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Extracto de la noticia publicada en teatro.es , el 13.11.2018.
Se presentó el número 8 de Don Galán

Mercè Saumell, Javier De Dios, Fernando Cerón y Berta Muñoz en la presentación de Don Galán

Se presentó el número 8 de Don Galán

El número 8 de la revista de investigación DON GALÁN del Centro de Documentación Teatral se presentó en la sede del Ministerio de Cultura y Deporte y ya está disponible en internet

Ayer se presentó en la sede del Ministerio de Cultura y Deporte el número 8 de la revista de investigación DON GALÁN del Centro de Documentación Teatral.

Abrió la presentación el Subdirector general de Teatro, Fernando Cerón, valorando la calidad de esta publicación que comenzó sus trabajos en 2010 bajo la dirección de Julio Huélamo Kosma. Marcè Saumell, que ha coordinado el monográfico de este número 8, “Mujer y Teatro en la España del siglo XXI”, habló del sentido de este estudio y de los diferentes artículos de investigación que lo integran, firmados por Virtudes Serrano, David Rodríguez-Solas, Guadalupe Soria y Eduardo Pérez-Rasilla, Ángel Martínez Roger, Eweline Topolska, Ricard Gázquez Pérez, Cristina Santolaria Solano y la propia Mercè Saumell. Seguidamente, Berta Muñoz Cáliz presentó las demás secciones de la revista: los artículos de Varia firmados por Ana Fernández Valbuena, Miguel Nieto y M Teresa Mora Álvarez, Esther Fernández e Ivana Krpan; la entrevista recuperada de los fondos del CDT, en esta ocasión a Francisco Nieva; la efeméride de los cuarenta años del primer estreno del Centro Dramático Nacional, firmada por Cerstin Bauer-Funke; el análisis del espectáculo El laberinto mágico, de Max Aub – cuya grabación se incluye en la revista – realizado por Esther Lázaro; el homenaje a Luis Riaza firmado por Pedro Luis Pérez; y la amplia sección de reseñas bibliográficas.

Finalmente, el nuevo director del Centro de Documentación Teatral, Javier de Dios, quiso destacar el valor de la revista y en especial del monográfico:

“Simplemente, una vez leídas esas claras, precisas y autorizadas aportaciones que constituyen el monográfico de este número, quisiera compartir con ustedes tres ideas que, de una manera más o menos explícita, fundamentan las reflexiones que se exponen en la revista:

La primera, que el reconocimiento claro del papel de la mujer en el teatro, que hoy nos ha traído aquí, es fruto de un largo periplo que, en función de las circunstancias sociales, políticas e históricas de nuestro país a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI, ha sido más o menos atendido por quienes tenían en sus manos la posibilidad y el deber de abrir a las creadoras las puertas de la profesión.

El recorrido del que hablamos abarca desde mujeres que individualmente ejercieron su creación en las primeras décadas del siglo XX, hasta las aportaciones del teatro independiente de los 70 y las asociaciones y grupos de creadoras que empiezan a materializarse en los años 80 y defienden, desde entonces, como un derecho reclamado colectivamente, la atención al trabajo de la mujer en la escena. Muchas de aquellas impulsoras son todavía hoy y van a seguir siendo creadoras indispensables en nuestro teatro. Podemos concluir entonces que el problema de fondo no ha sido tanto la falta de creadoras como la invisibilidad de su trabajo y, en muchos casos, la falta de continuidad de su labor por falta de apoyos.

De esto mismo deriva la segunda cuestión sobre la que arroja luz este número: una mayor visibilidad del trabajo de la mujer en escena está ligada no solo a un cambio en la sensibilidad, aspecto este que trasciende el mundo escénico y que tiene que ver también con la evolución de la sociedad en su conjunto. Además de ese cambio, el avance hacia el reconocimiento se relaciona estrechamente con la creación e implantación de programas y medidas que, tanto desde la iniciativa pública como la privada, articulen y propicien el  normal acceso y desarrollo profesional de las mujeres en el teatro.

Por último, la tercera idea nace de la observación de la nómina de creadoras a las que se alude en los artículos, pertenecientes a prácticamente todos los campos de la creación escénica. Si relacionamos esa nómina con el valor indudable de sus aportaciones en la escritura, la dirección, la escenografía, la gestión o cualquier otra de las áreas del trabajo escénico, queda claro que no avanzar hacia la normalización e igualdad de hombres y mujeres no solo nos retrotraería a tiempos ya superados y nos colocaría al margen de una sensibilidad social cada vez más irreversible al respecto: es que silenciar las aportaciones realizadas por estas mujeres a nuestro teatro también constituiría una incomprensible injusticia que ofrecería una visión enormemente parcial, mutilada y empobrecida de nuestro teatro, que no sería el que es sin su labor creativa.

En resumen: la visibilidad de la mujer en el teatro precisa tanto de una nueva sensibilidad como de apoyos decididos que vengan a solventar el error histórico que mantuvo a las creadoras alejadas del escenario y, al mismo tiempo, reconozca no solo su indiscutible derecho a figurar en igualdad de condiciones con los hombres sino también la riqueza y el valor de sus aportaciones a la escena.

De modo que este número de Don Galán aparece, si me permiten una sencilla imagen, como un necesario repecho que, en un punto del camino, nos permite detenernos y contemplar detrás de nosotros el panorama del trayecto recorrido. Esa visión nos sitúa y nos sirve de orientación, y quizá incluso nos lleve a felicitarnos por haber coronado ciertas cotas. Pero hay algo evidente que evitará que nos engañemos: ni deseamos volver atrás, ni es posible quedarnos donde estamos. Tenemos que seguir avanzando.”

http://teatro.es/contenidos/donGalan/donGalanNum8/