La reciente publicación digital, en la web del Centro de Documentación Teatral, de Recuerdos de un siglo de teatro (1851-1955)¸ puede considerarse como un importante acontecimiento en el ámbito de la documentación del teatro español contemporáneo. Y es que, sin duda, tal valoración merece la puesta a disposición de estudiosos, profesionales y aficionados, en acceso libre y gratuito, de medio centenar de volúmenes, en edición cuasifacsimilar, que incorpora infinidad de recortes de prensa (con frecuencia acompañados de ilustraciones gráficas u otros relevantes materiales de archivo) a los que se suma un número incontable de textos o apuntes mecanografiados o manuscritos, todo ello con una vinculación, preferente, pero en absoluto exclusiva, a la trayectoria histórica del teatro en Madrid y que abarca desde la segunda mitad de la centuria del siglo del XIX hasta mediados del siglo XX. Todo ello auxiliado por un utilísimo sistema de reconocimiento óptico de caracteres que facilita enormemente las búsquedas. El resultado es la posibilidad de acceso a miles de estrenos fechados, a la historia en evolución de decenas de teatros madrileños, a elencos y compañías vinculados o no a determinadas empresas, a incontables noticias e imágenes sobre la actividad escénica de innumerable autores e intérpretes, muchos de ellos hoy ya poco menos que olvidados.

Se trata de un trabajo gigantesco de compilación, pero que en el conjunto del archivo íntegro del que forma parte, representa solo una fracción, y no la mayor, del total. Y es que, en realidad, el contenido de esos volúmenes ahora publicados corresponde, pero solo parcialmente, a la labor previa de acopio de datos realizada por un compilador y estudioso casi anónimo, Luis García Zamorano, que tenía por finalidad, y así a continuación se desarrolla, la elaboración de una obra de referencia y de enorme calado: una gran Enciclopedia del Teatro Español, dividida en varias secciones, cada una de ellas  secuenciada en uno o varios tomos.

Parece, pues, conveniente explicar tanto el alcance y composición del mencionado archivo en su integridad, y no solo en lo que respecta a los volúmenes ahora publicados, como la peripecia y vicisitudes, por cierto bastante enmarañadas, que han acompañado el itinerario episódico de todos estos materiales de archivo desde su origen hasta la actualidad.

Corría el comienzo de los setenta del pasado siglo y, más allá del reconocimiento de su amplia producción teatral, no eran pocos quienes sabían que José López Rubio, en su casa de Madrid, “poseía la biblioteca más completa en España de teatro contemporáneo” (Penín Castillo, 1970). Una biblioteca que, hasta en un total de 12.000 volúmenes y acompañada de miles de fichas de su archivo, el dramaturgo, siguiendo sus propias declaraciones posteriores, había donado al Estado en los primeros años de la Transición. Así lo confirma, en efecto, la prensa del momento con titulares como “El legado López Rubio cedido al Centro Nacional de Documentación”¹. Sin embargo, hacia 1983 el dramaturgo se lamentaba del trato recibido por las autoridades del Ministerio de Cultura: las instituciones y los sucesivos ministros (cinco desempeñaron el cargo entre 1980 y 1982) no habían hecho, en sus palabras, sino “depositar aquel fondo durante largo tiempo en un sótano bajo llave” (“El discreto impertinente”, 1983). Extremo incluso confirmado bastante más tarde por algún destacado profesional del teatro². A pesar de lo cual, solo unos pocos meses más tarde, al ser entrevistado, el dramaturgo parecía recobrar las esperanzas de que aquella donación alcanzara por fin un destino fructífero: interrogado sobre su ambicioso proyecto “de hacer una voluminosa enciclopedia del teatro español, después de haber cedido al estado miles de fichas”, responde: “Se está haciendo un fichero en la biblioteca en que está toda mi colección de obras de teatro y de libros sobre él. Solo en piezas teatrales habrá de diez a doce mil y también unas cuarenta mil fichas” (Torrijos, 1983).

Pues bien, las fichas a las que se refería el dramaturgo forman parte actualmente del archivo del CDT; no así el fondo bibliográfico regular que, al parecer, el propio dramaturgo, insatisfecho por razones que aún hoy resultan controvertidas, decidió en un momento dado recuperar para sí, de modo que los libros impresos poco más tarde fueron adquiridos por el Centro de Documentación de Artes Escénicas de Andalucía; son en torno a 1.700 volúmenes que actualmente componen allí el denominado “Fondo José López Rubio”.

Más allá, pues, del fondo bibliográfico catalogado por el CDAEA, creo que resulta relevante dar cuenta de esa otra parte del legado de López Rubio, de origen más incierto pero de gran importancia e interés. En efecto, se trata de un archivo heterogéneo, constituido, insistamos en ello, de un lado por los cuarenta y siete volúmenes encuadernados en piel, que acaban de ser editados digitalmente bajo el título de Recuerdos…; de otro, por los miles de fichas y múltiples listados con decenas de páginas, que originalmente se organizaban en gran número de carpetas clasificadoras de acuerdo con un orden y una estructura que dejan ver el destino último de todo ese material: la elaboración y publicación de una gran Enciclopedia Teatral que finalmente resultó malograda en los sucesivos proyectos, distintos pero en parte convergentes, que en tal material de archivo sustentaron sus dos titulares.

Cronológicamente, el primero de tales proyectos fue una magna obra concebida como decantación de los trabajos de investigación realizados por ese ignoto estudioso y gran aficionado al teatro a quien nos hemos referido, Luis García Zamorano, quien llevó a cabo su callada labor de compilación y estudio durante más de cincuenta años, desde antes del comienzo del siglo XX. Lo que viene avalado sobre todo por una carpeta del archivo que, a modo de anexo, contiene distintos documentos, pero casi todos ellos relacionados directamente con la pretendida publicación desde mediados de los cuarenta de la citada Enciclopedia. Entre su contenido figuran en primer lugar cartas de diversas editoriales (Aguilar, Espasa-Calpe, Labor, CSIC, EPSA, Editora Nacional, Calleja [fig. 1]…), que son contestación al ofrecimiento de García Zamorano para publicar su Enciclopedia Teatral. Son todas ellas respuestas que declinan amablemente la propuesta atendiendo a diversos factores coyunturales: escasez de papel, carestía del servicio eléctrico, densidad de los planes editoriales, inadecuación del contenido a la línea editorial propia, o el carácter inacabado de la obra ofrecida. La mayoría de las cartas se encuentran fechadas en torno a finales de 1945 y comienzos de 1946, aunque, al parecer con variantes en la propuesta, existe constancia de un par de intentos más en 1953. Se conserva asimismo el contenido escrito del ofrecimiento realizado hacia mediados de los cuarenta a la mayoría de esas editoriales³ en el que Zamorano concreta el contenido preciso y el estado actualizado del trabajo en relación con su publicación (fig. 2):

Título. Enciclopedia Teatral: 3 partes.

• Catálogo de autores españoles por orden cronológico. Muy útil “sobre todo para el estudio de la literatura dramática de los siglos XIX y XX tratada muy ligeramente en los tratados modernos publicados sobre la misma” (“completamente terminada y en condiciones de publicación”). En cinco tomos: el primero (hasta 1800): 600 páginas a mano en hojas de tamaño cuarto; los otros 4, tres ya encuadernados, 1.600 páginas a máquina.
  
  
• Catálogo de obras escritas por autores españoles: su función básica consiste en “localizar una obra, conocer un autor y la fecha del estreno y publicación”. Cinco tomos en tamaño folio (sumamente adelantada).
  
  
• Historia de los teatros de Madrid. “Historia, en forma amena y distraída de los teatros madrileños desde 1.600 hasta el día”. Dos tomos: el primero de unas 500 páginas de tamaño 4º escritas a máquina (desde 1801 hasta 1850).