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Extracto de la noticia publicada en Diario de Sevilla , el 16.8.2018.
Vuelve Quejío

Quejío, 1972. (Foto: La Cuadra.)

Vuelve Quejío

La Bienal de Flamenco recuperará, el 15 de septiembre en el Lope de Vega, ‘Quejío’, la obra con la que Salvador Távora y La Cuadra abrieron nuevos caminos expresivos allá por 1972

(…) Quejío significó un revulsivo para el teatro de su tiempo al atreverse a expulsar a patadas todo el academicismo todavía entonces imperante y, a la vez, a reivindicar la raíz con intenciones tan antropológicas como conmovedoras. Ahora, 46 años después de su estreno, la Bienal de Flamenco –concretamente el 15 de septiembre en el Lope de Vega– recupera Quejío en un nuevo montaje que da cuenta tanto del alcance de aquella ruptura como de su vigencia. Ciertamente, Andalucía ya no volvió a ser la misma después de aquella noche de 1972. Por más que pese a algunos. Quejío nació de un encuentro esencial para la historia del teatro: el que unió ya a finales de los 60 a un Salvador Távora (Sevilla, 1934) curtido en ruedos, tablaos y otros espacios en los que había emprendido su particular búsqueda de las esencias de la expresión artística; y al crítico José Monleón (Tabernes de Valldigna, Valencia, 1927 – Madrid, 2016), ya consagrado entonces como uno de los talentos mejor amueblados del teatro en España. (…) Távora alumbró Quejío en su barrio del Cerro del Águila y lo vistió de largo en el local sevillano La Cuadra, que terminaría dando su nombre a la compañía allí conformada en torno al espectáculo. (…)Tal y como explica otra artífice esencial de La Cuadra, Lilyane Drillon, “se dice que con Quejío hay un antes y un después del flamenco. Hasta entonces se vendía como escaparate, se olvidaba de una tierra azotada por el analfabetismo, por la miseria. Al flamenco se le colocaba una careta alegre”. Y Quejío vino precisamente a arrebatársela. O, más bien, a cambiar aquella careta fraudulenta por la máscara antigua de la tragedia. Pero había en todo esto, tal y como apunta Drillon, y según ha explicado Távora en multitud de ocasiones, una intención política: el ay no era otra cosa que la conciencia de las cadenas. La Andalucía castigada, condenada al atraso y a vivir para siempre desdibujada, tenía su mejor representación en el Prometeo encadenado por haber pretendido conceder a los hombres lo que les era propio. Távora apunta, sin embargo, que Quejío es “la historia de todo el país”, lo que puede entenderse en su aspecto formal, como agente renovador del teatro español, así como en su dimensión social: la España de 1972 seguía siendo una cuestión de vencedores y vencidos. Quelo siguiese siendo después de la Transición, y aún hasta el presente, justifica la actualidad plena de Quejío y, por lo tanto, el regreso a los escenarios que empezó en 2017. (…)

(Pablo Bujalance)