En definitiva

Resumiendo, el Teatro de la Comedia se presentaba como un edificio espléndido, moderno, listo para albergar todos los futuros espectáculos. En un principio, esta casa conoció una reforma íntegra aportando cambios en la fachada y construyéndose un teatro dentro de una casa de vecindad. Los propietarios de este teatro fueron mucho menos famosos que sus arrendatarios. Primero conocimos a Silverio López de Larrainza, el que compró y reformó una casa de vecindad en un coliseo, ejemplo de modernidad para la época. Los señores Navas y en particular, Luis Navas (conocido el año del incendio) fueron los últimos propietarios. En el caso de sus empresarios (Mario, Ducazcal, Alfonso Juan y Martín, Berriatúa y Tirso Escudero), dos marcaron la vida de la Comedia. El primero, Emilio Mario, muy conocido como gran actor y director de escena esmerado, dio su sello al teatro. Actuó en éste hasta la temporada 1896-1897, aunque entre 1885 y 1887 estuvo en el Teatro de la Princesa. Mario supo innovar aportando lo que estaba de moda más allá de los Pirineos o abriendo su teatro a autores españoles con ideas nuevas. El segundo fue Tirso García Escudero de la Torre, abogado que se metió en asuntos teatrales. En un primer momento, se asoció con Luciano Berriatúa para arrendar el teatro. Era sobre todo un hombre de negocios, y su programación se adaptaba a este concepto. El Teatro de la Comedia conoció un momento intermedio de género chico con el paso de Manuel Nieto y de su compañía en 1897-1898. Finalmente esta primera etapa acabó, como tantos otros teatros de la época, siendo víctima del fuego.