logo Centro de Documentación Teatral
Logo Don Galan. Revista Audiovisual de Investigación Teatral
imagen de fondo 1
imagen de fondo 2
NÜM 4

PortadaespacioSumario

espacio en blanco
6. HOMENAJE

Logo Sección


6.1 · Gregorio Torres Nebrera (1948-2013)


Por José Antonio Llera y Mario Martín Gijón
 

Primera  · Anterior -12-  Siguiente ·  Última

 

Ilustración


Gregorio Torres Nebrera (1948-2013).

José Antonio Llera y Mario Martín Gijón
Universidad Autónoma de Madrid - Universidad de Extremadura

 

Nacido en la machadiana Baeza en 1948, Gregorio Torres Nebrera cursó sus estudios universitarios en la Universidad Complutense, donde se doctoró con una tesis sobre el teatro del 27: Salinas, Altolaguirre, Alberti. En el caso del poeta gaditano, la dedicación a su obra, especialmente a su teatro (con ediciones de referencia de El Adefesio, El hombre deshabitado o Noche de guerra en el Museo del Prado) será una fidelidad constante, a la que volverá en distintas épocas, como si la obra albertiana le sirviera de confirmación y aliento, volviendo a ella como regresaba a su apartamento veraniego que, como si de otro homenaje al poeta de Entre el clavel y la espada se tratara, había adquirido con los años en El Puerto de Santa María.

Como uno de los primeros profesores titulares y luego catedrático en el departamento de Filología Hispánica de la Universidad de Extremadura, donde se estableció tras una breve etapa en el entonces Colegio Universitario de Logroño, Gregorio Torres Nebrera aportó a la joven universidad extremeña una capacidad de trabajo y amplitud de intereses que con el tiempo se consolidaría en una de las trayectorias investigadoras más importantes de la filología en nuestro país. No es éste el lugar para resumir sus estudios que abarcan desde el mito de Celestina o la imagen de Carlos V hasta la literatura del exilio (con monografías imprescindibles sobre Arturo Barea o María Teresa León); o sus ediciones, desde Tirso de Molina hasta Elena Quiroga, pasando por Espronceda, Galdós o Gabriel Miró, entre muchísimos otros. En particular, el teatro del siglo XX tenía en él a uno de sus especialistas fundamentales, con títulos como De Jardiel a Muñiz. Estudios sobre el teatro español del medio siglo (1999), El posible imposible teatro del 27 (2009) o Del teatro poético al teatro esperpéntico (2012), así como su coordinación, junto a Víctor García Ruiz, de la Historia y antología del teatro español de postguerra.

A su tierra de adopción dedicó una importante labor de recuperación de obras y autores, así como estudios sobre dramaturgos extremeños, tanto ya consagrados (Miguel Murillo o Manuel Martínez Mediero) como otros más jóvenes (Fulgencio Valares), recogidos todos ellos en el volumen dedicado al teatro en la reciente Literatura en Extremadura 1984-2009 (2010). Pocos saben que Gregorio, además, planeaba escribir sus memorias, y es difícil calibrar la pérdida de lo que hubiera sido la autobiografía única de un hombre de letras íntegro y reservado, poseedor de una mirada crítica y una suave ironía que conocimos sus amigos.

Sin duda, la profesionalidad no es suficiente si no está auxiliada por un creciente afán de aprendizaje: no son pocos los profesores que sestean sobre sus cátedras o que se recrean en un prestigio apócrifo, fundado sobre el dudoso peso de la pulpa de papeles amarillentos o sobre el terreno acotado de un autor o periodo del que se sienten especialistas, a modo de guardianes. De Gregorio Torres Nebrera no solo nos asombraban sus grandísimos conocimientos de historia literaria, sus magistrales ediciones, sino la forma en que la dedicación a las Humanidades explicaba su biografía. Nosotros, que fuimos primero sus alumnos y llegamos a ser sus amigos, no apreciábamos en él solo la memoria portentosa y diligente, sino el esmero con que se volcaba en un artículo, en una monografía, en unas horas de clase, en una charla informal al término del periodo lectivo, siempre en actitud de escucha, generoso. Solo a partir de esa entrega se entiende la inmensa labor filológica y pedagógica que desarrolló.

Ambos le recordamos en idéntica disposición desde que fuimos alumnos suyos, ya fuera en un curso monográfico variable que impartía en la Licenciatura de Filología Hispánica de la Universidad de Extremadura, a mediados de los años noventa, en aquella vieja Facultad de la Avenida de los Quijotes, o ya en la nueva Facultad del Campus Universitario, donde Gregorio ocupaba un despacho en el vértice del piso superior, en un lugar un poco recóndito donde trabajaría mejor y oiría menos rumores. Nos vienen a la memoria sus lecciones magistrales sobre Alberti, María Teresa León, Gabriel Miró, Pedro Salinas, Valle-Inclán o el teatro realista. Cuando no ve amor (filía) y solo barrunta fórmulas burocráticas o ideas de segunda mano, el alumno dirige su atención hacia otros espacios menos glaciares, busca otra compañía. Se ha dado cuenta de que el profesor no se dirige a un auditorio que quiere aprender, sino que discursea. Gregorio, sin embargo, sabía cómo crear oídos.

Pasado el tiempo, lo saludábamos con frecuencia en la Biblioteca Nacional. Para rematar un trabajo, Gregorio cogía un autobús en Cáceres. No le arredraban las cuatro o cinco horas de incómodo viaje hasta Madrid cuando se trataba de la pesquisa del dato o la cita que necesitaba. Sin querer, nos estaba dando una lección a los más jóvenes. Si hay algo que aprendimos de él es que los estudios literarios exigen siempre la máxima proximidad y entusiasmo. Nada de visiones panorámicas, de cómodas miradas con el catalejo de la historiografía: es necesario descender hasta los versos, hasta las líneas, con paciencia y rigor, palabra por palabra, grafía a grafía. “Fajarse con el poema”, como lo expresó en alguna ocasión. Fruto de esa idea tan suya es Entendimiento del poema: de Rubén Darío a Claudio Rodríguez (1999), un libro que acaso no sea central en su rica bibliografía, pero que quizás sea donde más y mejor le reconocemos. En la cafetería de la Biblioteca Nacional nos contaba sus proyectos de investigación (generalmente individuales), así como sus cuitas departamentales, su injusto aislamiento, que llevaba con elegancia desde que las cañas se volvieron lanzas.   

“Cuando la muerte quiera / una verdad robar entre mis manos / las hallará vacías”, escribió Luis Cernuda. La muerte no encontró vacías las manos de Gregorio Torres: fiel a sí mismo, permaneció trabajando en una monografía sobre Rafael Alberti cuando lo ingresaron en la clínica Quirón, a finales de 2013. Generoso como siempre, se interesaba por nuestros proyectos, y nos ayudaría en la publicación de un libro sobre Cernuda, que aparecería meses después, ya dedicado a su memoria. Eso nos contaba por correo electrónico y en una inolvidable conversación telefónica, aún con esperanza, a los que nos dirigimos a él en aquellas horas tan sombrías, sabedores de su enfermedad y zarandeados luego por la noticia de su muerte.

 

Primera  · Anterior -12-  Siguiente ·  Última

 

espacio en blanco

 

 

 

 


Logo Ministerio de Cultura. INAEMespacio en blancoLogo CDT


Don Galán. Revista audiovisual de investigación teatral. | cdt@inaem.mecd.es | ISSN: 2174-713X | NIPO: 035-12-018-3
2014 Centro de Documentación Teatral. INAEM. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Gobierno de España. | Diseño Web: Toma10

Portada   |   Consejo de Redacción   |   Comité Científico   |   Normas de Publicación   |   Contacto   |   Enlaces