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NÜM 4

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1. MONOGRÁFICO

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1.9. Adenda · Don Quijote. Acercándonos a su locura


Adaptación de Yoichi Tajiri
 

 

Cuadro 11

DON QUIJOTE 2

¿Qué hay, Sancho amigo? ¿Buenas nuevas traes?

SANCHO

Tan buenas que no tiene más que hacer vuesa merced sino picar a Rocinante y salir a lo raso a ver a la señora Dulcinea del Toboso, que con otras dos doncellas suyas viene a ver a vuesa merced.

DON QUIJOTE 2

¡Santo Dios! ¿Qué es lo que dices, Sancho amigo? Mira no me engañes, ni quieras con falsas alegrías alegrar mis verdaderas tristezas.

SANCHO

¿Qué sacaría yo de engañar a vuesa merced y más estando tan cerca de descubrir mi verdad? Pique, señor, y venga, y verá venir a la princesa, nuestra ama, vestida y adornada.

Sus doncellas y ella todas son una ascua de oro, todas mazorcas de perlas, todas son diamantes, todas rubíes, los cabellos sueltos por las espaldas, que son otros tantos rayos del sol que andan jugando con el viento.

Vengan sobre lo que vinieren, ellas vienen las más galanas señoras que se pueden desear, especialmente la princesa Dulcinea, mi señora, que pasma los sentidos.

DON QUIJOTE 2

Yo no veo, Sancho, sino a tres labradoras sobre tres borricos.

SANCHO

¡Agora me libre Dios del diablo! Y ¿es posible que tres hacaneas, blancas como el ampo de la nieve, le parezcan a vuesa merced borricos? ¡Vive el Señor!

DON QUIJOTE 2

Pues yo te digo, Sancho amigo, que es tan verdad que son borricos, o borricas, como yo soy don Quijote y tú Sancho Panza.

SANCHO

Calle, señor, no diga la tal palabra, sino despabile esos ojos, y venga a hacer reverencia a la señora de sus pensamientos.

Reina y princesa y duquesa de la hermosura, vuestra altivez y grandeza sea servida de recebir en su gracia y buen talente al cautivo caballero vuestro, que allí está hecho piedra mármol, todo turbado y sin pulsos de verse ante vuestra magnífica presencia. Yo soy Sancho Panza su escudero, y él es el asendereado caballero don Quijote de la Mancha, llamado por otro nombre el Caballero de la Triste Figura.

LABRADORA 1

Apártense nora en tal del camino, y déjenmos pasar; que vamos de priesa.

SANCHO

¡Oh princesa y señora universal del Toboso! ¿Cómo vuestro magnánimo corazón no se enternece viendo arrodillado ante vuestra sublimada presencia a la coluna y sustento de la andante caballería?

LABRADORA 2

Mas

LABRADORA 3

¡jo, que te estrego,

LABRADORA 1

burra de mi suegro!

LABRADORA 2

¡Mirad con qué se vienen

LABRADORA 3

los señoritos ahora

LABRADORA 1

a hacer burla de las aldeanas,

LABRADORAS TODAS

como si aquí no supiésemos echar pullas

LABRADORA 3

como ellos!

LABRADORA 1

Vayan su camino,

LABRADORA 2

y déjenmos hacer el nueso,

LABRADORA 3

y serles ha sano.

DON QUIJOTE 2

Levántate, Sancho, que ya veo que la Fortuna, de mi mal no harta, tiene tomados los caminos todos por donde pueda venir algún contento a esta ánima mezquina que tengo en las carnes. Y tú, ¡oh estremo del valor que puede desearse, término de la humana gentileza! Ya que el maligno encantador me persigue, y ha puesto nubes y cataratas en mis ojos, y para sólo ellos y no para otros ha mudado y trasformado tu sin igual hermosura y rostro en el de una labradora pobre, si ya también el mío no le ha cambiado en el de algún vestiglo, para hacerle aborrecible a tus ojos, no dejes de mirarme blanda y amorosamente, echando de ver en esta sumisión y arrodillamiento que a tu contrahecha hermosura hago, la humildad con que mi alma te adora.

LABRADORAS TODAS

¡Tomá

LABRADORA 3

que mi agüelo!

LABRADORA 1

¡Amiguita,

LABRADORA 2

soy yo

LABRADORA

de oír resquebrajos!

LABRADORA

Apártense.

LABRADORA 2

Déjenmos ir, y agradecérselo hemos.

LABRADORA 3

Apártense nora en tal del camino

LABRADORA 1

y dejénmos

LABRADORA 2

pasar,

LABRADORAS TODAS

que vamos de priesa.

SANCHO

¡Vive Roque, que es la señora nuestra ama más ligera que un acotán, y que puede enseñar a subir a la jineta y sin espuelas hace correr la hacanea como una cebra. Y no le van en zaga sus doncellas; que todas corren como el viento!

DON QUIJOTE 2

Sancho, ¿qué te parece cuán mal quisto soy de encantadores? y mira hasta dónde se extiende su malicia y la ojeriza que me tienen, pues me han querido privar del contento que pudiera darme ver en su ser a mi señora. Y has también de advertir, Sancho, que no se contentaron estos traidores de haber vuelto y transformado a mi Dulcinea, sino que la transformaron y volvieron en una figura tan baja y tan fea como la de aquella aldeana, y juntamente le quitaron lo que es tan suyo de las principales señoras, que es el buen olor, por andar siempre entre ámbares y entre flores. Porque te hago saber, Sancho, que cuando llegué a Dulcinea, me dio un olor de ajos crudos.

SANCHO

¡Oh canalla! ¡Oh encantadores aciagos y mal intencionados, y quién os viera a todos ensartados por las agallas, como sardinas en lercha! Mucho sabéis, mucho podéis y mucho más hacéis. Bastaros debiera, bellacos, haber mudado las perlas de los ojos de mi señora en agallas alcornoqueñas, y sus cabellos de oro purísimo en cerdas de cola de buey bermejo y, finalmente, todas sus faciones de buenas en malas, sin que le tocárades en el olor; que por él siquiera sacáramos lo que estaba encubierto debajo de aquella fea corteza; aunque, para decir verdad, nunca yo vi su fealdad, sino su hermosura, a la cual subía de punto y quilates un lunar que tenía sobre el labio derecho, a manera de bigote, con siete u ocho cabellos largos de más de un palmo.

DON QUIJOTE 2

A ese lunar, según la correspondencia que tienen entre sí los del rostro con los del cuerpo, ha de tener otro Dulcinea en la tabla del muslo que corresponde al lado donde tiene el del rostro; pero muy luengos para lunares son pelos de la grandeza que has significado.

SANCHO

Pues yo sé decir a vuestra merced, que le parecían allí como nacidos.

DON QUIJOTE 2

Yo lo creo, porque ninguna cosa puso la naturaleza en Dulcinea que no fuese perfecta y bien acabada. Y ¡que no viese yo todo eso, Sancho!

Ahora torno a decir, y diré mil veces, que soy el más desdichado de los hombres.

 

 

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