DOMÉNECH, Fernando y Pérez-Rasilla, Eduardo (coords.), Historia y antología de la crítica teatral española (1763-1936), volumen I, Colección Laboratorio, Madrid: Centro Dramático Nacional, 2015. 840 pp.

Anxo Abuin
Universidade de Santiago de Compostela

Estaba por hacer una historia de la crítica dramática en España, pero este vacío ha sido en parte cubierto por la publicación del magnífico libro que hoy reseñamos, resultado de un muy meritorio trabajo de compilación y presentación de materiales. Fernando Doménech y Eduardo Pérez-Rasilla coordinan para la elaboración de este primer volumen de los dos anunciados a un grupo de especialistas y jóvenes investigadores (Ana Isabel Ballesteros, Julio Checa, José Cruz, Gabriel Doménech. Alba Gómez, Javier Sahuquillo y Guadalupe Soria) que han sabido recuperar para los lectores contemporáneos reseñas de estrenos publicadas en periódicos y revistas, pues ese es precisamente el criterio fundamental: trazar un panorama de lo que ha sido la crítica teatral en España a partir de las crónicas periodísticas que daban cuenta de la vida de los espectáculos en Madrid y Barcelona, salvándolas el algún caso de un injusto y penoso olvido. No hay por lo tanto referencias a la crítica académica ni a los intelectuales que se ocuparon de reflexionar sobre el hecho teatral desde una perspectiva más alejada de los textos concretos, lo que justifica la ausencia de escritores teatrales muy relevantes, de Unamuno a Ortega y Gasset. El volumen se ocupa de un recorrido histórico amplio, desde las primeras críticas aparecidas en el Diario Extranjero de Francisco Mariano Nipho hasta el comienzo de la Guerra Civil en 1936. Este periodo ha sido dividido en cuatro grandes etapas: 1763-1833, 1833-1868, 1868-1898 y 1898-1936, pudiendo considerar la cuarta y última como la edad de oro de la crítica teatral española, habida cuenta de la nómina de autores antologados (Enrique de Mesa, Enrique Díez-Canedo, Ramón Pérez de Ayala, Alejandro Miquis, Ángel Guerra, Zeda, Andrenio, El caballero audaz…). Cada época está introducida por una breve y pertinente contextualización histórica y por una antología de críticas de los principales autores, precedida en todos los casos de un comentario y de una breve y pertinente  biografía intelectual.

La periodización en etapas no queda especialmente justificada y las introducciones tienen objetivos y alcances dispares. La primera, firmada por Fernando Doménech y Guadalupe Soria, se centra más en el surgimiento y evolución de la prensa española durante el siglo XVIII y en la aparición de las primeras críticas teatrales, en la pluma de los escritores ilustrados.  La segunda, a cargo de Ana Isabel Ballesteros, nos ofrece una interesante tipología de los críticos de estrenos de ese periodo (pp. 165-170), del erudito al escritor dramático, que vivieron la eclosión del drama romántico. La tercera, escrita por Eduardo Pérez-Rasilla, dibuja un panorama de los acontecimientos teatrales más importantes del periodo y su repercusión en la crítica teatral, tan rica en aquel momento y ennoblecida por la altura de nombres como Leopoldo Alas Clarín, Benito Pérez Galdós o José Yxart. La última introducción, cuya autoría se debe a Julio Checa, es en realidad un recorrido por las tendencias del teatro español de principios del siglo XX, tan interesado por la renovación de nuestros escenarios.

De las cuestiones planteadas por los coordinadores en la página 17 como objetivos de este trabajo, la menos respondida por estas introducciones es la que se refiere a los principios estéticos, no siempre explicados con suficiente detenimiento. Pero esa ausencia queda solventada con creces si uno lee atentamente las reseñas que acompañan, porque por ella asoman las preocupaciones esenciales de cada momento histórico, que enumero en evidente desorden:  las ideas de verosimilitud y decoro, la formación y la capacidad interpretativa de los actores, el papel social y moralizador del teatro (teatro y educación), la reforma teatral, la reteatralización, los géneros dramáticos (del auto sacramental al sainete, de la comedia lacrimosa al melodrama…),  los clásicos, la función de la traducción y la literatura extranjera (París como faro estético para los dramaturgos y para los críticos),  la aportación del espectador, la llegada (polémica) de los diferentes movimientos estéticos, la programación o el repertorio, las relaciones entre el teatro y la ideología, el realismo en los decorados y el vestuario, la ejecución del verso (el teatro y la poesía), el carácter de los personajes, la configuración del edificio teatral, la omnipresente crisis del teatro… El libro puede servir además para entender mejor la historia del teatro español y la vinculación entre vida social y teatral, también a partir de la revisión de algunos de sus estrenos más notables, de Leandro Fernández de Moratín a José Zorrilla, de Manuel Tamayo y Baus a Valle-Inclán.

Todo ello da cuenta de la riqueza y el interés de este extraordinario volumen, que un investigador podrá utilizar en el futuro para profundizar en la evolución histórica de la crítica teatral española, echando mano, por qué no, de una perspectiva más sistémica, en el sentido epistemológico propuesto por Itamar Even-Zohar: descubriremos entonces la diacronía del sistema teatral gracias al análisis de la labor intensísima de los actores y de los mediadores y de su contribución a la creación de repertorios y de un canon dinámico y abierto.