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Efemérides

Ernesto Caballero y un Calderón de las galaxias

Sala Olimpia de Madrid, 22.9.1984
Ernesto Caballero y un Calderón de las galaxias
“Madrid ya tiene sus Joglars”. Con este entusiasmo saludaba el maestro José Estruch el estreno de Rosaura (el sueño es vida, mileidi), la segunda producción de la compañía Producciones Marginales, en la que Ernesto Caballero comenzaba a forjarse como autor y director. Ernesto Caballero es hoy el director del Centro Dramático Nacional de España y uno de los profesionales más respetados en nuestro país en las dos facetas que ha desarrollado durante las últimas tres décadas, es decir, como director de escena y como dramaturgo de varias decenas de obras.
 
Se podría jugar con la vieja frase, “todo comenzo...” para referirnos al estreno del que en estos días se cumplen treinta años. Ernesto Caballero tenía veintisiete años y contaba con la complicidad de un grupo de jóvenes actores formados, como él, en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, la RESAD. Juntos, formaron Producciones Marginales, una compañía que supuso los primeros pasos de estos profesionales que han continuado habitando proyectos durante estas tres décadas. Aquellos primeros actores – los mencionamos por el orden que ocupan en la fotografía que ilustra esta nota – eran Ascensión Ferreras, Rosa Savoini, Daniel Moreno, Pedro Ocaña, Susana Hernández, Montse G. Romeu, Marisol Rolandi y Valentín Hidalgo.
 
La obra llegaba a la vieja Sala Olimpia de Madrid el 22 de septiembre de 1984, tras haber pasado por algunos espacios de la periferia, como informaba Alfonso Armada en el diario El País: algunos profesionales cercanos asistieron a ensayos en los bajos del Mercado del pescado del Campillo del Mundo Nuevo, más tarde se había podido ver en la escuela de Arte Dramático; pasó los días 18 y 24 de agosto por el parque de Aluche y el 31 de agosto en el Egaleo de Leganés. Tras las funciones de 22 y 23 de septiembre en la Olimpia, pasaría por el Festival de Almagro, regresando a Madrid, a la Sala San Pol, en diciembre, dentro del ciclo Joven Escena Libre que organizaba el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas. De aquellas funciones en la San Pol es la crítica de Antonio Parra en Ya:
 
“Producciones marginales, con Rosaura (El sueño es vida, milady) muestra una vía muy acertada para la recuperación de los a veces áridos versos del siglo de Oro. (...) El ejercicio es francamente divertido y los actores están francamente espléndidos, tanto en el plano interpretativo como en el de la caracterización. En lenguaje “cheli”, podríamos decir que este espectáculo es una hora y cuarto de sano vacile con Calderón, un clásico al que se le pierde respetuosamente el respeto. Hay muchas maneras de decir “hipogrifo violento” y “¡Ay, mísero de mí...!” Producciones Marginales ha encontrado una vía lúdica, un recurso para erradicar mucho vicio teatral malsano”.
 
“Un Calderón de las galaxias” había titulado su artículo Antonio Fernández Lera en nuestra revista El Público de septiembre de 1984. Y es que la acción de esta lectura de La vida es sueño sucedía en un futuro en el que la Luna, convertida en vertedero, está habitada por seres que repiten modelos de sus antecesores terrícolas. La idea era extraer de La vida es sueño lo que tiene de “anécdota, de aventura, de peripecia.”
 
En el montaje, como explicaban los miembros de la compañía a Fernández Lera, contaría con dos de las premisas que han seguido el trabajo de Caballero durante estas décadas: una pasión por el teatro clásico español en la que la palabra “respeto” nunca signifique aburrimiento ni arqueología, sino un diálogo con los textos al tiempo sabio y atrevido. Y, siempre, el equipo, la integración del autor en el grupo, su disponibilidad en el proceso de trabajo de los actores, que aportan desde las improvisaciones buena parte de las posibles vías de evolución del espectáculo.
 

Producciones Marginales siguió creando espectáculos hasta 1990. Desapareció el nombre pero sus componentes continúan peleando en la difícil realidad del Teatro madrileño de nuestros días. De ellos, claro, la personalidad más destacada ha sido su dramaturgo y director: Caballero ha dirigido más de setenta espectáculos desde aquella Rosaura y pasan de sesenta los estrenos de obras suyas en España.