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Primeros pasos de Rodríguez Méndez

Teatro Candilejas de Barcelona, 23.5.1960
Primeros pasos de Rodríguez Méndez
En mayo de 1960, La Pipironda y Palestra de Arte Dramático suben a escena dos obras de un nuevo autor

En 1959, Ángel Carmona (Lleida, 1925 – Barcelona, 1997) había fundado el Grupo de Teatro Popular La Pipironda, que sería uno de los pioneros en el movimiento de teatro independiente de aquellos primeros años sesenta en Barcelona. El trabajo que realizó el Centro de Documentación Teatral con el MAE de Barcelona, el CDAEA de Andalucía, el Museo Reina Sofía y el Museo del Teatro sobre el Teatro Independiente nos mostró una realidad variada en la que también participó a veces la literatura dramática y en la que a menudo lo primordial era llegar a lugares en los que no era fácil el contacto con el teatro, la música o la poesía, algo que intentaron otros grupos de la época, como Pipironda, Cómicos de la Legua, el grupo de Ramón Barea, y muchos otros. En ese empeño, el grupo de Ángel Carmona encontró en su camino a un nuevo dramaturgo llamado José María Rodríguez Méndez, que en diciembre de 1959 había visto una obra suya, Vagones de madera, representada por el Teatro Español Universitario. Y de ese encuentro surgió el que sería primer estreno profesional de José María Rodríguez Méndez: un anuncio del diario La Vanguardia del 22 de mayo de 1960 avisaba del estreno, al día siguiente, de Auto de la donosa tabernera en el ciclo de lunes de cámara del Teatro Candilejas de Barcelona. El 26 de mayo encontramos una breve nota en ese mismo periódico: se representaron en sesión de teatro de cámara (es decir, una única función) dos obras de Rodríguez Méndez: el Auto de la donosa tabernera, que se calificaba como un fino remedo de la comedia clásica, en el que su autor mostraba “soltura y facilidad extraordinarias para el manejo de los personajes y la creación de las situaciones”. Se mencionaba al grupo de Carmona y Florencio Clavé como “Teatro Polular de Sala y Alcoba” y se los calificaba de amateur, cosa habitual en la consideración de los primeros grupos independientes. Se mencionaba a los actores María Julia Díaz, Ángel Carmona, Antonio Gutiérrez, Emilio L. Bardalet y Florencio Clavé. La otra obra era El milagro del pan y de los peces, que se menciona como una “comedia de tendencia espiritualista en la que se exaltan las más excelsas virtudes de la fe cristiana”. La puso en escena otro grupo: Palestra de Arte dramático, el grupo que había fundado en 1955 Ramiro Bascompte (Hostalric, 1926, Lloret de Mar, 2013), empresario, autor y director, que fundó también  el teatro Candilejas de Barcelona, que mantiene una intensa actividad durante diez años. Bascomte dirigió esa pieza y contó con las actrices Rosario Cocolla, Josefina Tapias, María Julia Díaz, María P. Ballesteros y Enriqueta Soldevilla, entre otras.

Ese precario debut profesional fue el inicio del largo camino de José María Rodríguez Méndez (Madrid, 6 de junio de 1925, Aranjuez, 21 de octubre de 2009) como autor de teatro. Vale la pena que aprovechemos esta efeméride para recorrer ese camino. Rodríguez Méndez vio interrumpidos sus estudios – y su niñez – por la guerra, tras cuyo final se reunió la familia y emigró a Barcelona. Allí cursó Derecho. Tras terminar la carrera y hacer el servicio militar se instaló en Madrid. Su situación económica lo llevó a aprovechar que había hecho el servicio militar en las milicias universitarias para entrar en el Ejército con el grado de alférez en 1956, lo que le llevó a vivir, por ejemplo, ese conflicto armado poco conocido de Sidi Ifni. Se licenció como teniente en 1958, año en que muere su padre y regresa a Barcelona, donde vivirá hasta 1978. Es en Barcelona, por tanto, donde comienza su vida como dramaturgo. Ya en sus años de estudiante había formado parte del TEU y había colaborado con Francisco Melgares, y en los años de Madrid colaboró con el TEU de la capital y con José Luis Alonso en el teatro de cámara que el joven director había abierto en su casa. Pero es en esta nueva etapa cuando comienza a escribir teatro: en 1959 vuelve a viajar a Marruecos para escribir una serie de artículos y en esos días redacta Vagones de madera, sobre su experiencia en la guerra de Ifni, si bien la obra se ambienta en 1921. Esta obra se estrenó el 21 de diciembre de 1959 en el Teatro Candilejas de Barcelona por el Teatro Español Universitario, bajo la dirección de José María Loperena. Pocos meses más tarde, se produce el estreno de cámara que hemos señalado.

El camino de Rodríguez Méndez, como el del resto de su generación, fue difícil y amargo: en el período franquista, sus obras fueron puestas en escena por grupos universitarios o del movimiento de teatro independiente: Los inocentes de la Moncloa (1961 y 1964), El círculo de tiza de Cartagena (1963), La batalla de Verdún (1965), El vano ayer (1966), La hoya (1966) y Vagones de madera (1968).

En 1975, una semana después de la muerte del dictador, Ángel García Moreno estrenaba en el Alfil de Madrid Historia de unos cuantos (1975). En 1978, Adolfo Marsillach quiso dejar clara su idea del recién creado Centro Dramático Nacional abriendo su primera temporada con Bodas que fueron famosas del pingajo y la fandanga con dirección de José Luis Gómez (una producción con un extraordinario reparto y sobre la que ya escribimos en esta sección de Efemérides). Casi en esos mismos días de 1978, se estrenaba la película Un hombre llamado Flor de Otoño, dirigida por Pedro Olea y protagonizada por José Sacristán, que convirtió la obra Flor de Otoño en la más célebre en la producción de Rodríguez Méndez. En 1982, se estrenaba Flor de Otoño en teatro, con producción del Ministerio de Cultura y de Teatres de la Diputación Valenciana – el director de la producción fue Rodolf Sirera –, con dirección de Antonio Díaz Zamora y protagonizada por el actor Carlos Peris.

¿Después? Algunas adaptaciones, varias reposiciones, muy pocos estrenos – cabe destacar Sangre de toro (1985), El pájaro solitario (1998) y Última batalla en El Pardo (2001), a lo largo de los veinte años siguientes. Paradójicamente, Rodríguez Méndez recibió algunos honores en aquellos años: el Premio Nacional de Literatura dramática en 1993 y, en 2005, año en el que el Centro Dramático Nacional repuso Flor de Otoño en el Teatro María Guerrero, recibió Premio Max de Honor con un emocionado y feliz  “¡Viva la farándula!”. 

Para acercarse a la figura de Rodríguez Méndez, una buena vía puede ser el documental de Enrique Belloch – quien dirigió El pájaro solitario y Última batalla en El Pardo -  titulado Historia de unos cuantos.

 

El mejor modo de conocer a un escritor es leer sus obras. En la biblioteca del CDAEM podemos encontrar Última batalla en El Pardo, publicada en 1991 por el Centro de Documentación Teatral; La batalla de Verdún, Bodas que fueron famosas…, El círculo de tiza de Cartagena, Flor de Otoño, Los inocentes de la Moncloa, El pájaro solitario, Los quinquis de Madrid, Historia de unos cuantos… También los dos volúmenes de la Asociación de Autores que reúne cerca de veinte títulos. Y también, claro, su ensayo de 1993, Los despojos del teatro.

El mejor modo de conocer a un autor teatral es en la escena. En nuestra Teatroteca se pueden encontrar los montajes de Bodas que fueron famosas…  en 1978; y de Flor de Otoño en 2005.