ROMERA CASTILLO, José (ed.), Teatro e Internet en la primera década del siglo XXI, Madrid, Editorial Verbum, 2013, 556 pp.

Gabriela Cordone
Université de Lausanne

Este nuevo trabajo editorial de José Romera Castillo (con la colaboración de Francisco Gutiérrez Carbajo y de Raquel García-Pascual) recoge una ingente cantidad de artículos en torno a las múltiples relaciones existentes entre teatro e Internet. El volumen se articula en cinco grandes apartados, de los que trataremos de dar cuenta en los párrafos que siguen.

La primera parte, “Panoramas”, es un conjunto de estudios dedicados a las fuentes bibliográficas y documentales del teatro español en la red. La accesibilidad a los enlaces apuntados se hace, como he verificado, con comodidad y sin mayores dificultades. El estudio de B. Muñoz Cáliz ofrece una exhaustiva descripción y valoración de los recursos para el estudio del teatro español en Internet, con un sinfín de referencias que resultan de un gran socorro para investigadores y profesionales de la escena. Recordemos que Muñoz Cáliz publicó entre 2011 y 2012 un trabajo monumental (Fuentes y recursos para el estudio del teatro español, en 2 vols.), seguramente la investigación más amplia y completa en la materia. Se trata, pues, de un estudio de sólidas referencias. Por su parte, M. Á. Pérez Priego recoge y comenta una serie de sitios web dedicados a albergar textos y documentos audiovisuales sobre teatro español medieval y renacentista. En algunas páginas web, sobre todo en los blogs, el contenido está menos articulado y la búsqueda requiere más tiempo y paciencia, pero la rareza de los documentos albergados merece el esfuerzo. G. Vega García-Luengos da cuenta, en su estudio, de los fondos existentes en diversas bibliotecas virtuales y sus colecciones de textos dramáticos del Siglo de Oro. Ofrece, además una lista de sitios relativos a la puesta en escena, equipos de investigación y recursos para el estudio del teatro áureo. El recuento razonado tiene la virtud de trazar una cartografía actualizada de la presencia del teatro del Siglo de Oro en la red y, como los estudios precedentes, construir un útil anuario de consulta. Los tres trabajos que completan este “Panorama” se concentran en períodos y formatos menos frecuentados y, por ello, de gran interés. J. Vélez Sainz y J. Bayo Julve dan a conocer una impresionante cantidad y calidad de fuentes, archivos digitales y estudios relacionados con el teatro breve del siglo XVIII. La prolija presentación se acompaña de valiosas reflexiones prácticas sobre la edición crítica digital. También dedicado, en parte, al siglo XVIII, el estudio de A. M. Freire aborda el siglo XIX y sus principales fuentes digitales de interés en la red. En un artículo sobre el teatro lírico, M. P. Espín Templado y G. Fernández San Emeterio se ocupan de recopilar y evaluar las informaciones disponibles en Internet sobre el teatro lírico en general y la zarzuela en particular. Cerrando esta primera parte, F. Olaya Pérez hace un recorrido por el panorama editorial teatral español y su presencia en Internet. Por su parte, M. I. Lozano Palacios dedica un estudio a los recursos hallados en Internet para la divulgación de los portales más destacados sobre literatura dramática juvenil e infantil.

En la segunda parte, “Los dramaturgos reflexionan” sobre la presencia de Internet en sus propias obras y en general, de las tecnologías digitales en la creación. Así, José Luis Alonso de Santos se detiene, por un lado, en el concepto de construcción dramática y las tecnologías y, por otro, en la necesidad del ser humano de un discurso significante por encima de los recursos digitales. Diana de Paco Serrano se centra en el lugar que ocupa Internet en su propia creación, sobre todo en lo que se refiere a su experiencia intermedial. Por su parte, J. López Mozo reflexiona sobre el fenómeno de Internet no ya como una herramienta sino como parte integral de los argumentos, y estudia una serie de obras que marcarían la entrada de Internet en los textos teatrales.

La tercera parte de los estudios está dedicada a las “Nuevas modalidades teatrales”. T. López Pallisa ofrece un asombroso y curioso panorama de actores-robots, marionetas cibernéticas y títeres-autómatas, con el comentario de algunos espectáculos –muchos de ellos, aunque fuera del contexto hispano, resultan atractivos por la novedad expresiva que representan. I. Marcillas analiza la práctica posmoderna del flashmob –movimiento escénico difundido a través de las redes sociales, sobre todo en el ámbito anglosajón–, auténtico paradigma de la interacción teatro-Internet. Cierran este apartado las consideraciones de R. Murias Carracedo sobre el fenómeno del crowdfunding y su análisis de algunas plataformas consagradas a la financiación de proyectos artísticos.

En la cuarta parte de este volumen, varios investigadores del SELITEN@T se abocan a reseñar prolijamente el estado del “Teatro en diversas zonas de España”. Se ponen al día las actividades teatrales en Asturias (R. Chimeno Fernández), Málaga (M. A. Jiménez Aguilar), País Vasco (N. Aburto González) y Galicia (R. de la Torre Rodríguez) en relación con la visibilidad en Internet. Un estudio de O. Nieto Yusta sobre los escenógrafos de la Compañía Nacional de Teatro Clásico concluye este completo panorama del estado de las artes del espectáculo en lo que va del siglo XXI en un amplio abanico de regiones de España.

La quinta y última parte está consagrada al estudio de autores, obras y espectáculos. Constituye, a mi entender, el aspecto más rico y variado del volumen. Señalemos los certeros análisis de J. I. García Garzón, A. Casado Vegas y M. Rodríguez Alonso en sus respectivos artículos sobre obras de Paco Bezerra, entre otros, sobre las implicaciones de Internet en la trama y en el espacio de las creaciones. C. García Rodríguez comenta obras puntuales de José Luis Alonso de Santos, Jesús Campos, Angélica Liddell, Diana de Paco y Juana Escabias en torno a los valores líquidos de la sociedad vehiculados por Internet, principios ambiguos en los que también se detiene el artículo de Simone Trecca. L. Bueno propone una provechosa lectura de los juegos de identidad a los que se presta Internet, a través del análisis de obras de Antonia Bueno, Juana Escabias y Juan Pablo Heras. Por su parte, E. Garnier, con el rigor científico que caracteriza su trabajo, desmenuza la performance Venecia, de Angélica Liddell, en donde es de destacar la claridad del análisis del dispositivo escénico intermedial y la pertinencia de sus conclusiones, que iluminan no solamente la obra analizada en particular sino que también brindan claves hermenéuticas válidas para el conjunto de la particular y controvertida producción de Angélica Liddell.

A. Sedano Solís da cuenta de la presencia del dramaturgo José Ricardo Morales en la red, como herramienta importante para el estudio de la obra de un autor que, estima la autora, necesita ser analizada con detenimiento. Sobre el teatro mínimo y la hipertextualidad en la producción de José Moreno Arenas trabajan, en sendos artículos, S. Báez Ayala y M. J. Orozco Vera. La primera pone el acento en el aspecto rizomático de la recepción de sus obras, mientras que la segunda, haciendo hincapié en la puesta de escena de Carmen Mignorance –que juzga próxima de un hipertexto electrónico–, analiza el espectáculo de las Pulgas dramáticas del autor granadino.

Cierran el volumen estudios sobre el artista Javi Moreno y su entorno virtual (S. Cabrerizo Romero), el performer Marcel·lí Antúnez y su proyecto Membrana (M. B. Fons Sastre), un sugestivo estudio sobre algunas formas de creación teatral a través Internet en México (E. Mijares Verdín) y los avatares de las escena improvisada del espectáculo Links (M. de Lima Muniz). Los tres últimos estudios exceden el marco lingüístico hispánico y están dedicados a Giacomo Verde (M. Sanfilippo) y Johannes Birringer (M. J. Sánchez Montes y M. Á. Grande Rosales).

En conclusión, se trata de un volumen de trabajos heterogéneos que reflejan la variedad de los aspectos, tendencias y aplicaciones que, en torno al teatro –en su mayoría de lengua española– podemos encontrar, hoy en día, en relación con Internet. La primera parte constituye sin duda una riquísima fuente de recursos y datos para el estudio del teatro desde cualquier perspectiva. La segunda aporta la particular visión de los dramaturgos, incluidas sus preocupaciones y desafíos a la hora de crear en un entorno en el que Internet constituye una referencia cotidiana –en estas latitudes y para un determinado sector de la población. El apartado dedicado a las nuevas modalidades teatrales, tanto de creación como de producción, resulta interesante por la novedad misma que presentan, ya que nos llevan a interrogarnos sobre el futuro del actor-robot y de la escena cibernética. Las reseñas de la cuarta parte de este volumen sobre el estado del teatro en las autonomías ofrecen un rico material sobre el que apoyar investigaciones puntuales.

Por último, los estudios específicos sobre obras, espectáculos y textos, de diversas hechuras y diferente valor, completan este panorama híbrido y complejo. En este sentido, Teatro e Internet en la primera década del siglo XXI es un auténtico reflejo de los seminarios que, desde hace veintidós años, celebra el SELITEN@T. La regularidad de la labor desempeñada por el equipo de la UNED es única, creo, en la investigación teatral contemporánea en el ámbito hispánico. Las propuestas temáticas de estudio, inmediatas y ancladas en el presente, tienen el mérito de recoger y valorar los primeros frutos de producciones innovadoras, espectáculos vivos, nuevos desafíos y autores noveles en la intrincada galaxia del arte del presente que es, sin duda, el teatro.