2.3. Reformas en el Teatro de la Comedia

En abril de 1876, se vistió el Teatro de la Comedia, “de verano”, deseo de la nueva empresa inquilina, la de Alfredo Maza. Se aumentó el número de ventiladores presentes en el teatro, situados en las bovedillas que unían el techo con muro. Las butacas fueron sustituidas por sillones de rejilla. Los balcones perdieron sus cortinajes. Los patios interiores conocerían mejoras. El vestíbulo “se asemejaba a un jardín” debido al número de macetas [EI, 12-04-1876, Madrid, AVIII, n2480].

En octubre de 1882, se reformaría el salón de descanso: las paredes serían de nuevo estucadas, los techos pintados y unos grandes espejos adornarían el foyer, los tramos de las escaleras y los corredores del entresuelo. En septiembre de 1887, se reformarían la entrada y el vestíbulo añadiéndose una alfombra lujosa en el vestíbulo [EI, 30-09-1887, Madrid, AXXI, n7312].

En octubre de 1897, el nuevo empresario, D. Alfonso Juan y Martín [EI, 26-02-1897, Madrid, AXXXI, n10712], decidió hacer cambios en este coliseo y los encargó al arquitecto, el Señor Salaverri. El encargado de las obras, Ramón Mauri, consiguió que en tres meses se alzara una casa de nueva planta; se añadió una entreplanta y se ensanchó el vestíbulo. Se sustituyeron las butacas originales de madera por otras de hierro esmaltado y nogal (con asiento giratorio y respaldo de cuero labrado). Las salas de espera se ampliaron. Las primeras salas tendrían mármol y las demás, parquet.

Las puertas donde se colocarán los recibidores de billetes han retrocedido una crujía. Un elevado zócalo de madera, de metro y medio de altura, con tableros de metal dorado, cubre las paredes, los frisos, los techos, etc., pintado todo con arreglo a los bocetos del señor Salaverri; el estilo es moderno y de muy buen gusto. La entrada a los palcos y butacas es suntuosa, y la escalera de madera que daba acceso al piso superior ha sido sustituída por una nueva, cuyos peldaños son de mármol blanco. La fachada con tres arcos de medio punto para el acceso al teatro, ornamentada con muy buen gusto y adornada por dos hermosos grupos alegóricos, pierde el vulgar aspecto de casa de vecindad que antes tenía, para convertirse en artístico edificio [Proscenio, 10-10-1897, Madrid, AII].

Desde la temporada 1898-1899, Luciano Berriatúa tomó en arriendo el Teatro de la Comedia asociado con Tirso García Escudero. En septiembre de 1898, decidieron facilitar el confort al público: se ensancharon las butacas, suprimiendo algunas filas para que los asientos fueran más espaciosos [ED, 29-09-1898, Madrid, AXIX, n6595]. En enero de 1899, otras reformas venían anunciadas en el diario El Globo, como la ampliación del vestíbulo. Además de ello,

El foyer (en el foyer y en todas las dependencias, habría calefacción por agua caliente) se establece donde se hallaba instalado el café, y será un salón amplísimo para el público. Las paredes estarán colgadas de seda brochada de color verde claro y en las columnas del centro y en los laterales habrá magníficos aparatos de luz eléctrica con lámparas de 50 bujías. Los divanes del foyer serán de terciopelo verde oscuro, rematados por grandes espejos con lunas biseladas. El foyer tendrá dos puertas a la calle del Príncipe, en las cuales habrá dos porteros de la empresa encargados de anunciar a las familias la llegada de sus respectivos carruajes. Las obras del salón costarán más de 3000 duros. Los cuatro salones de las plateas y palcos entresuelos serán adornados con espejos, estatuas de bronce y grandes jarrones con plantas. En las paredes del saloncillo de autores, un ilustre artista pintará escenas de varias comedias clásicas, y en el escenario se construirá un salón de actores [EG, 16-01-1899, Madrid, ALI (Quinta época), n17460].

También se instauró un aparato marcador del turno de los coches en febrero [EG, 11- 02-1899, Madrid, AXXV (Quinta época), n8475]. En septiembre del mismo año, continúan las reformas para el bienestar y agrado visual del público:

Entre las de mayor importancia, la sustitución de las anteriores butacas por otras de nogal y terciopelo rojo, de elegante forma y gran comodidad; el magnífico guardarropa ha sido agrandado; en el vestíbulo se establece un espacioso y elegante puesto de refrescos, agua y dulces; todas las decoraciones del servicio escénico se han restaurado, y varias han sido pintadas de nuevo por el escenógrafo Amalio Fernández [HM, 13-09-1899, Madrid, AX, n3229].

En 1909, los hermanos Luis y Agustín Navas, propietarios, realizaron nuevas reformas de embellecimiento. Todas estas reformas, que acarrearon gastos importantes, se perderían en 1915.