logo Centro de Documentación Teatral
Logo Don Galan. Revista Audiovisual de Investigación Teatral
imagen de fondo 1
imagen de fondo 2
NÜM 4

PortadaespacioSumario

espacio en blanco
1. MONOGRÁFICO

Logo Sección


1.9 · Dos reflexiones acerca de Cervantes en un escenario japonés


Por Yoichi Tajiri
 

Primera  · Anterior -123-  Siguiente ·  Última

 

2. Un loco que actúa de loco

En el capítulo 25 de la primera parte Don Quijote, cuando penetran en Sierra Morena, don Quijote le dice a Sancho: “Ya te he dicho que quiero imitar a Amadís, haciendo aquí del desperado, del sandio y del furioso, por imitar justamente al valiente don Roldán...”.

Vamos a prestar atención al verbo “imitar”. Aquí don Quijote no dice que va a remedar el modelo de caballero descrito en los libros de caballerías, sino que va a imitar lo que Amadís y Roldán hicieron. Es decir, no va a tomar los valores de la caballería andante como modelo de vida, sino que va a remedar los actos, a calcar las acciones y a copiar los gestos de los dos héroes. Como dice Aristóteles, “imitar” es mímesis, es decir interpretar. En este capítulo, don Quijote se propone ser un actor. Y así Cervantes describe detalladamente su actuación:

Y desnudándose con toda priesa los calzones, quedó en carnes y pañales, y luego, sin más, dio dos zapatetas el aire y dos tumbas la cabeza abajo los pies en alto, descubriendo cosas...

De este modo, Cervantes obliga a don Quijote a interpretar el papel de loco. Don Quijote representa el papel de loco como un actor. Para ser auténtica interpretación, el actor ha de verse a sí mismo objetivamente como interpretando un papel. En este sentido, actuando como un loco, don Quijote no es de ningún modo un auténtico loco. Es un actor excelente que se objetiva a sí mismo. En contraste con esta actuación de don Quijote, tenemos a Cardenio que sale en el capítulo 27: se enamora locamente, y a veces se comporta como un loco; pero cuando actúa como no loco, no es consciente de su comportamiento, de que está loco. Simplemente, Cardenio enloquece, no interpreta a un loco no actúa como un actor.

Es curioso que a partir del capítulo 25, cuando don Quijote representa el papel de loco, todos los personajes que salen en la obra empiezan a representar cada uno un papel. En el capítulo 28 Cervantes usa el artificio dramático –obligatorio en teatro por lo que gusta al público, según Lope de Vega– de la doncella disfrazada de hombre. Así entra Dorotea disfrazada de mozo, y lo hace preparada para lograr un efecto escénico perfecto: su rubia cabellera se desplegará en cuanto se quite la montera. Todos los espectadores (los lectores en este caso) esperan que la actriz que interpreta al mozo se quite en seguida su montera. Cervantes lo describe así: “…sacudiendo la cabeza a una y a otra parte, se comenzaron a descoger y desparcir unos cabellos que pudieran los del sol tenerles envidia”.

Tras esta deslumbrante descripción, y una vez mostrada su verdadera naturaleza, Dorotea se ofrece para representar a la Princesa Micomicona. También ella va a actuar. Cervantes describe sucintamente esta escena:

A lo cual dijo Dorotea que ella haría la doncella menesterosa mejor que el barbero, y más, tenía allí vestidos con que hacerlo al natural, y que la dejasen el cargo de saber representar todo aquello que fuese menester para llevar adelante su intento, porque ella había leído muchos libros de caballerías y sabía bien el estilo que tenían las doncellas cuitadas cuando pedían sus dones a los andantes caballeros.

Dorotea tiene el vestido apropiado y sabe lo que tiene decir. Es una consumada actriz. Además, aquí debemos prestar atención a que Cervantes usa el verbo “representar”.

De esta manera, puesto que Cervantes mismo hace actuar a sus personajes, llegamos a la conclusión de que podemos dramatizar Don Quijote basándonos en la estructura teatral de la misma novela.

En el capítulo 11 de la segunda parte, cuando se encuentra con la compañía de Angulo el Malo, don Quijote saluda cordialmente al autor de comedias diciéndole: “…porque desde mochacho fui aficionado a la carátula, y en mi mocedad se me iban los ojos tras la farándula”. Pero en ninguna parte está escrito que, de joven, Don Quijote quisiera vivir la farándula. Estas palabras no son de don Quijote sino Cervantes mismo, en las que deja escapar su intención de hacerse dramaturgo. Cervantes quería escribir teatro, pero fue  apartado del mundo del espectáculo por Lope de Vega. Por eso, desde el capítulo 25, donde don Quijote actúa como loco, Cervantes escribe un drama novelado.

Pensando así, escribí el arranque de nuestra obra Don Quijote. Todos los huéspedes de una venta están concentrados y  absortos en la lectura de Don Quijote. De repente, uno, anciano y delgado, salta sobre la mesa y grita:

Contra cuerdos y contra locos, está obligado cualquier caballero andante a volver por la honra de las mujeres, cualquiera que sean. Por tu vida, Sancho, entiende que todo cuanto yo he hecho, hago e hiciere, va muy puesto en razón y muy conforme a las reglas de caballería...

La declamación, que pertenece al mismo capítulo 25 y que son las palabras que don Quijote dirige a Sancho justo antes de actuar como loco, se prolonga en la escena durante unos cinco minutos. Al escuchar esto los huéspedes alojados en la venta, se quedan estupefactos ante tal declaración, pero uno de ellos se pregunta si le toca el papel de Sancho, y otro si el de cura, y otro si el de barbero, y una si el de Dorotea..., y así entran en el mundo de don Quijote.

El culmen de todo esto está en el capítulo 10 de la segunda parte. Todos los personajes han ido entrando en el mundo de don Quijote, con un poco de retraso entra Sancho. Aquí, Cervantes presenta una escena muy ingeniosa: cuando Sancho entra en el mundo del don Quijote, este ya no está allí, está en otro lugar. Se trata de la escena de las tres labradoras que Sancho quiere hacer pasar por la señora Dulcinea y dos doncellas encantadas y en cuyas figuras don Quijote no ve más que a tres labradoras montadas en burro. Pero Sancho insiste:

Pique, señor, y venga, y verá venir a la princesa, nuestra ama, vestida y adornada. Sus doncellas y ella todas son una ascua de oro, todas mazorcas de perlas, todas son diamantes, todas rubíes, los cabellos sueltos por las espaldas, que son otros tantos rayos del sol que andan jugando con el viento...

Al escribir esta escena, consulté con el director. No nos interesaba sacar tres burros en escena. Sancho convierte los burros en caballos. Había que inventar una ilusión para que los espectadores imaginaran los caballos de las palabras de Sancho. Entonces colgamos tres bicicletas desde arriba y las tres actrices montan en las bicicletas que flotan en el aire y pedalean a más no poder. Se lo encomendamos a la imaginación de los espectadores.

Pero para seguir la escena no podemos dejar a los espectadores quedos con la boca abierta. Si no vuelven a la realidad la representación no puede seguir. Para eso quise introducir una escena de risa. Al acercarse a la labradora, don Quijote dice: “me dio un olor de ajos crudos, que me encalabrinó y atosigó el alma”. Y sigue diciendo: “pero muy luengos para lunares son pelos de la grandeza que has significado”. Los espectadores han de volver a la escena en que se realiza la inspección de las labradoras haciendo trabajar a los cinco sentidos. Además en estas chanzas Cervantes agrega un tono un poco erótico (por ese lunar):

…según la correspondencia que tienen entre sí los del rostro con los del cuerpo, ha de tener otro Dulcinea en la tabla de muslo que corresponde al lado donde tiene el del rostro.

No sé si en los libros de caballerías hay descripciones de los lunares de las mujeres o se dice dónde los tienen. Creo que esa descripción la saca Cervantes de su propia vida.

Como he dicho antes, Cervantes escribe un drama novelado. Por mi parte, como dramaturgo, para escribir el texto de nuestra función de Don Quijote acercándonos a su locura, utilicé las propias palabras que dice cada personaje en Don Quijote. Es decir, las palabras que salieron de la pluma de Cervantes. No necesité aumentar ni corregir las palabras escritas por Cervantes. Solo cortarlas y ensamblarlas.

Pusimos en escena nuestra obra Don Quijote en 2005 en el pabellón de España en la Expo de Aichi y luego la llevamos al Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. He aquí la crítica de El Día:

Y la conclusión es que, en conjunto se trata de un montaje bien ideado, con un concepto muy claro de lo que se quiere transmitir, y con una escenografía en la que con pocos elementos se representa bien lo que era la locura del Quijote. Vemos lo que podría ver Cervantes, a través de los ojos del hidalgo caballero, y también vemos la realidad, ¿pero cuál?

 

Primera  · Anterior -123-  Siguiente ·  Última

 

espacio en blanco

 

 

 

 


Logo Ministerio de Cultura. INAEMespacio en blancoLogo CDT


Don Galán. Revista audiovisual de investigación teatral. | cdt@inaem.mecd.es | ISSN: 2174-713X | NIPO: 035-12-018-3
2014 Centro de Documentación Teatral. INAEM. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Gobierno de España. | Diseño Web: Toma10

Portada   |   Consejo de Redacción   |   Comité Científico   |   Normas de Publicación   |   Contacto   |   Enlaces