3.3. Los cuernos de don Friolera⁹

En septiembre de 1958, la compañía Federico García Lorca, que dirigía Víctor Andrés Catena, sometía por primera vez a censura esta obra, con la intención de representarla en función única en el Teatro Goya de Madrid¹⁰. Uno de los censores escribió un informe bastante positivo a favor de la autorización del texto íntegro, incluso para representaciones comerciales, añadiendo comentarios tan elogiosos como: “Obra graciosísima, llena de ironía y donosura. Nos confesamos admiradores del teatro valleinclanesco”. No obstante, finalmente, la obra fue autorizada para una sola representación de cámara, con tachaduras en cuatro de sus páginas y una corrección. Dos meses más tarde, el texto se estrenaba en el Teatro de la Comedia con dirección de Juan José Alonso Millán. También en régimen de teatro de cámara volvería a representarse en 1967, en esta ocasión por el TEU de Madrid, que dirigía José Manuel Garrido. No sería hasta la Transición, en 1976, cuando este texto subiera a las tablas en régimen comercial.

3.4. Las galas del difunto¹¹

En noviembre de 1958, dos meses después de haber sometido a censura Los cuernos de don Friolera, se solicitaba la autorización de esta otra pieza de Martes de Carnaval. La compañía que la solicitó fue Fénix Teatro de Cámara, con el propósito de representarla en el Teatro Recoletos de Madrid. Uno de los censores alabó la calidad literaria del texto, aunque lo encontraba bastante problemático:
El diálogo cortado y crudísimo, pero bello. El léxico es de realismo que sonroja por su excesiva valentía. Pero no puede aceptarse, ni aun en sesión privada y de selección, sin las supresiones que se subrayan con lápiz rojo. Van en descrédito del ejército y de la patria.
Finalmente, la obra se autorizó para sesiones de cámara, con tachaduras en tres de sus páginas [fig. 5].

3.5. Divinas palabras¹²

Aunque, como hemos visto, a estas alturas varias obras de Valle-Inclán habían sido vetadas para su representación en condiciones normales –esto es, con el texto íntegro y en régimen comercial–, esta sería la primera obra que recibiera el dictamen oficial de prohibida. La compañía Dido Pequeño Teatro la presentó a censura a comienzos de 1958, con el propósito de ponerla en escena en el Teatro Bellas Artes. En esta ocasión uno de los censores se mostró muy elogioso hacia el texto, al tiempo que lamentaba no poder autorizarlo:

Cuadros magníficos de extraordinaria crudeza, de costumbres, vicios, supersticiones gallegas, escritos con soberbia y valiente realidad, […]. Lástima que no pueda el censor admitir en su integridad la hermosa tragicomedia, ni se atreva a colaborar con imperdonables correcciones ni supresiones que harían perder su valor literario y su enorme fuerza y realismo. […]

El segundo censor emitió el siguiente “informe moral” sobre la obra:

[…] Trama atrevida y, en momentos, desvergonzada, con sugerencias morbosamente peligrosas, sin compensación alguna del espectáculo en que convierte el autor la exhibición del mal, con la agravante de unas “Palabras Divinas”, que ninguna aplicación recta pueden tener en este caso concreto.-
En consecuencia, por sus defectos de fondo y forma, estimo que esta comedia no debe autorizarse, ni siquiera para un Teatro de Cámara y Ensayo.-

Tras estos informes, el texto se prohibió, aunque dos años más tarde volvería a enjuiciarse tras ser presentado de nuevo por la compañía Lope de Vega.