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"LA MUERTE DE UN VIAJANTE" LLEGA A BARCELONA.

14.1.1953
"LA MUERTE DE UN VIAJANTE" LLEGA A BARCELONA.

El teatro de Arthur Miller (1915-2005) llegó pronto a España. Todos eran mis hijos, estrenada en 1947 en Estados Unidos, fue la primera obra sobre un escenario español apenas cuatro años más tarde: en 1951 se estrenaba en el Teatro de la Comedia con puesta en escena de José Gordón. Unos meses después, en enero de 1952, la compañía Lope de Vega de José Tamayo, que regresaba a España tras tres años de gira por América, presentó, también en La Comedia, La muerte de un viajante, con Carlos Lemos como Willy Loman, Pepita Díaz como su esposa, Francisco Rabal, Angel de la Fuente, Alfonso Muñoz, Ramón Elías, Gabriela Álvarez, Avelino Cánovas... los decorados eran de Burman y la traducción de José López Rubio. La obra no dejó a nadie indiferente y podemos hablar de un auténtico acontecimiento, por más que algunas críticas fueron muy duras con Miller: Torrente Ballester (que recibió y respondió en la prensa un réplica de un joven autor llamado Alfonso Sastre) en Arriba, Jorge de la Cueva en Ya, despreciaron la obra como algo pobre, mal escrito, poco inteligente. Torrente dedicó dos artículos, además de la crítica, a analizar muy negativamente la obra de Miller. Por el contrario, la obra contó con el aplauso de Rodríguez de León en ABC y Eduardo Haro Tecglen en Madrid. Como vemos, muy diferentes puntos de vista: si Enrique Llovet, que califica la obra de “drama universal” y habla de un éxito clamoroso, y en ello coincide la crónica de Madrid (“la ovación final fue de esas que quedan en el recuerdo de las gentes), una carta en Arriba menciona el mínimo interés del público de la segunda función y habla con desprecio de los espectadores invitados al estreno que aplauden porque no les cuesta las cuarenta pesetas de la entrada.

El caso fue que estas polémicas animaron al público, que terminó refrendando con un grandísimo éxito de taquilla la obra, logrando la mayor recaudación de los teatros de Madrid y viéndose abocada a una larga gira. La obra llegó, como decimos, el 9 de enero de 1953 al teatro Comedia de Barcelona. Con un reparto en el que Manuel Dicenta y Asunción Sancho sustituían a Lemos y Pepita Díaz. El mismo éxito de público y la misma actitud de la crítica: elogio unánime y entusiasta a director, traductor, y actores y una diversidad encendida de opiniones respecto a la pieza: si Julio Coll se preguntaba en Destino si no estaba ante una obra anticuada y si no hay en ella una larva de moral en decadencia, (“¿Es que en América no existe para un modesto viajante la jubilación?” se pregunta este crítico). Luis Marsillach, en cambio, destaca en Solidaridad Nacional el “vigor extraordinario” y la “indiscutible grandeza” del drama.

 

La obra seguiría en gira tras pasar  por Barcelona – donde el 21 de febrero alcanzaba las 500 funciones – y quedaría como uno de los hitos en la extraordinaria carrera de José Tamayo, que volvería a ponerla en escena siendo director del Teatro Español, en 1959, y mucho más tarde, en 1985, con José Luis López Vázquez.

 

Aquellas quinientas funciones de Madrid y Barcelona contaron con dos jóvenes actores para los personajes de los hijos de Loman: Paco Rabal y Ángel de la Fuente, a los que vemos en la fotografía (Gyenes/Archivo CDT) en la última escena de la obra.