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7. RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

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7.13 · NIEVA, Francisco, Teatro caliente, Madrid, Fundamentos (Col. Espiral/Teatro), 2013, 330 pp.


Por J. Francisco Peña
 

 

Portada del libro


NIEVA, Francisco, Teatro caliente, Madrid, Fundamentos (Col. Espiral/Teatro), 2013, 330 pp.

J. Francisco Peña
Universidad de Alcalá


Tras la edición de su Obra Completa (Espasa Calpe, 2007), el dramaturgo Francisco Nieva nos ha vuelto a sorprender con un conjunto de obras que son un ejemplo de la vitalidad que entraña todavía su capacidad creativa. Bajo el título genérico de Teatro Caliente, engloba Nieva siete obras teatrales: Toque de tinieblas, Visitas a los monasterios, El misterio de la bota cocida, El increíble Robin, No sé cómo decirlo, El mozo temerario en el año del cólera y Cabeza de Santa Catalina. Las publica la editorial Fundamentos en su colección Espiral/Teatro y la edición está a cargo de Juan José Granda, uno de los mejores conocedores del teatro de Nieva, de quien ha montado como director varias obras y ha publicado varios estudios. En la introducción, Juanjo Granda afirma que

estos personajes calientes no son del mundo que nos rodea, sino entes simbólicos que pertenecen a nuestro imaginario, se encuentran agazapados en las profundidades de nuestro cerebro, en nuestra alma; y el autor, con sus añagazas poéticas y su evidente llamada al escándalo y la crítica social, nos induce a reflexionar, sonreír y soñar con estos fantasmas escénicos, todos ellos víctimas de una tentación.

Destacamos esa referencia al “escándalo” que hace Granda como uno de los elementos más sorprendentes y atractivos de estas obras. Nieva suelta su pluma creativa por encima de convencionalismos pacatos, como ha hecho siempre en su teatro, pero esta vez ampliando el registro de lo tentador y provocativo. En No sé cómo decirlo, por ejemplo, Eutimia denuncia ante el comisario de policía –en un monólogo de una gran imaginación y riqueza lingüística– cómo su marido la ha abandonado porque mantiene relaciones incestuosas con su propio hijo. En esta y en las demás obras del Teatro Caliente, deja bien claro Nieva que el arte no debe utilizar la ética como barómetro de la estética, tal como viene predicando el racionalismo desde los inicios del mundo, sino que la única forma de acceder a lo esencial y primitivo se encuentra en la rebelión implícita en el ridículo, lo absurdo, la paradoja, el misterio y lo demoníaco.

Algunas de las obra incluidas en este libro han tenido una primera versión en otras ediciones anteriores y han sido recogidas en la Obra Completa, pero, en esta edición, Nieva las ha transformado en gran medida para incrementar su sentido mágico y transgresor. Ese es el caso, por ejemplo, de Toque de tinieblas, que se publicó en la Obra Completa en forma de libreto de ópera, o de No sé cómo decirlo, publicada en la colección “El teatro puede”, de Huerga y Fierro.

Pero si las obras esconden un mundo rico y sugerente, no lo es menos la “introducción” que escribe el propio Nieva, tanto al conjunto de las obras como la “nota previa” a cada una de ellas. La Breve analítica personal con que Nieva abre la edición es una maravillosa historia en la que la memoria se tiñe de nostalgia, magia y sueño para ponernos delante un mundo lleno de fantasmas tiernos, provocadores, juguetones, fascinantes… En verdad, esta introducción muestra el origen y desarrollo de todo su teatro, desde la fantasía iconográfica de una revelación fastuosa a la presencia de una realidad teatralizada. Como dice el propio Nieva,

me sentía fascinado por cuanto había y sucedía en aquella casa –ya derruida hace unos cuantos años–, que me estaba dotando del imaginario antedicho, motivando mi futura estructura dramática. En resumidas cuentas, y esto es lo gracioso, a mí me tragó un agujero negro, y volví convertido en historiador “de lo que no había visto” sino en el magma de mi imaginación.

Las “notas previas” de cada obra apuntan al mundo interior del artista e insinúan cuáles son las claves en las que se basa esa explosión de imaginación y misterio de todas las obras, y nos ilustra, además, en cómo Nieva, tras cada imagen surrealista o irracional, esconde una referencia concreta al mundo que le rodea. En la “nota previa” a Visitas a los monasterios, dice, por ejemplo:

En su clave de sainete, se enfrenta –oblicuamente– con el terrorismo contemporáneo y la fanatización de los jóvenes por sectas o partidos políticos. […] Véase, pues, que de la más patente realidad surge una fábula fantástica que la corrobora hiperbólicamente, sin necesidad de recurrir a un chato realismo informativo y crítico.

El surrealismo, el expresionismo y el romanticismo impregnan todas las obras, como todo su teatro, pero el matiz erótico, dominante en este caso, incrementa el mundo de la sugerencia. Nada se dice, todo se intuye. El lector, como el espectador si algún día algún director valiente se atreve con ellas, encuentra el “mensaje” envuelto en la más radical expresividad poética para que no sea un mero receptor de la obra sino un “cocreador” del espectáculo.

El misterio de la bota cocida, por ejemplo, es un magnífico de ejemplo de cómo la riqueza del vocabulario sirve para expresar la fuerza de la atracción erótica. En esta excelente obrita, doña Pacucha, a través del lenguaje, eleva el erotismo a la categoría de arte. Como dice Nieva: “Tengo derecho a que [mis personajes] hablen con la misma enjundia y facundia que Celestina o Segismundo”.

Pero la obra que mejor representa esta capacidad creativa de Nieva: viva, resuelta y fascinante, es Cabeza de Santa Catalina. Nieva la define como “tenebrismo satírico y fantástico”. El mundo mágico, sorprendente y misterioso que envuelve a Tadeo nos lleva a las claves del teatro de Nieva como exposición del camino iniciático para conocer el mundo. El teatro es el esencial escaparate en que, tras las sombras aparentes de la vida en una taberna llena de sorpresas, explota la vida de Bellaluz, erótica, sensual, mágica, mística y… eterna.

Aquella mi pueril fantasía –dice Nieva– fue tomando cuerpo poco a poco, se convirtió en sistema y en estética propuesta, se formalizó debidamente y su resultado último, todavía caliente, son estas siete piezas que forman el volumen. […] No es fácil separar la realidad de la literatura, que se le adhiere fatalmente, como las moscas van a la miel. La miel de la realidad es precisamente esto: la literatura.

Teatro caliente es un pilar más en el teatro español contemporáneo en el que Nieva ocupa el lugar más destacado. Por si no había quedado claro con su Obra Completa, estas siete obras nuevas corroboran con rotundidad que, hoy en día, Nieva es el mejor escritor de teatro español, no sólo por su lenguaje rico y atrevido, sino por la fuerza de su espectáculo teatral, como se ha puesto en evidencia en los montajes realizados. Junto con Valle-Inclán, Lorca y Buero Vallejo, constituye una de las cuatro columnas fundamentales del último teatro español.

 

 

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