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Jardiel estrena “Blanca por fuera y Rosa por dentro”

18.2.1943
Jardiel estrena “Blanca por fuera y Rosa por dentro”

Uno de los proyectos en los que el CDT está trabajando para los próximos años se llama “Arquitectura del aire” y será una colección de fotografías muy especial: imágenes de escenarios sin actores, que ofrecen tan solo el decorado de la función. Ya no es una idea del autor, ni un dibujo del escenógrafo, sino la realización final de ese proyecto, lo que significa la unión de los talentos de escritor, escenógrafo y constructores. De momento, en esa colección no tenemos ninguna fotografía del estreno de Blanca por fuera y Rosa por dentro, de Enrique Jardiel Poncela, que se estrenó hace setenta años en el Teatro de la Comedia de Madrid, el 16 de febrero de 1943. Y es una lástima.

 Es una lástima porque, al alzarse el telón de aquel estreno, el público dedicó un gran aplauso al escenario vacío. Tal era la originalidad de la idea de Jardiel y la buena realización de esa idea por parte de Sigfrido Burmann (1891-1980), el escenógrafo de origen alemán afincado en España desde 1910 cuyo nombre encontramos en cientos de estrenos, entre ellos, algunos de los más importantes de la historia de nuestro siglo XX. Jardiel le proponía al escenógrafo un reto interesante: ubicaba la acción de la comedia en un “saloncito íntimo, muy elegante, situado en el piso ático de una casa de construcción moderna” cuyo lujo y elegancia describe con minuciosidad, para añadir de pronto “Todo en la escena revela el mayor refinamiento, riqueza y buen gusto. Pero... Hay un pero. Y el pero es de bastante importancia. El pero consiste en que la apariencia del saloncito, al levantarse el telón, es la de la ruina más completa. Todo aparece destrozado, machacado, pulverizado. No hay una escultura ni un jarrón que no esté roto; no hay un cuadro que no tenga la tela rasgada o el marco destrozado; pocos son los cristales de la vidriera que no se hallen en añicos. (...) Los muebles (derribados, y algunos de ellos hechos astillas) ofrecen el aspecto más siniestro y melancólico; pero la que peor librada ha salido de todos ellos en la catástrofe que allí ha debido desarrollarse ha sido una silla, que tiene el asiento reventado y con los muelles fuera, y que aparece colgada de la lámpara. (...) Es en fin, como si un simoun hubiese soplado en la habitación; como si una tromba marina hubiera asolado la estancia; como si un tornado tropical hubiese cruzado de un lado a otro horas antes, entrando por la izquierda y marchándose por la derecha, no sin darse primero una vueltecita por la terraza”. Pronto averiguaremos que ese desastre es el resultado de una de las cotidianas broncas conyugales provocadas por la protagonista.

 La comedia recibió una elogiosa crítica por parte de Marqueríe en Informaciones: “Desde el instante en que se levantó el telón – antes de aparecer los personajes – estalló en la sala una gran carcajada debida a la hilarante presentación de la escena. Consignamos el hecho porque carece de precedentes en la historia de nuestro teatro.” Marqueríe narra con generosidad los aplausos en cada final de acto, la ovación cerrada al primer mutis de Milagros Leal... Marqueríe valora la importancia de Jardiel con estas palabras: “Es muy difícil esto que ha hecho Jardiel: levantar un teatro cómico atrevido, valiente, originalísimo, en un ambiente escénico como el nuestro, donde, salvo contadas excepciones, la mayoría de las cosas suelen ser agarbanzadas, pedestres y vulgares. Pero es más difícil todavía corregirse, mejorarse y superarse a cada obra...”

No eran de la misma opinión otros críticos: Jardiel vivió aquellos últimos años de su vida (apenas tenía 42, pero iba a enfermar tres años más tarde y moriría con tan solo cincuenta años.) con la amargura del rechazo de la prensa y una sucesión de incomprensibles fracasos de sus nuevas obras (aún estrenaría diez más tras “Blanca...”) Se hablaba de un autor de cuarenta años como de alguien en decadencia y esa valoración de los últimos años prevaleció, se puede decir, hasta hoy: en tanto que algunas de sus obras son un éxito cada vez que se reponen (en estos días triunfa "Los habitantes de la casa deshabitada", protagonizada por Pepe Viyuela) más de un tercio de sus obras ni siquiera han sido reeditadas en las últimas décadas – aún cuando en 2002 se celebró su centenario – y queda pendiente una valoración de su gran categoría como escritor, por más que haya un número interesante de ediciones críticas de sus obras más famosas.

La comedia de Jardiel es también un reto y un gozo para los actores. No podemos cerrar esta nota sin mencionar a los de este estreno: María Cuevas, Milagros Leal, Antonia Plana, Salvador Soler, Rafael Navarro, Julio Arroyo, José Orjas, Carlos Segura, Gregorio Valero, Luis Barbero y Antonio Monsell.