Menú principal

You are here: Home / Efemérides de teatro / Cela y los vascos

On this week in History

Cela y los vascos

Sala Olimpia de Madrid, 30.10.1984
Cela y los vascos

 Hace treinta años, el 30 de octubre de 1984, llegaba a la Sala Olimpia de Madrid un espectáculo llamado a formar parte de la Historia del teatro vasco; Oficio de tinieblas, a partir de la obra de Camilo José Cela, con dramaturgia y dirección de Ramón Barea, había sido estrenada en marzo en Bilbao y tras su paso por las capitales vascas llegaba a la sala madrileña. Se trataba de un espectáculo de gran envergadura, con escenografía, figurines e iluminación de Maribel Belastegui, Raimon y Jon Garai; y con un muy amplio reparto que integraba a muchos de los mejores actores vascos del momento:  Alex Angulo, Santiago Burutxaga, Juanjo Corrales, Patxi Gaztañaga, Ramón Ibarra, Iñako Irastorza, Itziar Lazcano, Yolanda Martínez, Nati Ortiz de Zárate, César Saratxu, Juanmari Segués, Ana Soriano, Juan Viadas, Josu Camara, Jon Garai, Josean Pérez, Meri Feli Meabe, Juan Luis Almazan, Loli Astoreke, Merche Blanco, Mario García, Goyi Huerta, Felipe Loza, Rebeca Martínez, Ana Mintegui y Jabier Pérez.

Camilo José Cela no había recibido aún el Premio Príncipe de Asturias, ni el Premio Nobel, ni el Premio Cervantes, ni el Marquesado de Iria Flavia; pero era ya, desde hacía más de cuatro décadas - era 1942 cuando publicó La familia de Pascual Duarte - parte fundamental de la Historia de la Literatura española. El autor de hitos de la novela como La colmena o San Camilo 1936 acababa de publicar en 1983 su prodigiosa Mazurca para dos muertos cuando recibió una inesperada propuesta de un colectivo de profesionales vascos: querían llevar al teatro su Oficio de Tinieblas.
El proyecto era muy especial: iba a significar la reunión de profesionales de cinco compañías vascas, al margen de las instituciones, reuniéndose así para crear un espectáculo de gran envergadura: allí estarían profesionales de los grupos Cobaya, Karraka, Kukubiltxo, Orain y Teatro Studio, con el apoyo de otros profesionales.
La génesis del espectáculo no estuvo exenta de polémica: desde el cartel con un cristo desnudo y con corbata hasta un artículo de Alfonso Sastre poniendo en cuestión que los grupos vascos eligieran una obra de un autor que había sido censor durante la Dictadura de Franco.
El espectáculo, claro, fue un acontecimiento. El crítico Pedro Barea lo contaba así en nuestra revista El Público: ‘Abandone el lector la idea de que Oficio de tinieblas haya sido – en su versión teatral – simplemente una humorada. Nada más lejos de la realidad. No lo permite el libro, y la importancia que tenía para todos los actores del supercolectivo vasco, tampoco. Definido como ‘macroespectáculo erótico, festivo y funerario’, el Oficio teatral ofrecía la traducción del texto celiano. Los versículos suenan como una salmodia. Se oyen en parte grabados y en parte actuados por los intérpretes con entonaciones diversas: la proclama, el discurso, la conferencia, el clamor, el desahogo. Suenan como fondo insistente – cantados o recitados – como un gregoriano. Suenan ilustrando los tiempos de la acción, sirviéndole de subrayado y de línea conductora. [...] Es una parafernalia caótica, los protagonistas son héroes de vulgaridad, el verdugo y el notario, el alguacil y la prójima, la parentela y los vecinos, el padre muerto y todos los innombrables subalternos de una apoteosis de garbanzo y caspa en la que chapotea el autor. Los objetos en este sarao son el garrote y la lavativa, las prótesis y el liguero. El color, gris. Los movimientos, tics, tropismos, muecas. La estética general, tremenda.’
Hemos comenzado esta nota con la ficha del espectáculo. Entre los nombres, todos históricos del teatro vasco, un Ramón Barea que recibió el pasado año el Premio Nacional de Teatro y un Alex Angulo que nos dejó el pasado mes de julio.