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NÜM 4

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7. RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

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7.1 · SORIA TOMÁS, Guadalupe (ed.), La representación de las pasiones. Perspectivas artísticas, filosóficas y científicas, Madrid, Dykinson, 2013, 269 pp.


Por José Manuel Querol
 

 

Portada del libro


SORIA TOMÁS, Guadalupe (ed.), La representación de las pasiones. Perspectivas artísticas, filosóficas y científicas, Madrid, Dykinson, 2013, 269 pp.

José Manuel Querol
Universidad Carlos III de Madrid


Representar las pasiones, convertir el alma humana en gesto, en acción, en geometría dinámica, desvelando el misterio, ejecutando la magia que convierte al teatro y a la literatura en ritual sagrado, en antropofanía. Sin representación –re-presentar, volver a presentar, pero también hacer visible para otros aquello que nos sostiene en la humanidad, las pasiones–, no hay arte. Y no hay arte porque desaparece su finalidad: conmovere, conmover. Pero, ¿conmover para qué? Para limpiar, para purgarse de las propias emociones, experiencias, sentimientos y aceptarlos, incluso para aprenderlos, para consolarse (el teatro, la literatura: consuelo de las pasiones propias) y aliviar la vida: catarsis lo llamaba Aristóteles.

Sin catarsis tampoco hay teatro, no hay literatura y sin ellas no hay civilización, sino represión y barbarie alternándose caóticamente. La categoría aristotélica es válvula de escape que a veces funciona, sí, y así, viendo en otros el sufrimiento, la angustia, el dolor, la ira o el amor, el odio, la mala fortuna, la tije (la fatalidad), reconocemos en nosotros mismos las mismas cosas y nos hacemos humanos también, nos educamos “por medio de la piedad y el terror realiza la purificación de tales pasiones”. (Poética 1449 b 24).

La purificación tiene un fin liberador, a través de la acción escénica, del gesto, de la narración de las acciones se desprende el exceso emotivo, la perturbación, incluso la duda y la culpa, y alcanzamos otra dimensión. De eso trata este libro, de cómo hacemos todas estas cosas con las palabras, con los gestos, con la representación modelada de nuestras emociones y sentimientos.

Guadalupe Soria Tomás sabe de estas cosas, porque une a su enorme capacidad como estudiosa de la literatura, el componente activo de la formación actoral, lo que le ha permitido considerar el tema desde una perspectiva más amplia que reúne todos los matices y perfiles de la representación de las pasiones en un texto colectivo que ella ha coordinado y que suscita en el lector la impresión de estar ante un estudio arborescente, en el que, de un mismo tronco, nacen ramas que le llevan del siglo XVIII a la contemporaneidad más actual, del teatro a la novela, de la retórica a la escultura, del canto a la iconografía.

Se trata de un libro hecho desde la interdisciplinariedad, con vocación totalizadora, prismática; las cosas nunca pueden ser definidas desde un único punto de vista, y Guadalupe Soria Tomás se ha rodeado para abordarlo de un grupo humano nada ajeno a la pasión, pues con pasión, ánimo y mirada convergente abona cada uno de los especialistas su parcela.

No podía comenzar de otra manera, después del obligado preámbulo, la palabra se le da al artista, al constructor de gestos, Juan Bordes, escultor que es capaz de construir el principio de individuación a partir de los referentes iconográficos clásicos, y que dedica su capítulo a abordar la historia de la fisionomía.

Pero ¿qué forma tienen las pasiones? Es una pregunta a la que trataron de responder Descartes, Hume, Spinoza, y cuya respuesta busca David Conte (Universidad Carlos III de Madrid) en la novela moderna, y que constituye el capítulo II del libro. La gestualidad y la mímica hecha palabra en las narraciones de Laclos, de Madamme de Lafayette, Balzac, Stendhal y Proust siguen una estela temporal que transfigura la morfología de las pasiones y documenta David Conte con el arrebato metodológico de la teoría literaria más actual.

El libro continúa adentrándose en el examen de las emociones desde la perspectiva del espectador en el capítulo que Antoni Gomila (Universitat de les Illes Balears) dedica a la recepción y los efectos del trabajo de representación del actor y sus instrumentos psicológicos. Es interesante su conclusión sobre la paradoja de la tragedia: los efectos positivos de catarsis, la satisfacción estética y la transferencia en la acción dramática del desarrollo particular del conflicto hacia el significado moral.

Desde nuestro punto de vista, el capítulo central del libro es el que se encomienda a Eduardo Pérez-Rasilla (Universidad Carlos III de Madrid), que se centra en el análisis de la derrota del rostro en la contemporaneidad. Aceptando la metonimia básica (rostro/persona), la representación de este corre paralela a la construcción del individuo como paradigma del mundo, y en ese sentido el recorrido presenta su derrota final a partir del siglo XX, en el que se diluye, primero entre maquinismos y políticas totalitarias, pogromos y campos de concentración, y luego en el marasmo consumista. El rostro acaba por sostener en la escena más actual su propia negación, y quizás, apostillamos nosotros, como negación y certificado de muerte del individuo tal y como nació de la Revolución Francesa. El planteamiento de Pérez-Rasilla es brillante, pero no es lo único; no es sólo que sea difícil encontrar estudios con un aparato teórico clásico tan sólido como el que sostiene su discurso entre quienes se acercan al estudio del teatro contemporáneo, sino que además, Pérez-Rasilla concita en su examen todas las implicaciones de la derrota del rostro en la dramaturgia actual para dar una imagen del hombre contemporáneo como reflejo de la misma.

Las relaciones entre la Retórica clásica y el teatro se las ha encomendado la doctora Soria a la profesora Rosa García-Gasco Villarrubia (Universidad Complutense de Madrid). Desde la irrupción en el panorama de la Teoría de la Literatura del grupo μ de Lieja, la Retórica ha ido de la mano de la Poética al converger las finalidades (ars bene dicendi / ars bonum dicendi) de ambas disciplinas en la necesidad de conmover. El foro y la escena se reúnen en este capítulo y la profesora García-Gasco establece una fecunda comparación en el análisis del reflejo de las pasiones en los discursos retóricos y en el drama clásico.

Alba Montes Sánchez (Universidad Carlos III de Madrid) nos sumerge en la polémica sobre las pasiones en el mundo antiguo, y también en uno de los debates históricos más interesantes: el relativo al significado ético de la representación de las emociones en la tragedia griega: aidós frente a aisquine, la vergüenza; si bien su comentario no centra su interés en la filología, sino que recorre los aledaños fenomenológicos y culturales (también interesantes).

Una de las emociones con mayor expresión en la literatura renacentista, barroca y neoclásica es la de la melancolía, que estructura la transferencia simbólica durante el siglo XVIII de la expresión decadente, contemplativa, tardobarroca –la calma antes de la tempestad– hacia el análisis socio-psicológico ilustrado que acabará por estallar en el Romanticismo como forma de la conciencia desdichada. El melancólico en la escena española del siglo XVIII es el tema que trata Fernando Doménech Rico (Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid).

La profesora Soria nos regala un recorrido en estampas por la iconografía de la emoción en un texto concreto: Venganza catalana, de García Gutiérrez. Romanticismo en estado puro. Es interesante este capítulo VIII porque muestra un claro ejemplo de la interpretación actoral histórica, y al tiempo evidencia la máxima horaciana: ut pictura poesis. Soria establece los nexos entre la iconografía de la época (un trabajo de investigación en archivos encomiable) y el análisis del texto.

Y si hemos pasado ya por la textualidad concreta del teatro contemporáneo, por la actividad actoral durante el siglo XVIII y por la iconografía romántica, si hemos ido y vuelto del ágora o el foro al teatro y hemos leído en la narración el gesto del rostro, si hemos ido del actor al espectador, ahora el eje se completa con el trabajo de la profesora Mª del Coral Morales Villar (Universidad de Jaén): Las pasiones en los tratados españoles de canto del siglo XIX. La ópera es aquí considerada desde la teórica del canto de los tratados españoles del intersiglo romántico.

Las emociones, como sintaxis complejas de elementos estructurados, ejecutan su representación a través de una dinámica interactiva entre el sentimiento y su expresión, y permiten a Mercedes Rivero Obra (Universidad Carlos III de Madrid) dar forma de respuesta al origen, expresión, finalidad y significado de las pasiones.

Pero es el profesor Fernando Broncano (Universidad Carlos III de Madrid) quien se encarga, desde la perspectiva filosófica, de amalgamar a la filología, la retórica, la fisionomía, la iconografía y el trabajo del actor en una única dimensión gnoseológica: la identidad. Las emociones proporcionan el espejo de esta, dibujan el perfil del individuo. De Heidegger a Marx, pasando por Flaubert (La educación sentimental), para construir el carácter (antesala quizás, o tal vez consecuencia, de la identidad) y su expresión emocional. Es inquietante la última parte de su discurso, entre el análisis neuronal y la sospecha de que nada está bajo control en nuestro sistema límbico.

El libro casi se cierra con el capítulo que mira las emociones desde la psicología, y que se ha encargado al profesor Enrique G. Fernández Abascal (Universidad Nacional de Educación a Distancia), que navega por el mapa emocional y dialoga con los efectos de la emociones de forma sencilla, didáctica, incluyendo diagramas y dibujos de la alegría, la ira, el miedo, la tristeza, el asco o la sorpresa en el rostro humano.

El epílogo queda a cargo de una actriz y directora de escena, como no podía ser de otra manera: Magüi Mira. La creación de la emoción, la magia, es el broche oportuno para este estudio. En definitiva, un libro, creo, imprescindible como síntesis de la antropofanía artística, como modelo interpretativo de la representación de nuestros miedos, ansiedades, anhelos y alegrías en esta forma simbólica, que decía Cassirer, que es la literatura, pero, y también, un libro emocionante.

 

 

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