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Una propuesta innovadora

No es una experiencia frecuente. El género dramático, cuando se aborda, suele hacerse a través de la lectura, de la asistencia a representaciones, o incluso desde la propia representación, pero rara vez desde la creación de obras propias. En la propuesta que vamos a presentar, dramaturgos y jóvenes se comunicaron sus inquietudes y sus experiencias; los autores descubrieron algunas de sus estrategias y motivaciones; y los jóvenes leyeron sus textos, los interpretaron y quedaron emplazados a escribir sus propias obras.

La dramaturgia es sin duda la gran desconocida y la gran ausente de los ejercicios de escritura. ¿Cuántas veces hicimos descripciones, narraciones, artículos periodísticos e incluso poemas en los ejercicios del instituto? Ciertamente, todos hemos frecuentado estos géneros. ¿Y quién recuerda haber escrito una obra dramática?

¿Cuál será el motivo de esta ausencia? ¿Es menos interesante o menos formativo el género dramático? ¿Menos enriquecedor para quien lo practica o menos divertido? Parece obvio que no es así. Más bien parece que nos encontramos ante una inercia que hay que romper, a lo que se suma un cierto desconocimiento por parte de los formadores de las estrategias creativas propias de este género y tal vez a algún prejuicio.

No deja de resultar curioso, cuanto menos, que la literatura dramática, que desde siempre tuvo un importante número de lectores apasionados en nuestro país, desde los “pliegos sueltos” hasta las más célebres colecciones del siglo XX como “La Farsa”, “El Teatro Moderno” o “Teatro Escélicer”, viva hoy uno de sus momentos más bajos. El teatro apenas se lee. La literatura dramática, a la que pertenecen algunas de las más grandes obras literarias que ha generado el ser humano y con la que desde siempre aprendieron los jóvenes a leer, se ha convertido en el género ausente.

Es cierto que los textos teatrales no se completan del todo hasta que alcanzan su puesta en escena ante el público, pero prescindir de todo un género a la hora de escoger una lectura, o a la hora de expresar nuestras emociones por escrito, o a la hora de elegir este género como taller de escritura, no deja de ser una carencia. Una carencia, por otra parte, subsanable si se trabaja desde la escuela y el instituto.

Conscientes de esta necesidad, los dramaturgos de la Asociación de Autores de Teatro emprendieron una campaña para invitar a estudiantes y profesores a crear textos dramáticos en el aula, y para ello visitaron una serie de institutos hablando de su experiencia como autores y ofreciendo pautas para un taller de escritura. Los materiales que aquí se incluyen dan cuenta de esta experiencia.

Esta campaña ha sido organizada por la Asociación de Autores de Teatro, con la ayuda de la Fundación Autor y ha sido filmada por el Centro de Documentación Teatral.