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2. VARIA

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2.1 · Redes culturales y sociales: El teatro de salón de Luisa Fernández de Córdova, Duquesa de Híjar


Por Carmen Menéndez-Onrubia
 

 

4. El teatro de la duquesa viuda de Híjar en la calle Villanueva (1875-1879)

Más dichoso fui la noche del estreno de Aida, hacia el 10 o el 12 de diciembre, porque tuve la precaución de tomar anticipadamente la delantera de palco por asientos […]

−Cállate la boca, Tito, que no estamos solos –me contestó la Brava−. Mejor será que eches tus miradas por esta sala espléndida. En aquel palco tienes a la Campo Alange con su hija Luisa, que esta noche se lleva en el Real la palma de la hermosura. En la platea del proscenio, debajo del palco de los ministros, verás a la Medinaceli. Buena mujer, verdad. ¿Te gusta? ¡Ah, pillo!... Más arriba, en los entresuelos, está la Fernán Núñez y su hija Rosarito, très gentille, con otras chicas muy guapas. Sigue mirando. ¿No ves a la baronesa de Hortega con su palco lleno de señorones?

−Sí. Y en el palco de al lado la de Navalcarazo.

Pardon, mon cher Tit. No es la de Navalcarazo, sino la de Híjar… Allí tienes a Robles, el empresario del teatro, un caballero alto, moreno… (Pérez Galdós, 2011, 962).

El estreno de la ópera en cuatro actos Aida, de G. Verdi, en el Teatro Nacional de la Ópera (hoy Teatro Real) se efectuó la noche del sábado 12 de diciembre de 1874. El tiempo que emplearon en realizar las espectaculares decoraciones los escenógrafos Ferri, Busato y Bonardi, retrasó la inauguración del teatro de salón que la duquesa viuda de Híjar hizo levantar de nueva planta en su hotel de la madrileña calle de Villanueva. Situada en el barrio que lleva el nombre de su impulsor, el marqués de Salamanca, en ella se construyeron tres hoteles destinados a las clases más adineradas12. El que hacía esquina con la calle de Serrano fue ocupado por los duques de la Torre, que tuvieron como vecinos a la familia de Jacinto María Ruiz, el intermediario entre el general Serrano (duque de la Torre) y la reina Isabel II durante los primeros años del exilio de la soberana (Lema, 1927). El conocido entonces como “hotel número tres”, construido a continuación, fue vendido a la duquesa de Híjar posiblemente a finales de 1871 o al principiar el año siguiente, al parecer, por la Sociedad Española de Crédito Comercial (SECC), cuyo director sería su vecino Jacinto María Ruiz. Esta Sociedad se había hecho, tras el descalabro económico de Salamanca en 186613, con las construcciones realizadas hasta entonces por el marqués, más algunos terrenos (Mas Hernández, 1982, 104-105), y en ese “hotel número tres” tuvo su sede hasta octubre de 1871 (con esta dirección aparece en los anuncios de prensa), para trasladarse en noviembre a la calle de Claudio Coello, número 15, segundo piso. Sin poder precisar en qué momento ocupó su nueva residencia, conocemos por los periódicos que la duquesa viuda vivía allí en 1873, porque su hotel, como los de sus vecinos los duques de la Torre14 y J. M. Ruiz, habían sido registrados (Anónimo, 1873).

El espacioso jardín que circundaba estas construcciones permitió a la duquesa levantar en el suyo un pabellón dedicado a teatro, en el que daría comienzo a una segunda época de representaciones teatrales (M[arcelo], 1875). La sala, con capacidad para unas cien o ciento veinte personas sentadas en asientos de rejilla (El Marqués de Valle Alegre, 1874), se pintó en color gris perla con la intención de que destacaran los trajes de las señoras y potenciar el efecto de la iluminación, que proporcionaban dos espléndidas arañas y multitud de arandelas con numerosas bujías. El techo, los ángulos y la embocadura del escenario se decoraron con molduras doradas, y “soberbias colgaduras de seda azul, guarda-malletas iguales en las ventanas, contribuirán poderosamente al mágico y deslumbrador aspecto del local” (Asmodeo, 1874). En unos transparentes figuraban los escudos de armas de la casa ducal y una mullida alfombra de terciopelo cubría el suelo (El Marqués de Valle Alegre, 1874).

El escenario contaba con un extenso y ancho foro, y el tablado se había construido con arreglo a los adelantos más modernos. La profundidad del foso permitía hasta representar comedias de magia y el telar era perfecto (Asmodeo, 1874). El telón de boca, con dibujo de Pedro Vallés, semejaba un verdadero cuadro realizado por los pinceles de Busato y Bonardi, quienes se encargaron, además, de pintar las decoraciones para las dos obras con las que el teatro de salón levantado en el tercer hotel de la calle Villanueva abrió sus puertas al selecto público invitado a tal efecto.

Si los dos distinguidos artistas no hubiesen conquistado de tiempo atrás envidiable y justa reputación, los lienzos que han pintado recientemente para Aida y los que acaban de ejecutar para el hotel de la calle de Villanueva se la habrían adquirido insigne y gloriosa.

A mis ojos tiene todavía mayor mérito el tour de force que han llevado a cabo con estas decoraciones en miniatura, que lo que hicieron en el teatro Real, donde había sitio para todo; donde el efecto de la perspectiva se alcanzaba sin trabajo y sin esfuerzo.

Pero en la preciosa bombonera de la duquesa de Híjar las dificultades eran inmensas, por lo reducido del espacio, por la proximidad de los espectadores, por otros mil motivos fáciles de comprender (Asmodeo, 1875).

Esos lienzos a los que se refiere Ramón de Navarrete corresponden a las decoraciones de La comedia nueva o El café de Moratín y de La casa de Tócame Roque, sainete de Ramón de la Cruz, que fueron las obras escogidas para el estreno del nuevo teatro el lunes 18 de enero de 1875. La elección de estas dos obras clásicas marcará el rumbo del repertorio que ofrecerá la duquesa de Híjar en esta segunda época de su teatro. Además de comedias del siglo XVIII, también se acudió al repertorio del siglo anterior, sin dejar de lado el teatro más contemporáneo.

Respecto del elenco de actores surgirán nombres nuevos como Carmen Paz y Membiela de Teulón; Carmen Robles, hija segunda del empresario del Real y director de la compañía del teatro Híjar, Teodoro Robles; las hermanas Sartorius o San Luis, hijas del conde de este título, Laura, Leonor, Concepción e Isabel; los hijos del director de La Época, Sofía, Josefina, Alfonso y Alfredo Escobar, heredero este último del título de marqués de Valdeiglesias, y periodista; el militar y escritor Agustín Fernando de la Serna; Mariano Barranco, que apenas había comenzado su carrera como autor teatral, o los dramaturgos Juan Antonio Cavestany y Francisco Pérez Echevarría. No faltaron actores profesionales que en alguna función se mezclaron con los aficionados, como Julianito Romea, el sobrino de don Julián, o el también célebre Mariano Fernández. Como primera actriz permanecerá Luisa Fernández de Córdova, duquesa de Híjar, cuyas características actorales seguían siendo “la gracia, la viveza, la travesura, el desenfado […] brillará siempre en la comedia […] interpreta a la perfección los afectos tiernos y delicados” (Asmodeo, 1876).

La obra más recordada de cuantas se representaron en el teatrito de la calle de Villanueva fue La niña boba, de Lope de Vega, en la refundición de Dionisio Solís, cuya copia debió facilitar Matilde Díez, una de sus intérpretes más felices15, que asistió como espectadora a la primera de las tres funciones que de esta comedia se dieron entre 1876 (17-01, y 11-03) y 1877 (10-03). Los trajes que lucieron los actores aficionados llamaron la atención por su propiedad y riqueza, en especial el que lució la duquesa, que era de gro blanco con listas rosas, adornado el cuerpo con agremanes y clavetes de oro, gola al cuello, “y un peinado tentador” (M[arcelo], 1876).

Entre los numerosos asistentes a la última puesta en escena de la comedia lopesca, que se realizó el 10 de marzo de 1877, seguida del sainete La casa de Tócame Roque, se encontraba el académico de la Española Manuel Cañete, quien al día siguiente leyó un arreglo de Las bizarrías de Belisa, que comenzó a ensayarse de inmediato. Desconocemos las causas de que no llegara a subir a las tablas del teatro Híjar, pero lo cierto es que permaneció cerrado el resto del año 1877 y el siguiente de 1878. Reabrió sus puertas en 1879 con dos funciones en las que se repitió el mismo programa (15 y 23 de marzo): ¡Don Tomás!, juguete cómico en tres actos de Narciso Serra, y el juguete cómico en un acto La casa de campo, arreglado de la traducción italiana por José Sánchez Albarrán.

En esta segunda y última época del teatro de la duquesa de Híjar, que comenzó el 18 de enero de 1875 para acabar el 23 de marzo de 1879, se dieron un total de ocho funciones en las que se representaron quince obras. Fue el año de 1875 el de más actividad, con tres días de espectáculo en los que se representaron siete obras. El de 1876 tuvo dos veladas en torno a las representaciones de La niña boba, que volvió a repetirse en la única función dada en 1877, junto al sainete La casa de Tócame Roque. En 1879, como acabamos de apuntar, se repitió el programa en los dos días en que hubo representación.

Aunque de vez en cuando saltaba a la prensa la noticia de que la duquesa de Híjar reanudaría sus sesiones teatrales, lo cierto es que las puertas del coliseo de la calle de Villanueva no volvieron a abrirse. En octubre de 1882, en su palco del Teatro Real, anunciaba a aquellos que acudían a saludarla que trasladaba su residencia a la calle de Alcalá Galiano (Almaviva, 1882), algo que quizá no llegara a realizar porque en enero del año siguiente era distinguida con el honor de ser la camarera mayor de la destronada Isabel II, en el que permaneció en ejercicio durante varios años16.

Pero no todo desapareció del teatro Híjar con su cierre definitivo. Sus accesorios y decoraciones fueron adquiridos por la princesa Rattazzi, Maria Letizia Bonaparte-Wyse, directora de Les Matinées Espagnoles y de la Nouvelle Revue Internationale, quien, tras casarse en terceras nupcias con Luis de Rute, los adaptó para el teatro de salón que instaló en su residencia del palacio de Altamira en la madrileña calle de San Bernardo (Anónimo, 1902; Kasabal, 1904). De allí pasaron al nuevo domicilio de la escritora en el Paseo de la Castellana, número 16, para terminar vendiéndose en almoneda a finales de 1899 o comienzos de 1900, cuando levantó su casa para instalarse definitivamente en París1.

La primera actriz del teatro Híjar, Luisa Fernández de Córdova, que lo mismo abordaba obras del teatro áureo, que del repertorio del siglo XVIII hasta llegar a las más contemporáneas, ocupó un lugar relevante como actriz aficionada de los dos teatros de salón que abrió, uno, junto a su esposo, antes de que estallara la revolución de septiembre de 1868, y otro cuando ya Alfonso XII había sido proclamado rey de España.

El entonces joven Alfredo Escobar (1950, 176), que llegaría con el tiempo a ser segundo marqués de Valdeiglesias, actor del teatro de la calle Villanueva, le dedicó estos versos en la función de inauguración del mismo (18 de enero de 1875), que dan idea de sus dotes personales y artísticas en la interpretación que de una moza de rompe y rasga hizo en el sainete de R. de la Cruz, La casa de Tócame Roque:

De maja tan bien trabaja
que su papel embelesa;
pero detrás de la maja
se adivina a la duquesa.



12 Para conocer cómo eran las casas de vecindad y los hoteles unifamiliares para la nobleza y clases adineradas que construyó el marqués de Salamanca, es de necesaria consulta el trabajo de Díez de Valdeón (1986, 206-261).

13 Una buena biografía del marqués de Salamanca es la trazada por Torrente Fortuño (1969). En ella se registran sus avatares personales y, sobre todo, los económicos.

14 La duquesa de la Torre, Antonia Domínguez Borrell, esposa del general Serrano, había comprado a la SECC en 1871 el hotel de la calle Villanueva esquina con Serrano (Mas Hernández, 1982, 170, nota 5). Todo apunta a que, también en torno a esa fecha, adquirieran los Híjar el suyo, o que, poco después, tras el fallecimiento del duque (16-05-1872), hiciera la operación la duquesa viuda.

15 De la representación efectuada por Matilde Díez en 1850 se conserva una copia manuscrita en la Biblioteca Histórica Municipal de Madrid, a la que puede accederse en reproducción digital.

16 En 1867 Isabel II le había otorgado la gracia de ser “dama de su persona” (Casaus Ballester, 1997, nº 7011).

17 Así rezaba el anuncio que insertó en el diario madrileño Heraldo de Madrid (08-12-1899): “Almoneda. Por ausencia del dueño se vende el mueblaje de dos pisos de la casa número 16 en el paseo de la Castellana […] Se vende un teatro completo con telón de tela, que perteneció a la duquesa de Híjar”.

 

 

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