On this week in History
Un siglo del Teatro Calderón
Teatro Odeón de Madrid,
18.6.1917
La elegante sala del Teatro Odeón
El 18 de junio de 1917, abría sus puertas en Madrid el lujoso Teatro Odeón, que diez años después cambiaría su nombre por el de Calderón. La prensa de la época se hacía eco de la gran impresión que causó el edificio en su primera noche:
“Una frase se escapa de todos los labios cuando se penetra en el teatro Odeón, levantado en la calle de Atocha, en parte del espacio que ocupó la antigua Trinidad, más tarde ministerio de Fomento, e inaugurado anoche solemnemente, con asistencia de la Real Familia. ¡Esto es asomarse a Europa! En efecto, el Odeón, por su amplitud, por su disposición, por sus comodidades y por el gusto que preside en su decorado, es testimonio de que Madrid puede hombrearse legítimamente con las más suntuosas capitales europeas. La impresión que el nuevo edificio produjo en el público fue excelente: la alabanza fue unánime. Estrenar un teatro con rotonda de entrada, seguida de vestíbulo, suntuosa sala de seis pisos…”
“El "todo Madrid" de las solemnidades artísticas ocupaba las localidades de preferencia. Se puso, en escena Manon, la deliciosa ópera de Massenet, con una buena orquesta, de elementos de la del Real, dirigida por el maestro Padovani, y con Genoveva Vix y el tenor Clement por principales intérpretes. Se destacó en el papel de Des Grieux, padre, obteniendo un feliz éxito, el bajo Verdaguer, hijo de aquel veterano que tantas veces ha representado la misma figura en el escenario de la plaza de Oriente, y en los papeles secundarios reconoció el auditorio a sus antiguos amigos Fernández del Pozo, Oliver, el inmortal Tandi; etc. Genoveva Vix hizo la admirable Manon de siempre. Su voz sigue jugosa y bien timbrada; su figura, seductora; su elegancia, suprema. El tenor Clement no viene en calidad de divo; es cantante consciente, actor discreto, y su versión del caballero Des Grieux resulta distinta de las conocidas. ¿Cuál de ellas es la más exacta, ya que parece que la creación del abate Prevost dicen que es una autobiografía…? Para ambos artistas hubo aplausos y repetidas llamadas al palco escénico. La escena, muy bien presentada y revelando la experta mano y el gusto artístico de Luis París.”
No es la primera vez que mencionamos a Luis París en esta sección de efemérides. Hablamos de una de las personas más importantes en la escena española del siglo XX y tal vez en el nombre fundamental para la consideración de estas artes como parte importantísima de nuestro patrimonio. ¿Quién fue Luis París? Pues nada menos que el director del Teatro Real de Madrid entre 1896 y 1902 y de nuevo entre 1907 y 1925. Fue, además, el creador del pequeño museo que sería con el tiempo el Museo Nacional de Teatro, que hoy tiene su sede en Almagro. En 1919 se decretaba la creación de un Museo Archivo Teatral y se nombra a Luis París como su primer director, siendo su sede, hasta 1936, unas salas del Teatro Real de Madrid. Nuestros lectores recordarán que ya hemos mencionado estos comienzos: hace cinco años publicábamos una nota contando cómo la iniciativa de Luis París de pedir a los artistas que habían triunfado en el Teatro Real algún objeto para el Museo tuvo como consecuencia que hoy el Museo del Teatro guarde en un cofre de plata el corazón del tenor Giuseppe Anselmi.
Más sobre Luis París: en nuestra web se puede acceder a su artículo de la revista El Teatro, de octubre de 1901 “El teatro Real por dentro” con varias fotografías impagables; entre ellas, el retrato de París en su mesa de trabajo, bajo un enorme retrato de “San Ricardo Wagner”.
El Centro de Documentación del Museu d’arts esceniques del Institut del Teatre de Barcelona conserva el archivo personal de Luis París. En 1939, el empresario textil Arturo Sedó compra este archivo a la familia de París y en 1966 formará parte de la donación de la Colección Arturo Sedó al MAE.
Si los lectores de esta sección desean conocer más cosas sobre este siglo del teatro Odeón / Calderón, pueden consultar los tres artículos publicados por el periodista y cronista de la Villa Antonio Castro, hablando de sus inicios y de su historia desde finales de los años veinte a nuestros días con un epílogo que nos lleva a conocer pormenores de la restauración que lo ha llevado a cumplir un siglo en tan excelente estado.
