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2.5 · LA PAZ, DE ARISTÓFANES, EN VERSIÓN DE FRANCISCO NIEVA: UNA CEREMONIA GROTESCA


Por J. Francisco Peña Martín
 

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3. EL HUMOR COMO CATARSIS

La comedia griega es el contrapunto de la tragedia, el mundo visto desde la óptica liberalizadora del humor. La risa es, en la comedia, el medio de sacar a escena todos los instintos más primarios, más espontáneos, sin la grandilocuencia de la tragedia pero con más fuerza catártica.

Hay en el humor como una dramática tolerancia y una forma ascética de placer –valga la paradoja– que hace que la aceptación del mundo arbore, para nosotros, una caracterización más bien optimista (Nieva, 1980, p. 101).

La comedia griega se representaba durante las fiestas de Dionisos, el dios de la opulencia, de la felicidad, de la libertad total de los instintos, y, por ello, se integra perfectamente con el sentir del pueblo. Todo el teatro de Nieva está impregnado de este sentido mítico de lo primario.

En estas obras el antihéroe surge del pueblo, como el viñador Trigeo o la mayoría de los personajes nievianos, y se muestra como un héroe cómico que alcanza el triunfo entre sus miedos y sus angustias. Esta humanización del héroe, sin la trascendencia trágica, es lo que le identifica con el vivir de la colectividad. En la comedia se muestra una clara antinomia entre la forma externa y el sentir profundo. El humor, la falsa realidad, el dominio de la fantasía, la caricatura y el absurdo no son más que las expresiones de las angustias vitales, el ansia del pacifismo, la búsqueda de la felicidad en una evasión irreal pero que se convierte, aunque sólo durante la representación, en el mundo mágico de la satisfacción de los sueños.

En la comedia existe también otra clara dimensión dicotómica entre la fantasía y la realidad. Aristófanes, como Nieva, parten de una circunstancia concreta, del sentir común de un pueblo manifestado en los tipos, las costumbres, las formas de vida más realistas. No en vano, como dice Rodríguez Adrados (1975, p. 21), “Aristófanes nos da la descripción más precisa y realista que poseemos de la sociedad ateniense de su tiempo”. Pero estos elementos reales que integran a la comedia en la colectividad se impregnan de la más abultada fantasía para poder, con ello, elevar la vida cotidiana a la categoría de arte. La imaginación desborda la realidad y libera el espíritu del agobio de lo diario. El espectador se evade en la ilusión de que las penalidades del antihéroe son muy superiores a las suyas y no se siente oprimido por la grandeza del héroe trágico, sino que se encumbra por encima de lo ridículo.

Todo ello se consigue por medio de la caricatura, de la exageración, de la libertad de lo espontáneo y a través de la fantasía más desbordante. No es extraño, con estas premisas, que Trigeo alimente con bolas de mierda a un escarabajo para intentar alcanzar el Olimpo, ni que los personajes se nos presenten como caricaturas deformando sus rasgos hasta quedarse en apuntes del prototipo que representan. La Guerra, por ejemplo, siguiendo fielmente su espíritu, vocifera, insulta, patalea violentamente como un ser irracional y sin sentido. Hermes, la divinidad del Olimpo, se ha quedado de “guardia” para vigilar la vajilla, y en medio de esta ridiculización grotesca de los grandes temas y héroes, la astucia humanizada y sencilla de Trigeo consigue su objetivo.

Uno de los rasgos más destacados para conseguir la liberalización del humor es la explosión del sexo, que se debate, como en casi todas las obras de Nieva, entre el tabú establecido socialmente y el afán de libertad instintiva. La Guerra tienta a Trigeo con la atracción del sexo diciendo: “Anímate, y hazme tuya, papanatas. Sabe que entrepiernas tengo un mortero enfogarado en donde muelo mucho pimentón. ¡Fiebre tengo en el mortero, paroxismo, efervescencia...!”.Los esclavos, ante la ausencia de Trigeo, quieren violar a sus hijas: “¿No quieren jugar ahora, señoritas de remilgo, al juego de la llave y la cerradura?”.Y ellas, que en principio se niegan, adoptan ese aire entre inocente y perverso tan propio de muchas de las mujeres de Nieva, para acceder a las pretensiones de los esclavos: “Y si ellos quieren violarnos mientras saltamos a la comba, nosotras salvamos nuestra inocencia y, a la vez, se calmarán esos cimarrones”.

En el humor de Aristófanes, potenciado en la versión de Nieva, existe un especial sentido salvador y glorioso, un optimismo desbordante y jubiloso que funde el deslumbrante mundo del éxtasis, la felicidad y la risa.

Hay en los grandes humoristas y satíricos algo muy extraño: saben que no son dioses pero juegan a serlo, a identificarse con algo que planea por encima del bien y del mal y son implacables denunciando al mundo, aunque asimismo sus irónicos perdonadores, y la Creación misma termina por ser aprobada en pleno con una risa feliz. Son un canto a la vida. (Nieva, 2002, p. 472).

 

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