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1. MONOGRÁFICO

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1.2 · Valle-Inclán y la censura de representaciones durante el franquismo.

Por Berta Muñoz Cáliz.
 

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Valle-Inclán y la censura de representaciones durante el franquismo


VALLE-INCLÁN Y LA CENSURA DE REPRESENTACIONES DURANTE EL FRANQUISMO

Berta Muñoz Cáliz
Centro de Documentación Teatral

 

Resumen: Entre 1941 y 1977 se presentaron ante Junta de Censura de Obras Teatrales una veintena de textos de Valle-Inclán, que obtuvieron dictámenes muy distintos dependiendo tanto de los propios textos como de la época en que fueron sometidos a censura; también influyeron en estos dictámenes otra serie de factores, como la propia imagen que se quería dar de la censura española, la opinión de los herederos del autor o la celebración del centenario del dramaturgo en 1966.

Palabras clave: Valle-Inclán, censura, franquismo.

Abstract: Between 1941 and 1977 some twenty texts by Valle-Inclán were presented before the Works of Theater Censorship Board, eliciting very different responses, depending upon the texts themselves and the period in which they underwent censorship; another series of factors also influenced these decisions, such as the image which authorities wished to project of Spanish censorship, the opinion of the author’s heirs, and the celebration of the playwright’s centennial in 1966.

Key words: Valle-Inclán, censorship, Francoism.

 

1. INTRODUCCIÓN

Tanto por su volumen como –no en menor medida– por su interés, la documentación que se ha conservado en el Archivo General de la Administración acerca de la censura de representaciones de Valle-Inclán bien podría ser motivo de una monografía. Intentar resumir en unos cuantos folios lo sucedido con las más de veinte obras dramáticas valle-inclanianas que pasaron por manos de los censores esta tarea poco menos que imposible, pues obliga a prescindir de muchas y, en ocasiones, sustanciales informaciones. No obstante, en este trabajo se ha procurado ofrecer al menos una idea aproximada de lo que sucedió con cada una de estas obras a su paso por la censura, así como de la evolución sufrida en las relaciones entre los textos valle-inclanianos y la censura a lo largo de la dictadura franquista.

Entre 1941 y 1977 se presentaron a censura, como se ha dicho, una veintena de textos de Valle-Inclán, los cuales obtuvieron diferentes dictámenes: desde la autorización para todos los públicos hasta la prohibición total, pasando por la autorización sólo para funciones de cámara o por la imposición de múltiples cortes, dependiendo de los textos en cuestión y de los períodos en que fueron sometidos a censura. En realidad, en la mayoría de las ocasiones estos textos se autorizaron en condiciones muy restrictivas: bien para funciones únicas en régimen de teatro de cámara (opción que predomina durante los años cincuenta y primeros sesenta), o bien para sesiones comerciales con múltiples tachaduras (opción que prevalece a partir de la segunda mitad de los sesenta), pues tanto los textos que pasaron la censura sin problemas como las prohibiciones totales suponen un porcentaje no muy alto dentro de las obras censuradas del dramaturgo gallego. Por lo general, entre los aspectos que los censores consideran más problemáticos de este teatro se encuentran la “crudeza” de algunas escenas eróticas, la aparición de palabras malsonantes, el tratamiento de ciertos temas religiosos y políticos, y el tratamiento que realiza el autor del estamento militar, como veremos.

A grandes rasgos, pueden delimitarse dos grandes etapas en la relación entre el teatro de Valle-Inclán y la censura, que corresponden a un primer período, hasta los años cincuenta incluidos, en el que únicamente se solicita permiso para realizar representaciones de cámara, y una segunda etapa, a partir de los años sesenta, en que compañías de la importancia de la Lope de Vega o los propios teatros oficiales intentarán programar en régimen comercial estas obras. Si durante los primeros años los textos presentados a censura se autorizan o se prohíben, según los casos, dependiendo fundamentalmente de la opinión de los censores sobre dichos textos, a partir de los años sesenta van a entrar en juego otros factores, como la propia imagen de la censura que se pretende dar ante el exterior; además, a partir de estos años, no solo van a opinar los censores sobre estas obras, sino que en más de una ocasión van a entrar en juego las opiniones de altos cargos del ministerio y las de los propios herederos del autor. Desde entonces, la fama internacional del dramaturgo y su carácter de “clásico” al que se estudiaba en las escuelas van a pesar en las decisiones de la censura, y sin duda van a influir en el hecho de que los altos cargos del régimen se impliquen personalmente en la censura de estas obras. Pese a la imagen de políticos “liberales” que procuraron transmitir los miembros del equipo de Fraga Iribarne y el propio ministro artífice de la Ley de Prensa del 66, lo cierto es que, en los casos en que se les solicitó su opinión con respecto a los textos de Valle-Inclán, su criterio fue más restrictivo que el de los propios censores.

En más de una ocasión el dictamen impuesto a los textos valle-inclanianos variaría con el paso de los años, de forma que obras que en un primer momento fueron prohibidas o autorizadas únicamente para una sesión de cámara se acabarían autorizando para su representación comercial, tal como sucedería con Divinas palabras, Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte, Luces de bohemia, Las galas del difunto, Cara de Plata y El yermo de las almas; en algún caso, la autorización comercial venía acompañada de una serie de cortes que entrarían en conflicto con los herederos del dramaturgo, tal como ocurriría con Luces de bohemia. También hay algún ejemplo de lo contrario: piezas que en un primer momento se habían autorizado para cámara serían posteriormente prohibidas, como sucedió con Ligazón y La hija del capitán, o retenidas mediante “silencio administrativo”, como probablemente ocurrió con Los cuernos de Don Friolera. Finalmente, hubo obras que se autorizaron para sesiones comerciales desde un principio; en algún caso, prácticamente sin limitaciones, como sucedió con Cuento de abril, Farsa italiana de la enamorada del rey o La marquesa Rosalinda, entre otras; si bien la mayoría de ellas sufrieron algún tipo de limitaciones, como la mutilación del texto, la obligatoriedad del visado del ensayo general o la imposibilidad de radiación.

 

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