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NÜM 4

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1. MONOGRÁFICO

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1.1. Adenda · Cervantes en los fondos documentales del CDT



 

 

El cambio de los años sesenta y setenta

La década de los sesenta supone un cambio muy importante en la presencia de Cervantes en los escenarios españoles. Tres puestas en escena de su teatro mayor, además de un buen número de sus entremeses llevados al escenario por diversos grupos aficionados, universitarios o dirigidos a público infantil, lo que también supone una novedad notable; esa fue la cosecha, claramente más abundante que las anteriores, que comienza con una iniciativa que elevó el nivel artístico de los espectáculos infantiles: el Teatro de Juventudes Los Títeres, dependiente de la Sección Femenina y dirigido por un artista que había llegado de Cuba en 1957, el director de escena Carlos Miguel Suárez Radillo.

El 7 de marzo de 1960 estrenaron un espectáculo compuesto por la obra infantil Pluft el fantasmita de María Clara Machado y los entremeses La guarda cuidadosa, Los habladores y El retablo de las maravillas, con versión y dirección de Carlos Miguel Suárez Radillo y con escenografía y figurines de Armando Piazza Filho y José Paredes Jardiel. El elenco estuvo integrado por Enrique Navarro, Antonio Duque, Carlos Lang, Carmina Santos, Ramón González Repáraz, Estrella Pérez Valero, Carmen de la Maza, Antonio Durán, Carlos Leyra, Emilio Traspas, Miguel García Nuevo, Francisco Vega, José del Castillo y Mara Goyanes. [Fig. 5]

Poco después, el 3 y el 26 abril de 1960, en el Teatro Goya de Madrid, presentarían un programa basado sólo en Cervantes, con La guarda cuidadosa, Los habladores y El retablo de las maravillas.

El 24 de febrero de 1960, en el Instituto de San Isidro de Madrid, Ayora vuelve con sus alumnos a recorrer las palabras cervantinas en un espectáculo compuesto por Cervantes y El Quijote y El retablo de las maravillas. Bajo la dirección de Antonio Ayora, de nuevo una veintena de jóvenes entre los que destacan los ya mencionados Emilio Gutiérrez Caba, Manuel Galiana y Manuel Collado.

En marzo de 1961 volvería Ayora sobre Cervantes, con La elección de los alcaldes de Daganzo, El Hospital de los podridos, y dos piezas de otros autores: Un duelo, de A. Chejov y La afición, de Antonio Ramos Martín.

También José Tamayo regresaba a Cervantes, siquiera para repetir su montaje de La Numancia con vestuario de Vitín Cortezo y con un reparto diferente: Anastasio Campoy, Avelino Cánovas, Carlos Ballesteros, Berta Riaza, Carlos Lemos, Fernando Guillén, Fernando Marín Calvo, Gerardo Monreal, Javier Loyola, José Bruguera, José Julio Sanjuán, José Pello, José Sancho Sterling, José Sepúlveda, Laura Alcoriza, Luisa Sala, Manuel Arbó, María Paz Molinero, María Rus, Mauricio de la Peña y Rafael Sepúlveda. Fue el 17 de junio de 1961 en Teatro Romano de Mérida. [Fig. 6]

El que sería conocido como el autor más prolífico de los años sesenta, o incluso de todo el último medio siglo XX en España, Alfonso Paso, también se dejó caer por el Quijote. El 3 de junio de 1961, en el Teatro Recoletos de Madrid estrenaría Una tal Dulcinea, con dirección escénica de Gustavo Pérez Puig y un reparto integrado por Antonio Martínez, José María Escuer, José María Rodero, José María Vilches, Maite Blasco y Ramón Corroto.

Debemos mencionar el espectáculo La fiesta de la primavera, presentado el 21 de junio de 1962, en el teatro de la Zarzuela, de Madrid, por más que en dicha fiesta la presencia de Cervantes se limite a la representación de Los habladores.

Alberto Castilla, que había conseguido el Premio Nacional de Teatro Uuniversitario en años anteriores y ganaría el Premio de Nancy en 1965 por su Fuenteovejuna, presentaba con su TEU el 13 de abril de 1964 en el Teatro Español de Madrid un espectáculo compuesto por los entremeses El viejo celoso, El entremés de los romances (otro de los entremeses anónimos tradicionalmente atribuidos a Cervantes) y El retablo de las maravillas. Entre los intérpretes: Guadalupe Espinar, Juan Antonio Quintana y Jesús Romé.

El teatro, en España, tiene a veces ecos sorprendentes de su pasado. Así, el 6 de octubre de 1964 en el Teatro Español de Madrid se presenta un espectáculo compuesto por Reinar después de morir, de Luis Vélez de Guevara y El retablo de las maravillas, de Miguel de Cervantes [Fig. 7]. Dirigía Salvador Salazar. Recordemos que ya en 1902, el Español inauguró temporada con la obra de Vélez de Guevara y un entremés de Cervantes.

Y, de nuevo, La Numancia, en París y en Madrid. En París, en 1965, Jean Louis Barrault, que la había montado en 1937, en plena guerra civil española, la llevaba de nuevo a escena en el Théâtre de l’Odeon. En Madrid, la obra era objeto de otro gran montaje. Esta vez, de la mano del nuevo director del Teatro Español, el joven Miguel Narros que la estrena el 3 de octubre de 1966 en el Teatro Español de Madrid, con escenografía y figurines de Francisco Hernández y música de Carmelo Bernaola. Narros era director del Español pero seguía de algún modo vinculado al Teatro Estudio de Madrid, por lo que no es de extrañar la presencia de sus actores en aquella Numancia. En el reparto, Carlos Lemos, Berta Riaza, Pilar Muñoz, José Carlos Plaza, Fernando Nogueras, José Manuel Cervino, Vicente Vega, José Luis Pellicena, Agustín González, Francisco Vidal, Alberto Blasco, Ramón Corroto, Pablo León, Dionisio Salamanca, Joaquín Pueyo, José María Guía, María Luisa Ponte, Julieta Serrano, Pilar Puchol, Carmen A. Boylla, Trinidad Ruggero, Ana Belén, Paca Ojea, Pedro Ceballos, J. L Renovales, Julio Morales, Maruja García y Eugenio Ríos.

Esta Numancia sería objeto de una reposición en abril de 1968, con nueva escenografía, que firmó Pablo Gago, y nuevos figurines, del propio Miguel Narros. [Fig. 8]

En aquel 1968, el 30 de octubre, se inauguró el Teatro Nacional de la Ciudad de Barcelona, con el estreno en el Teatro Calderón de esa ciudad de Pedro de Urdemalas. Hemos tardado bastante en encontrar una comedia de Cervantes diferente de la Numancia en los escenarios del siglo XX. Y tuvo que ser en Barcelona, “archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes…”. La dirección corrió a cargo de José María Loperena; la escenografía y los figurines fueron de Emilio Burgos, y el reparto estaba formado por actores catalanes con algunas primeras figuras de los teatros nacionales: Carlos Lemos, Olga Albandoz, Adriá Gual, Luis Torner, Aurora Cerver, Eva Guerra, Pedro Gil, Fernando G. Herranz, Antonio Vega, Antonio Vico, José Cerro, Carla Martín, Ana María Barbany, José Manuel Cervino, Angel Rodal, Eduardo Moreno, Tomás Simón, Carmen Carbonell, Nicolás Romero, César de Verona, Rafael Guerrero, Juan Pera, Fernando Pereira, José Aspar, Amparo Baró, Ramón Durán, Antonio Gutierrez, Carmen Calvet, Carmen Encinar, Marina Van Hoecke, Andrés Magdaleno, Carlos Lucena, Paquita Ferrandiz, Rafael Calvo, Visitación López, Eduardo Moreno, Margarita Torino, Maribel Altés, José Aspas y el Trío ‘Los Guanches’. La obra llegaría a Madrid, al Teatro Español, el 4 de diciembre de 1969. [Fig. 9]

Cervantes llama la atención del nuevo teatro independiente que surge a finales de los sesenta y, como no podía ser menos, será objeto de producciones de dos grandes iniciativas públicas nacidas al final de esta década de los setenta, en el mismo año en que se proclama la nueva  Constitución: el Festival de Almagro y el Centro Dramático Nacional.

El Teatro universitario sigue siendo el refugio para sus piezas cortas. El 3 de mayo de 1970 en el Teatro Marquina de Madrid, dentro del Ciclo de Teatro de Cámara y Ensayo dirigido por Mario Antolín, se presenta el Teatro Universitario de Murcia con Caprichos del dolor y de la risa, un espectáculo dirigido por César Oliva compuesto por las piezas La cárcel de Sevilla de Cervantes (o de quien sea, dice Federico Galindo en Dígame: se trata de otro de los entremeses atribuidos); Manolo de Ramón de la Cruz; y Las galas del difunto de Valle-Inclán. En el reparto, María Jesús Sirvent, María Francisca Bernal, Carmen Noval, Esmeralda Cano, María Teresa Hernández, Pepita Saura, Pedro Felipe Granados, José María Ariza, Manuel Esteve, Daniel Luna, Antonio Llamas, Paco Navarrete, José Antonio Aliaga, Ángel Belmonte, José María Estrada y Juan Meseguer. [Fig. 10]

La Dulcinea de Gastón Baty, que había tenido un éxito memorable en los años cuarenta, apenas había sido representada profesionalmente –Nuria Espert recuerda que la interpretó con su grupo aficionado del barrio de Gracia de Barcelona en 1953– en décadas, salvo una breve temporada en el verano de 1968, en el Teatro Griego de Barcelona, protagonizada por Carmen Bernardos y dirigida por Víctor Andrés Catena. En 1971 volvía a tener el mismo éxito que treinta años antes gracias a la inteligente programación de José Luis Alonso. Con traducción de Carlos López Narváez y versión de Enrique de la Hoz, José Luis Alonso dirigió una Dulcinea memorable encarnada por María Fernanda D’Ocón, a la que acompañaron en el reparto Margarita García Ortega, Luisa Rodrigo, Julia Trujillo, Ana María Ventura, María Luisa Arias, Carmen Segura, Maruja García Alonso, José Bódalo, Luis García Ortega, Enrique Navarro, Luis Lorenzo, José Luis Heredia, José María Pou, Luis Zorita, Tino Díez, Francisco Hernández, Mariano Sanz, José Sanz, Félix Navarro, Joaquín Molina, Víctor Gabirondo, Gabriel Llopart, José Segura, Miguel Pérez, Pedro Fernández, Joaquín P. de la Fuente, Francisco Cecilio, Arturo López, José M. Ruiz, Cesáreo Estébanez y Francisco A. Valdivia. El estreno tuvo lugar el 17 de diciembre de 1971 en el Teatro María Guerrero de Madrid. [Fig. 11]

El Teatro Nacional de Juventudes Los Títeres, que en los sesenta había jugado con éxito los entremeses de Cervantes para sesiones infantiles, había cambiado de director pero no de objetivos, de modo que el 17 de noviembre de 1973 en el Teatro María Guerrero de Madrid presentaba una celebrada versión de Don Quijote de la Mancha firmada por Ricardo López Aranda y dirigida por Ángel Fernández Montesinos, con escenografía y figurines de Rafael Richart, música de Carmelo Bernaola y marionetas de Manuel Meroño Sevilla; más un excelente cuadro de actores: Francisco Casares, José Franco, Salvador Vives, Selica Torcal, José Morales, Ramón Reparaz, Beatriz Carvajal, Miguel J. Caiceo, Carlos del Pino, Raúl Sénder, Ana María Simón, María Rus, Elena Flores, Carmen Robles, Mauro Rivera, Mariano Romo, Adolfo Brass, Francisco Cecilio, César Barona, José Palacios, Natalia Duarte, Tomás Pico, Antonio Cerro e Inma de Sanz.

Y así alcanzamos esos nuevos aires de la España democrática de los setenta:

Por una parte, aquel joven Festival de Almagro, donde se estrena en 1978 Entremeses del Retablo de las Maravillas, con dirección de José Osuna, ambientación y vestuario de Emilio Burgos y un reparto integrado por Pablo Sanz, María Jesús Sirvent, Guillermo Montesinos, Manuel Torremocha, Rafael Castejón, Enrique Vivó, Manuel Salamanca, Cristina Victoria, Rosario Gutiérrez, Alberto Portillo, Juan A. Lebrero, Pilar López, Marisa Leal y Mª Luisa Martínez. También encontramos una versión de Rinconete y Cortadillo el 30 de septiembre de 1979, en el Corral de Comedias de Almagro, por el grupo A.G.T.C., interpretada por A. Sánchez Hermosilla, Antonio Luis Mico, Bernardo Hervás, Carmelo Vargas, Concepción Crespo, Daniel Vargas, Dionisio Roldán, Francisco Crespo, J. Antonio González, José Roldán, Luis Maldonado, Mª Carmen Mico, Mª Nieves García, Manuel Maldonado, Manuel Romero, Natividad González, Pepe Romero y Pili Hermosilla. Veremos cómo, en los años siguientes y hasta hoy, las novelas ejemplares Rinconete y Cortadillo y El coloquio de los perros, que no habían subido a los escenarios en los ochenta años anteriores, competirán con los entremeses en popularidad.

Por otra parte, los nuevos profesionales del Teatro Independiente: una pieza como El Retablo de las maravillas no podía pasar desapercibida para estos jóvenes, y así el Grupo Tábano presentó una versión muy libre el 8 de marzo de 1979 en El Gayo Vallecano. El Retablo será una obra especialmente apreciada por estos grupos y sus herederos, como veremos. [Fig. 12]

Llegamos al 4 de diciembre de 1979. El Centro Dramático Nacional, creado en 1978, abre sus puertas a la dramaturgia de Cervantes con un gran montaje de Francisco Nieva, responsable también de una compleja versión que bebe en la obra cervantina con sabiduría. Los Baños de Argel se presenta en el Teatro María Guerrero de Madrid y tal vez la importancia de este montaje cambie la mirada sobre Cervantes en las décadas siguientes. Nieva se encargó también, con Juan Antonio Cidrón, de la escenografía y figurines y dirigió un importante elenco: Esperanza Abad, José Caride, Antonio Iranzo, Nicolás Dueñas, Ramón Durán, Álvaro Lobo, Marcus von Wachtel, Maite Brik, Juan Meseguer, Carlos Lucini, Paco Olmo, Paco Pérez ‘Pape’, Joaquín Pascual, Emilio Mellado, José Pedro Carrión, Fidel Almansa, Agustín Belús, Chema de Miguel Bilbao, Paco Racionero, José Goyanes, Manuel Gijón, Noé Valladares, Paco Andrés Valdivia, José Jaime Espinosa, Juan Llaneras, María José Carrasco, Chema Adeva, Paco Sánchez, Braulio Dorado, Emma Penella y María Jesús Sirvent. [Fig. 13]

No vamos a lanzar las campanas al vuelo: es el caso que tras estos Baños de Argel, la siguiente comedia tarda en llegar trece años. Veamos qué ocurre hasta entonces.

 

 

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