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2.3 · El teatro escolar de Alfonso Jiménez Romero


Por M. Teresa Mora Álvarez
 

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En el Instituto funda un grupo que bautiza como Teatro Arahal, para distinguirlo de otra agrupación anterior, Teatro Estudio Arahal, con quien había montado anteriormente su Diálogos de una espera y más tarde su primera experiencia dramática con flamenco con textos de Lorca, del Romancero y Poema del cante Jondo. En la navidad de ese año, 1969, monta con sus alumnos una adaptación suya del Auto de los Reyes Magos, primer texto de nuestra tradición dramática, del siglo XII. Ya antes había trabajado en otro auto navideño, Muerte y vida severina, de Joao Cabral de Melo Neto, con el TEU de Sevilla.

La experiencia del Auto de los Reyes Magos le confirmó en sus propósitos de formar el nuevo grupo de Teatro de Arahal. Los jóvenes actores se presentaban voluntariamente, y los ensayos se realizaban en el escenario que improvisaron en el taller de Formación Profesional, sin utilizar. El grupo funcionó regularmente durante los tres cursos que Alfonso Jiménez permaneció en el Instituto. No disponía de presupuesto alguno por lo que todos los elementos del teatro se hicieron artesanalmente. El resultado fue un precioso teatro de cámara con capacidad para doscientas personas. El pequeño escenario contaba con todos los elementos: telar, luces de candilejas al estilo principio de siglo, que luego tanto empleará Alfonso Jiménez en otros espectáculos, magníficos telones, una cámara negra, un ciclorama blanco y fijo, etc. La mano de obra la pusieron autor y alumnos, por lo que el coste total se elevó a una cantidad ciertamente insignificante. Cuenta Isabel Téllez, una de sus alumnas:

Al principio estuvimos en un centro antiguo, pero después hicieron un centro nuevo y allí se montó el escenario. Porque había un salón que era una sala de usos múltiples. Y aprendimos: qué eran las bambalinas, cómo se ponían... Cosimos las cortinas... Nosotros también lo hacíamos porque nos librábamos de algunas clases. Era estupendo, maravilloso, fueron unos años de mi vida que no los cambio por nada. En una época muy difícil. La primera obra de teatro que montamos en el nuevo escenario la hicimos en inglés, una obra que escribió él,9 una obra pequeñita, con diálogos que encerraban los contenidos de inglés que habíamos aprendido hasta ese momento. Hicimos ver al pueblo que en una escena del mundo rural, los niños hablaban en inglés. Fue un boom. Nadie se enteró de nada pero aplaudieron muchísimo, casi nadie sabía inglés en esos momentos y mucho menos hablarlo. En las clases de idiomas no se hablaba como ahora. (2004).

 Sigue ponderando esta alumna todo lo que le había marcado Alfonso Jiménez como profesor y como persona, no solo a ella sino también a todo el grupo. Entonces la labor de Jiménez Romero era comprendida y apoyada por un equipo docente que rompía moldes de todo lo anterior, aunque disimuladamente. Así que en 1970 se inauguró el escenario con este teatrillo en inglés: Good morning. En junio de 1970 presenta en el Instituto de Arahal un espectáculo compuesto de dos partes: Diálogos de una espera, representado por el grupo anterior, el TEA, y su Tercera experiencia dramática con flamenco [Fig. 1], de la que nos dice en su Biografía teatral:

[...]participa de las características generales de los anteriores estudios dramáticos con flamenco, solo vamos a consignar que es un paso más en la labor de investigación en este sentido y que el baile se integra totalmente dentro de la situación dramática propuesta como un elemento expresivo capaz de decir lo que las palabras no pueden expresar. El baile es un elemento ritual por sí mismo. (Jiménez 1980:28-30).

Isabel Téllez apunta que “es el texto de El Amargo, el mismo de su segunda experiencia dramática con flamenco que había montado en Paradas” (2004). Esta experiencia dramática se realizó con textos de Lorca y la colaboración de Mariló Domené [ Fig. 2], del TEU de Sevilla, el cantaor Miguel Vargas, Diego el de la Casta [Fig. 3] (un gitano viejo, rancio entre los rancios en su cante) y Manuel Ramírez (del extinguido TEA) con la guitarra de Eduardo Castillo y la dirección de Alfonso Jiménez Romero. No sólo hace teatro con los niños del Instituto sino que en estos espectáculos integra a otras personas del pueblo, y también, como en este caso, a antiguas compañeras del TEU de Sevilla. Es interesante comprobar con estos gestos que este Instituto formaba parte fundamental del pueblo y que era motor cultural del mismo.

 En la navidad de 1970 Alfonso Jiménez monta con los niños del Instituto Grita la noche, texto que forma parte de Los Romances de la Anunciadora que escribió para el auto de navidad pernambucano. Se estrena además Camino de Santiago, La Danza de Fuego e Interferencia radiofónica. La Danza de Fuego la había interpretado Mariló Domené en la Tercera experiencia dramática con flamenco. Según Isabel Téllez las niñas imitaban a Mariló, y un día que Alfonso Jiménez las vio se animó a hacerla con ellas, estrenándola junto a otras obritas.

 En junio, de 1971 presenta su Cuarta experiencia dramática con flamenco: Espectáculo bandolero. Las letras que se montaron fueron de Lorca, del Romancero gitano, Romance sonámbulo y del Cancionero popular las canciones: Con el vito. Tengo los ojos puestos en un muchacho. La luna es un pozo chico. Anda jaleo y En el café de chinitas. Puestas en escena con una rigurosa estética según el estilo imperante de la época en que fueron escritas. Junto con este espectáculo se estrenó el cuento de El tigre y el chacal, base de la futura obra infantil El cuento de Juan Pimiento, de extracto popular.

Jiménez Romero se dio cuenta de que el teatro que podía interesar a sus alumnos habría de mezclar elementos épicos con recursos de fantasía, como apreciaba en los cuentos y tradiciones que habían llegado hasta él pero que las nuevas generaciones ya no conocían. Así, contó a su clase de 2º B, que era toda de niñas, el cuento de Los tres toritos, que su abuela Teresa le contaba cuando era pequeño. En la ingenuidad del relato se encerraba el mito de la redención de la humanidad. A las niñas la narración les entusiasmó. Y aprovechando esta energía generada en sus alumnas, se propone con ellas una recopilación de cuentos y romances populares, además de coplas, oraciones antiguas, refranes, motes, etc. Las clases de Lengua se empleaban en esta tarea de registrar por escrito toda la transmisión oral que constituía el acervo cultural de los pueblos en el entorno de Arahal. Sus niñas –sus ninfas, como él las llamaba–, recogieron muchísimos cuentos. Según Isabel Téllez, nuestro autor le inquiría:

Isabel, ¿sabes tú algún cuento de tus abuelos? -Mis padres son de Cádiz y le escribí La canción de la molinera y muchas canciones y cuentos. Y en una de sus obras de teatro incorporó esa canción que empieza:

Siéntate si vas de paso,
siéntate y te contaré
la vida de un molinero
casado con su mujer
10.

 Por eso es tan importante también su obra porque ha recopilado lo que había desperdigado por el mundo rural, por la campiña sevillana en este caso” (2004).

El resultado de aquel año consistió en unos doscientos trabajos, de los cuales más de ochenta son muy valiosos. Esta labor de recopilación la siguió Alfonso Jiménez Romero hasta su muerte, dedicando meses y hasta años enteros, instalado en aquellos campos. Dos propósitos le movían: primero, conservar y rescatar cuanto fuera posible de nuestra riquísima tradición oral; y descubrir, luego, posibles narraciones que sirvieran de base a obras teatrales infantiles, después de comprobar que carecían de dramatizaciones precedentes. A ello obedecen sus libros La flor de la Florentena y Retablillo de cuentos populares andaluces, el primero publicado y agotado, y casi la totalidad del segundo aún en original. El tigre y el chacal, fue el primer cuento que pasó a su producción dramática. Forma parte de Los cuentos de Juan Pimiento, integrado por dos cuentos más, e incorporado a su Retablillo de cuentos populares andaluces. Lo estrenaron sus alumnos de Arahal. Hasta entonces los textos de que se habían servido para la actividad dramática escolar pertenecían a otros autores, anónimos o no, adaptados a las circunstancias y posibilidades del grupo. Ahora iniciaba su producción propia, de raigambre popular.

 En diciembre monta un espectáculo navideño, con jácaras, villancicos populares antiguos y pasillos cómicos. Es posible que esta obra fuera A Belén Pastores, de Casona, retablo infantil de navidad con canciones populares y villancicos de Tejada, Rengifo, Lope de Vega y Góngora. Según su Biografía Teatral presenta también su Quinta experiencia dramática con flamenco: La anunciación gitana [Fig. 4], basada en el poema de San Gabriel11 de García Lorca. No es un cuadro de la Andalucía del llanto sino un cuadro lúdico de fiesta; es la Andalucía del color y de la alegría. Isabel Téllez cuenta que también se volvió a montar El tigre y el chacal y Romance sonámbulo. Ensayó también con este grupo Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, ya estrenado por el antiguo grupo de Arahal, y escenificó Los mozos de Monleón, romance popular recogido por García Lorca.12 Estrena asimismo Romance de verano, versión del romance de Don Boyso recogido por García Lorca. En Arahal recupera El baile de la Garraspiña, cuyo valor dramático investiga.

En junio de 1972 estrena La buenaventura13y da los últimos retoques a su libro titulado Retablillo de Cuentos Populares Andaluces. Del mismo año es el estreno del Retablillo Ibérico, escrito y dirigido por él mismo, versión dramática de El cuento de la jabita, recogido en La flor de la Florentena (1990). Con esta representación de fin de curso se despidió de la enseñanza y del pueblo de Arahal por unos años. En Retablillo Ibérico, Alfonso Jiménez Romero escribe como primera acotación de la obra:

El espectáculo se desarrolla en un ámbito colorista e iluminado. Los personajes son como maravillosos fantoches luneros. Andalucía estará presente en todos los detalles. La música de los romances será de la más pura tradición popular andaluza. (Jiménez 1998:307)

Al ser una creación a partir de un cuento popular, se desenvuelve entre romances, dichos y coplillas populares. La música ha sido hilo conductor de sus espectáculos, y en éste tiene una gran importancia junto con las raíces andaluzas. Aunque interpretado por actores, sus personajes eran como títeres nerviosos.

Todas las funciones representadas en el Instituto tienen un común denominador: la variedad. Son espectáculos compuestos por obras cortas, estudios dramáticos con flamenco, autos de navidad, canciones populares, romances, jácaras, hasta que llega a la dramatización de los cuentos tradicionales andaluces. Todo presentado con una gran brillantez y con mucho ritmo. Los cuadros eran muy diferentes entre sí mezclándose en un mismo espectáculo momentos dramáticos o poéticos con otros cómicos y líricos. Con ello se lograba mantener la atención del público infantil y juvenil, sus principales destinatarios. Pero aquellos espectáculos interesaron también al público adulto de Arahal.

Con este grupo lleva a cabo varios cometidos verdaderamente importantes: sigue investigando sobre el flamenco como elemento dramático, –tarea que había comenzado con el grupo anterior– y como consecuencia monta varias experiencias dramáticas con flamenco, unas con carácter de tragedia, buscando los orígenes del teatro; y otras con carácter de fiesta; recopila cuentos populares de tradición oral, canciones, oraciones y leyendas, que en muchos casos pasaron a ser literatura dramática, como son las obras de teatro que pertenecen a Retablillo de cuentos populares,14 colección de seis obras de teatro inspirados en cuentos populares andaluces recogidos por el autor en Arahal, Palma del Río (Córdoba) Igualeja, Salares (Málaga) y de su abuela Teresa. Él nos aclara que toda esta serie de obras son como un gran retablo de Cristobitas.15

Para Alfonso Jiménez supuso ésta una riquísima experiencia sobre cuyos resultados fundará las bases de su posterior propuesta teatral. Y le anima a abandonar la actividad docente para dedicarse en exclusiva al teatro, pues los sucesivos éxitos que cosechan Oratorio –en primer lugar–, De lo que sucedió el día del Gran Hotel, Quejío y El Inmortal, le abren las puertas al ejercicio profesional de la escritura dramática.



9 Esta obrita la encontró Isabel Téllez entre los papeles que guardaba de su Instituto.

10 Esta canción la introdujo en su obra El milagro de Frasquita la Santera y aparece en Obras escogidas de Alfonso Jiménez Romero(1999:274).

11 Este dato lo tomé de la Biografía Teatral del autor, aunque leyendo junto a Isabel Téllez este poema lorquiano no recuerda que se montara. Tampoco aparece en La Anunciación gitana que montó en Morón con el Teatro de los Corrales Andaluces.

12 Vuelve nuestro autor a coincidir en un nuevo texto con Alberti, ya que este poema sirvió también de base para su obra La Gallarda.(Había escrito para el TEU una versión de Numancia, y también Alberti había escrito su versión de esta misma obra).

13 Texto que Isabel Téllez guardaba en su memoria.

14 Este es un asunto que trataremos más ampliamente en el prólogo que estamos escribiendo para la futura publicación de estos textos.

15 Encontré en el archivo del autor un documento que podría ser copia del original presentado al Ministerio de Cultura para optar a una beca de investigación, de la que saldrá tiempo después el Retablillo de cuentos populares, según declara Alfonso Jiménez Romero en su Biografía teatral.

 

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