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NÜM 4

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7. RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

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7.4 · BALLESTEROS DORADO, Ana Isabel, Manuel Bretón de los Herreros: más de cien estrenos en Madrid (1824-1840), Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2012. 2 vols. 1570 pp.


Por Fernando Doménech Rico
Real Escuela Superior de Arte Dramático / Instituto del Teatro de Madrid

 

 

Portada del libro


BALLESTEROS DORADO, Ana Isabel, Manuel Bretón de los Herreros: más de cien estrenos en Madrid (1824-1840), Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2012. 2 vols. 1570 pp.

Fernando Doménech Rico
Real Escuela Superior de Arte Dramático


Pocas veces se puede considerar que un estudio, además de otras virtudes, tenga la de ser exhaustivo, es decir, que recoja y ordene toda la documentación que se puede encontrar acerca del tema tratado, de modo que apenas deja a los siguientes investigadores posibilidades de añadir a lo aportado más que algunos detalles de poca monta.

El libro de Ana Isabel Ballesteros sobre los estrenos de Bretón de los Herreros en las primeras décadas del siglo XIX tiene ese carácter. Se aplica a un autor relativamente bien conocido debido a que desde su tiempo ha formado parte del canon de la comedia española y a que se le han dedicado muy amplios estudios anteriores, entre los que hay que destacar los de Miguel Ángel Muro. Sin embargo, Ana Isabel Ballesteros nos presenta una investigación absolutamente original y basada casi en exclusiva en documentos espigados de archivos y publicaciones del momento.

Antes de entrar en la materia específica, el análisis de los estrenos de Bretón en Madrid entre 1824 y 1840, la profesora Ballesteros hace una introducción histórica referida a los aspectos materiales del teatro en aquellos años del siglo XIX. Aunque hay excelentes estudios sobre esta época, como son los de David T. Gies sobre Grimaldi y los de Ermanno Caldera sobre todo el periodo romántico, la introducción no repite lo conocido gracias a estos investigadores, sino que concreta y aporta nuevos datos sobre el objeto de su estudio. Así, no le basta con recordar que existían dos censuras, la eclesiástica y la civil, sino que recuerda con sus nombres y las fechas de su nombramiento a todos aquellos que ejercieron tan odiosa labor.

Sin embargo, el grueso del trabajo (casi mil quinientas páginas) lo constituye el estudio de todas las obras estrenadas por Bretón de los Herreros en Madrid durante la época romántica, desde la primera que subió a las tablas, A la vejez viruelas, que se estrenó en el Teatro del Príncipe el 14 de octubre de 1824, hasta Lances de Carnaval, presentada igualmente en el Príncipe el 21 de marzo de 1840. El minucioso análisis de las obras, de las circunstancias que acompañaron su puesta en escena y la recepción que tuvieron, siempre con el apoyo de los documentos coetáneos, es de una precisión difícil de superar. Baste un ejemplo: quienes hemos leído y admirado la extraordinaria labor de René Andioc y Mireille Coulon en su Cartelera teatral madrileña del siglo XVIII creíamos que no era posible ir más allá de lo que lo habían hecho estos dos hispanistas, gracias a los cuales no sólo podemos saber qué obras se representaron en qué teatros, cuánto tiempo duraron en cartel y cuál fue la recaudación del día, lo que permite conocer ya sin duda el grado de aceptación de una comedia.

Pero estábamos equivocados. Ana Isabel Ballesteros, gracias a la mayor precisión de la documentación existente en las primeras décadas del siglo XIX, es capaz de saber no sólo cuántas entradas se despacharon, sino cuántas de éstas correspondían a los palcos bajos, a los palcos principales, a los palcos segundos, a los palcos por asientos, a las lunetas principales, al palco principal de asientos, a las lunetas de patio, a los sillones, galerías y bancos de patio, a la tertulia de hombres, a la cazuela, y a la tertulia de mujeres. En general, se distribuyen también cada uno de estos grupos de localidades en delanteras, segundas, etc. Es decir, la información es abrumadora para cualquiera que no tenga la capacidad analítica de la doctora Ballesteros, que no sólo es capaz de deducir si una obra gustó más a los hombres o a las mujeres, más al público popular o al de los palcos, sino que, gracias a su conocimiento de las circunstancias en que se desarrollaron las representaciones, es capaz de dar noticias como las siguientes, referidas a El príncipe y el villano, refundición de Bretón de una obra de Moreto y Cáncer, representada en el Teatro del Príncipe los días 5, 6 y 7 de mayo de 1827:

Era natural [debido a que tuvo buenas entradas el domingo] que el lunes 7 permaneciera en cartel, mientras que el Teatro de la Cruz se cantaba La gazza ladra. Pero, pese a tratarse de un lunes, de la competencia de la ópera y de haberse puesto ya dos veces, volvieron a repetirse cifras similares de recaudación a las de la primera noche, quizás porque aquel día hubo tormenta y se anuló la corrida de toros prevista (vol. I, p. 33).

Que un estudioso esté al tanto de la programación de todos los teatros de Madrid en una fecha determinada es ya de por sí meritorio. Que sepa además cuándo se suspenden las corridas de toros es casi un milagro.

No siempre están a disposición de la investigadora los datos que referíamos más arriba con respecto a las recaudaciones y su distribución por tipos de localidades. Los últimos datos desglosados corresponden a diciembre de 1833. A partir de 1834 dejan de apuntarse los datos con tal precisión (o bien se han perdido). Esto no implica que el análisis de la autora sea menos minucioso: basándose en las críticas de la época va reconstruyendo el éxito o el fracaso de las obras de Bretón con igual precisión.

La obra incluye un apéndice con “Notas sobre los actores participantes en los estrenos bretonianos entre 1824 y 1840”. Son cuarenta páginas de letra apretada en donde se nos da noticia de ciento cuarenta y ocho actores y actrices, desde los grandes cómicos (Carlos Latorre, Joaquín Caprara, Concepción Rodríguez, Matilde Díez, Julián Romea...) a un secundario como Ventura Aguado, de quien se nos dice: “Parte de por medio en el Teatro de la Cruz en la temporada 1828-1829, hizo el papel de peluquero o zapatero en Un día en Madrid” (vol. II, p. 693). Se trata del diccionario de actores más completo que tenemos de esas décadas del siglo XIX y casi con seguridad de todo el siglo.

En conjunto, por tanto, la obra de Ana Isabel Ballesteros Dorado no es solamente lo que promete su título, el análisis de los estrenos de Bretón de los Herreros, sino un penetrante y completísimo estudio de toda una época del teatro español, la época romántica, de la que se nos ofrece una amplísima información en todo lo referente a los aspectos puramente teatrales, aquellos que Bretón consideraba secundarios, pero que, con buen criterio, la autora considera que “sin una evaluación global de los entresijos de los diferentes ámbitos relacionados con el mundo teatral no cabe entender los cauces y la orientación dramática de la mayor parte de las obras estrenadas en esta época, entre ellas las de nuestro comediógrafo”. El libro cumple este propósito, y lo hace de manera ejemplar. Es una obra que habrá que tener en cuenta en todos los estudios que se hagan a partir de ahora sobre el teatro del siglo XIX en España.

 

 

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