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El hombre cigüeña, de Paco Paricio, por los Titiriteros de Binéfar

Autoría, dirección, diseño de títeres y escenografía: Paco Paricio.
Dirección de actores: Jordi Purtí.
Música: Alberto Gambino.
Iluminación: Javier Anós.
Intérpretes: Eva Paricio y Paco Paricio.
Espectáculo coproducido con el Centro Dramático de Aragón. (2004).

 

Con cerca de cuarenta años de trayectoria, los espectáculos de los Titiriteros de Binéfar se dirigen a todos los públicos: a los niños tratados como personas sensibles e inteligentes y a los adultos que aún guardan un hueco para la ternura y para el juego. En El hombre cigüeña se nos presenta la historia de un transeúnte que, a su vez, relata la historia de una balsa en la que pescó una cigüeña. Él  mismo cree ser una de estas aves, lo que mueve a reflexión sobre su posible locura.

“Con un poco de imaginación, dos cucharas de palo pintadas de naranja pueden convertirse en el pico de una cigüeña. Y otra cuchara, con dos chapas de cerveza pegadas a modo de ojos, se transforma en una serpiente. Así es el mundo de fantasía e ilusión que los Titiriteros de Binéfar han creado para su nuevo espectáculo, El hombre cigüeña, un cuento de animales en el que Paco Paricio y su hermana Eva reflexionan sobre la relación que el hombre tiene con la naturaleza”. (Ainhoa Soria, “El hombre cigüeña vuela hasta el Teatro Principal”, El Periódico de Aragón, 28 de abril de 2005).

Los Titiriteros son un poco como el buen turrón, el que se elabora con almendras de primera calidad, de manera artesana y con mucho amor por lo que se está haciendo. Ese que te deja un magnífico sabor en la boca. Así son ellos, salvo que el buen sabor te lo dejan en el ánimo y en el corazón. […] El hombre cigüeña. ¡Delicioso! Como todo lo que ellos hacen, lleno de creatividad, inteligencia, ternura, buen gusto… Es un placer y un auténtico disfrute verlos.

El hombre cigüeña cuenta la historia de una balsa donde viven ranas, peces, libélulas, serpientes; donde juegan los niños y las niñas, y las cigüeñas y los patos tienen a sus crías. Pero esa balsa quiere ser destruida para construir bloques de viviendas, autopistas… Los niños intentan impedirlo y una de ellos, Diadema, protesta: “¡Jo! ¡Todo roto! Se creen con derecho a romperlo todo. Y no es suyo. Es nuestro”.

La escenografía está confeccionada con grandes cajas de cartón, con botellas de plástico rellenas con líquido de colores… Los títeres están construidos con todo lo imaginable: cucharones y cucharas de madera, coladores, jarras de metal porcelanizado, cazos, teclados de ordenador, panderetas, cuerdas, escobas, trompetillas de plástico… Y todo hace ruido. Elaboran con todo ello una encantadora historia que plantea problemas muy serios. […] En suma, un excelente espectáculo de teatro para todos, chicos y grandes.

Joaquín Melguizo, “Un regalo de Navidad”, Heraldo de Aragón, 19 de diciembre de 2005

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