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2. VARIA

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2.2 · ‘La casualidad es la décima musa’:
Enrique Jardiel Poncela y la compañía Infanta Isabel


Por Stuart Green
 

 

1. CUATRO CORAZONES CON FRENO Y MARCHA ATRÁS

Como cuenta Jardiel en su prólogo de Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1999a, p. 21), la trama fundamental de dicha obra data de 1926, cuando redactó el primer acto de una comedia sobre la inmortalidad. Unos seis años después, incapaz de desarrollar la idea y presionado por K-Hito (Ricardo García), director de la revista Gutiérrez, para entregar unos artículos ya cobrados, publicó el trabajo como La sin título 2. Esta primera versión narra la misma historia que el acto que abre Cuatro corazones con freno y marcha atrás: un cartero intrigado por el escándalo montado en una casa a raíz del comportamiento exaltado de su dueño, la llegada de un científico distraído para anunciar su descubrimiento de unas sales de la inmortalidad que van a solucionar los problemas financieros y afectivos de todos, y la firma de un seguro de vida. La gran mayoría de las diferencias entre La sin título y Cuatro corazones con freno y marcha atrás apenas son de trascendencia: los nombres de los protagonistas, una acción más acelerada, unos cambios superficiales de diálogo, y unos chistes algo más pulidos. Compárense, por ejemplo, los primeros momentos de las dos obras:

Venancio.– (Deteniéndose en la puerta del foro.) Pues, señor, llevo en el oficio diez y ocho años, dos meses y un día y nunca me ha pasado nada igual.

(Por la derecha entra Irene, una muchacha bastante bonita que viste traje de calle y lleva sombrero, dando muestras de una gran nerviosidad, Irene se dirige precipitadamente a la puerta de la izquierda y llama por ella a voces.)

Irene.– ¡Socorro! ¡¡Socorro!!

(A Venancio se le cae la carpeta.)

Venancio.– ¡Caramba! ¿Qué pasará?

Irene.– ¡Socorro! ¡Doña Socorro!

Venancio.– ¡Ah, vamos! Era nombre femenino…. (Recoge la carpeta.)

Irene.– (Hablando desde la puerta con alguien que se supone que está dentro.) ¡Ese vinagre! ¡Pronto! (Vuelve a cruzar la escena e inicia el mutis por la derecha.) ¡Dios mío! ¡Dios mío, qué apuro!

Venancio.– (Saliéndole al paso.) Oiga usted, señorita, que soy cartero de giros y estoy aquí desde hace dos horas para…

Irene.– ¡Déjenos ahora, buen hombre! (Jardiel Poncela, 1932, sin pág)

Emiliano.– Las siete de la tarde y entré aquí a las doce y media… Hoy es cuando me echan a mí del noble Cuerpo de Carteros, Peatones y Similares, recientemente construido. […] (Por la izquierda sale Catalina, que es una doncella de servicio de la casa. Emiliano se levanta con ánimo de hablarla y de que le atienda.) Pts… Joven… (Catalina cruza la escena sin hacerle caso, hablando sola, preocupadísima.)

Catalina.– ¡Válgame Dios!... ¡Válgame la Santísima Virgen!...

Emiliano.– Me hace usted el favor, joven, que estoy aquí desde las doce y media, porque traigo un certificado para don Ricardo Cifuentes… (Catalina ni le mira siquiera.)

Catalina.– ¡Válgame el Redentor!... (Catalina se va por el foro, como si Emiliano no existiera en el mundo. Emiliano queda en la puerta del foro con la palabra en la boca. Por la derecha sale entonces Adela, una muchacha de unos veinticinco años, muy bonita; lleva traje de calle y la capotita puesta. Está tan preocupada como Catalina, y se va en dirección a la izquierda, hablando sola también. Emiliano, en cuanto la ve, intenta naturalmente entablar el diálogo.)

Emiliano.– Tenga la bondad, señorita, que estoy aquí desde las doce y media, porque traigo un certificado para don Ricardo Cifuentes…

Adela.– ¡Dios mío de mi alma!... ¡Dios mío de mi corazón!... (Jardiel Poncela, 1999a, pp. 44-45).

La única diferencia significativa entre ambas versiones es que el primer acto de La sin título tiene lugar en la actualidad –y no en 1860–, lo cual habría requerido localizar los dos actos siguientes en el futuro, una posibilidad maravillosa para una imaginación tan fértil como la de Jardiel.

Jardiel rescató La sin título en 1935, cuando su amigo Gregorio Martínez Sierra, encargado por un empresario norteamericano de escribir una obra para Broadway, le ofreció esta oportunidad (Jardiel Poncela, 1999a, pp. 22-23). Seguramente por eso figura el nombre de Martínez Sierra junto con el de Jardiel en la sinopsis de la obra redactada aquel año con el título Cinco corazones con freno y marcha atrás 3. La historia resumida aquí se asemeja mucho a la de la obra final: los personajes ya se llaman como en Cuatro corazones con freno y marcha atrás, el primer acto con la toma de sales transcurre en época isabelina 4, el segundo acto tiene lugar en una isla desierta a mediados de los años veinte, y la acción del tercer acto –otra vez en Madrid– se desarrolla en la actualidad. No obstante, existen unas cuantas diferencias curiosas. La más obvia es el título: según la sinopsis, Emiliano también toma las sales de rejuvenecimiento; no continúa siendo inmortal para cuidar a sus cuatro dueños mientras “descumplen” años. Es más, al marido náufrago de Hortensia –aquí llamado Estanislao y no Heliodoro– no lo convierten en niño con dichas sales al final del segundo acto. A cambio, lo vuelven a civilizar Hortensia y Bremón, y acompaña a los demás en su regreso a España. Desde entonces y hasta el tercer acto, “sin objeto en la vida, se ha dedicado a aprender idiomas” (Martínez Sierra y Jardiel Poncela, 1935, p. 13). Por último, en la sinopsis los hijos de Ricardo y Valentina salen en el segundo acto: se presentan en la isla desierta para anunciar que sus hijos –es decir, los nietos– han divulgado el descubrimiento de las sales de la inmortalidad a los medios de comunicación y que, por lo tanto, todo el mundo espera con ansiedad la vuelta del doctor Bremón. Este giro argumental se resuelve antes del tercer acto: han soportado el interés general acerca de su condición y ahora pasan desapercibidos a causa de su rejuvenecimiento físico 5.

El hecho de que la obra ya concluye en 1935 con la incertidumbre acerca de qué va a ocurrir cuando lleguen todos a la niñez nos hace dudar de la veracidad de lo que cuenta Jardiel en su prólogo a la obra respecto a cómo se le ocurrió tal desenlace (1999a, pp. 31-32). Si no visitó la tumba de su madre en busca de inspiración –puesto que ya sabía cómo terminar la obra–, ¿por qué inventar tal historia? Llama la atención sobre esta discordancia Fuster del Alcázar (2008, pp. 161-162), aunque sin aventurar una explicación. Creo que hay que buscarla en el hecho de que este prólogo se escribió en el verano de 1939: ¿quiso Jardiel –intranquilo por sus enlaces con una vanguardia a la que habían pertenecido Alberti y García Lorca y por su sátira de ciertos valores conservadores en novelas como La «tournée» de Dios (1932)– congraciarse con las nuevas autoridades denostando al bando contrario con la fábula de que destruyeron la tumba de su madre un grupo de simpatizantes de la izquierda? Quédese esta pregunta sin respuesta a falta de detalles más concretos.

Al no llegar a realizarse la producción neoyorquina, a comienzos de 1936 Jardiel recurrió a lo que ya tenía escrito a petición de Arturo Serrano, empresario de la compañía del Teatro Infanta Isabel, quien deseaba estrenar una comedia suya el Sábado de Gloria 6. Dado que La sin título y Cinco corazones con freno y marcha atrás exhiben varios rasgos típicos del teatro español de la época –grandes papeles femeninos para la diva de la compañía y la segunda actriz (Dulzura/Hortensia y Gabriela/Valentina), otros masculinos para el primer actor y el galán (el doctor Bermúdez/Bremón y Alberto/Ricardo), un gracioso (el cartero Venancio/Emiliano), y papeles de criados para los característicos especialistas en interpretar dichos personajes–, quizás uno pensaría que no presentaba muchos problemas para el escenario. Sin embargo, resulta que no encajó fácilmente con la estructura de la compañía de Serrano: la lectura de los dos actos decepcionó a varios actores de la compañía (Jardiel Poncela, 1999a, p. 27). Para profundizar en los motivos de tal decepción y en los cambios al texto que efectuó Jardiel posteriormente, es preciso indagar en la historia de la compañía Infanta Isabel.



2 Gutiérrez, 15 y 22 de octubre, 5, 12, 19 y 26 de noviembre y 3 de diciembre de 1932 (sin pág.).

3 Agradezco a Beatriz Patiño y a Elvira Garrido, bibliotecarias del Museo Nacional del Teatro en Almagro, la oportunidad de consultar su ejemplar de esta sinopsis.

4 Existe cierta duda acerca de la fecha exacta de este primer acto. Mientras la descripción de este acto indica 1850, la del segundo acto dice que los acontecimientos anteriores sucedieron en 1860 (Martínez Sierra y Jardiel Poncela, 1935, pp. 3 y 7).

5 En su estudio de la sinopsis, Fuster del Alcázar (2008: 157-8) señala la presencia en el segundo acto de los hijos de Ricardo y Valentina, y nota el nombre original del marido náufrago de Hortensia. Sin embargo, no detalla ni las noticias que traen los hijos de Ricardo y Valentina ni el hecho de que vuelve Estanislao con los protagonistas a España en el tercer acto.

6 Al comienzo de la Segunda República, al Infanta Isabel –construido en 1907 como Cinema Nacional y convertido en teatro en 1913– le cambiaron el nombre por María Isabel, y por Ascaso durante la Guerra Civil. En el presente trabajo, para evitar confusión, me refiero al edificio y a su compañía utilizando siempre el nombre Infanta Isabel, el cual se volvió a adoptar después de abril de 1939.

 

 

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