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El triunfo de 'Todos eran mis hijos'

13.5.1963
El triunfo de 'Todos eran mis hijos'

Podríamos mencionar esta semana los ciento setenta años del nacimiento de Don Benito Pérez Galdós, pero habrá pronto ocasiones para celebrar al autor canario, que esta temporada ha vuelto a ser actualidad por la nueva producción de Doña Perfecta, dirigida por Ernesto Caballero para el Centro Dramático Nacional. Pero sí vamos a hablar de la relación entre el teatro y la realidad de su siglo, a partir de una efeméride más “redonda”: el estreno en España en temporada abierta de uno de los hitos del Teatro del siglo XX: Todos eran mis hijos, de Arthur Miller, el 11 de mayo de 1963 en el Teatro Recoletos de Madrid.

“¡Qué honda, seria y rigurosa fiesta teatral! Uno de los espectáculos más bellos y emocionantes de la temporada. Gran comedia, gran dirección y gran interpretación. Esa conjugación es el Teatro.” Con este entusiasmo comenzaba su crítica en ABC Enrique Llovet; y así la terminaba: “... al terminar la representación, el público – ese público tantas veces apresurado e incluso incorrecto – permaneció mucho rato inmóvil, confundido, hasta romper en ovaciones y bravos interminables y justísimos. La compañía, con visible emoción, recibió, sin moverse, el cálido homenaje. Fue una gran noche”.

Aquel regalo se debía a la compañía que habían formado los jóvenes actores Berta Riaza y Ricardo Lucía. Este se ocupaba de la dirección escénica. La escenografía, el célebre patio trasero, fue obra de Emilio Burgos. El reparto era excepcional: Ana María Ventura, Berta Riaza, Conchita G. Conde, Enrique Cerro, Félix Navarro, Jesús Holgado, Luis Prendes, María Luisa Ponte y Ricardo Lucia.

 

Hablamos de estreno, pero hemos de reseñar que Todos eran mis hijos había sido la primera obra en subir a los escenarios españoles, en 1951, de la mano de la compañía de teatro de cámara La Carátula, el proyecto de José Gordón. La traducción de la obra se debió a Vicente Balart y la dirección escénica corrió a cargo de José Gordón. Los intérpretes de aquella función única fueron Carola Fernán Gómez, Eduardo Moreno, José Luis Heredia, Julia Lorente, Mara Jerse, María Dolores Pradera, Ricardo Lucia y Salvador Soler Mari. Pero, claro, esa representación fue una función de cámara, que tuvo lugar el 2 de noviembre de 1951 en Teatro de la Comedia de Madrid, a las 11 de la noche, haciendo un hueco en las funciones de Entre el no y el sí, de José María Pemán. Una función con el gran valor de su novedad y la precariedad de medios y ensayos que señala en su crónica de Arriba Gonzálo Torrente Ballester – a quien, ya lo vimos en la nota sobre el estreno de La muerte de un viajante, no le entusiasmaba la escritura de Arthur Miller -: “No pedo decir que la interpretación haya sido irreprochable; se oyó constantemente al apuntador; hubo momentos difíciles, en que los actores no sabían qué decir, y el drama fue llevado – sobre todo en el primer acto – con excesiva lentitud. Pero debemos a Gordón y a sus amigos el conocimiento de una pieza interesante. Esto me inclina, y debe inclinarnos, al perdón de los defectos”.

Como ya comentamos en una nota de esta serie de efemérides el pasado mes de enero, fue José Tamayo, en enero de 1952, quien con el estreno de La muerte de un viajante pone a Arthur Miller en la primera línea de las carteleras españolas, repitiendo triunfo en 1956, con Las brujas de Salem;y en 1958 Pedro López Lagar monta Panorama desde el puente. Tras este éxito que hoy reseñamos con Todos eran mis hijos en 1963, aún llegarían en esa década otros tres títulos importantes del autor norteamericano: en 1965 Marsillach monta Después de la caída; en 1968 Javier Ríos estrena Incidente en Vichy; y en 1970 Narciso Ibáñez Menta monta El precio.

Todos eran mis hijos ha tenido en España pocas puestas en escena. Cabe reseñar que la siguiente, después de esta de 1963, pasan veinticinco años hasta la producción dirigida por Ángel García Moreno, con Agustín González, Ana María Barbany, Berta Riaza y Juan Meseguer en el Teatro Bellas Artes de Madrid. Sorprende más recordar que la primera versión catalana es la de Quim Monzó, dirigida por Ferran Madico, con Carles Canut, Julieta Serrano, Santi Ricart y Roser Camí, en 1999 en el Teatre Romea de Barcelona.

Todos recordamos la más reciente, en 2010 en el Teatro Español de Madrid, con dirección escénica de Claudio Tolcachir, protagonizada por Carlos Hipólito, Fran Perea, Gloria Muñoz y Manuela Velasco, que obtuvo un gran número de premios en las siguientes temporadas, como quedó reseñado en la Revista Digital de la Escena.

Volvamos a 1963, en la fotografía (Gyenes / Archivo CDT), cuatro figuras de nuestra escena: María Luisa Ponte, Luis Prendes, Berta Riaza y Ricardo Lucia. “Una gran noche”.

 

Todos eran mis hijos