2001; Martínez Roger ha publicado también el artículo “Escenografía teatral en la posguerra. El caso de Emilio Burgos” (2003). Micole Lagarde Rodríguez ha publicado “Víctor María Cortezo: el trazo libre” (2013); Andrés Peláez ha comisariado una interesante exposición sobre la obra de este excelente escenógrafo y figurinista que se inauguró en el Teatro Valle-Inclán de Madrid en mayo de 2012 y que luego ha viajado en junio del mismo año al Museo Nacional del Teatro en Almagro.
En Puebla López-Sigüenza (2012, pp. 519-521) se encuentra un índice de escenógrafos, acompañado del número de espectáculos en los que intervinieron, lo que supone un censo muy completo de este colectivo profesional y de los trabajos que realizaron entre los años 1951 a 1976, que es el periodo en que se publicó la colección.

9 Véase el artículo de Ricard Salvat citado en la nota 7.

10 Aún no habían empezado las interminables obras de este teatro que a fecha de hoy todavía no han terminado.

11 Centro hoy desaparecido, al igual que su sede que fue derruida y en su lugar construido el Teatro Valle-Inclán, una de las sedes del Centro Dramático Nacional. No sé si la réplica del escenario almagreño se volvió a utilizar, pero poco después del fallecimiento de Cytrynowsky nadie sabía nada de ella.

12 Recopilación de la obra del escenógrafo Carlos Cytrynowski y estudio de su etapa con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, original del conocido director de escena Carlos Marchena y leída en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.

13 Nieva, 1986.

 

Primera  · Anterior -123456-  Siguiente ·  Última

 

espacio en blanco

 

 

 

 


Logo Ministerio de Cultura. INAEMespacio en blancoLogo CDT


Don Galán. Revista audiovisual de investigación teatral. | cdt@inaem.mecd.es | ISSN: 2174-713X | NIPO: 035-12-018-3
2014 Centro de Documentación Teatral. INAEM. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Gobierno de España. | Diseño Web: Toma10

Portada   |   Consejo de Redacción   |   Comité Científico   |   Normas de Publicación   |   Contacto   |   Enlaces