foto; >LogoLogo
Leer, escribir teatro

 ( El teatro en el instituto - I )

Jugando a escribir teatro
Del diálogo con autores a la creación de textos

Flecha Volver

 

ALICIA
Sara Astorga Sánchez
1º Bachillerato. IES Antonio Machado (Alcalá de Henares)


Pedro y Daniel, íntimos amigos, se encuentran en un parque después de estar mucho tiempo sin verse.

PEDRO.– (Muy ilusionado.) ¡Daniel!

DANIEL.– (Sorprendido.) ¡Pedro!

Corren a abrazarse muy contentos.

JONATHAN.– ¿Qué ha sido eso?

DANIEL.– (Segura de sí misma.) Tranquilo, habrá sido el vecino de enfrente, que se escucha un montón su corredera.

JONATHAN.– No, no, yo diría que es aquí.

DANIEL.–  Estás pesado, ¿eh?<

Se escucha de lejos la voz de Adolfo, padre de DANIEL.

DANIEL.– ¡Tío, te he echado muchísimo de menos! Tengo un montón de cosas que contarte. Por cierto… ¿qué te ha pasado, que no he sabido nada de ti desde que acabaron las clases?

PEDRO.– ¡Y yo! Uf, hay muchas cosas que me han pasado durante todo ese tiempo. (Triste.) Lo siento por perder el contacto contigo, tuve problemas en mi familia.

DANIEL.– (Preocupado.) ¿Sí? Puff… (Intentando animar.) Yo ahora no tengo nada que hacer, si quieres podemos quedarnos aquí y charlar un rato.

PEDRO.– (Animado.) ¡Me parece perfecto!, porque ahora mismo había salido de mi casa a dar una vuelta, a que me diese un poco el aire.

DANIEL.– (Sonriente.) ¡Pues genial!

Se sientan en un banco.

DANIEL.– (Sorprendido.) Oye, ¿Tú no vivías en la otra punta?

PEDRO.– (Riéndose.) ¡Sí! Pero como te iba a contar ahora mismo, nos hemos mudado aquí hace un mes. Si quieres te cuento, y luego me cuentas tú, ¿te parece?

DANIEL.– (Ilusionado.) ¡Vale! ¡Me parece bien!, cuenta cuenta.

PEDRO.– (Preparándose para contarle todo.) Pues a ver… (Serio.) Al acabar las clases, a mi padre le dijeron que tenía que irse a trabajar a Chicago durante un año, y mi madre decidió que nos fuésemos todos a vivir allí, pero no nos lo contó hasta el mismo día que salió el avión, por lo que no pude despedirme de nadie… Hicimos las maletas y nos fuimos.

DANIEL.– (Tieso.) Hala…

PEDRO.– Ya… Sí, vendimos el piso y todo. Así que estuvimos allí hasta hace dos meses, porque mis padres querían volver a España, a la vida de antes. Y por eso hemos tenido que comprar un piso aquí al lado, donde estaban más baratos.

DANIEL.– (Entendiéndolo todo.) Claro…

PEDRO.– Al volver, intenté llamarte al móvil, pero me saltaba el buzón de voz, y el número de tu casa no lo tenía apuntado.

DANIEL.– (Con la sonrisita.) Ya, es que me he cambiado de número.

PEDRO.– (Volviendo a la conversación.) Bueno, ¿y tú qué? Cuéntame que cosas te han pasado, ¿algo interesante?

DANIEL.– (Serio.) Bueno, sí…

PEDRO.– (Intuyendo algo malo.) Me conozco esa cara… Cuéntame, que te escucho.

DANIEL.– Es un poco largo…

PEDRO.– No importa, no tengo prisa.

DANIEL.– Vale. (Pensativo.) A ver por dónde empiezo…

PEDRO.– (Riéndose.) ¿Por el principio, tal vez?

DANIEL.– (Irónicamente.) Gracias, tío, no lo sabía.

PEDRO.– Venga, cuenta.

DANIEL.– (Serio.) ¿Recuerdas que salía con una chica?

PEDRO.– (Seguro.) Sí.

DANIEL.– Pues después del instituto lo dejamos.

PEDRO.– Ya me lo imaginaba yo…

DANIEL.– Sí, porque la verdad no me gustaba mucho, y no la quería hacer daño.

PEDRO.– (Asintiendo.) Te entiendo.DANIEL.– Pues pasaron dos semanas, y un día, cuando quedé con los del barrio, me presentaron a una chica, y no se tío, fue verla…Y me enamoré.

PEDRO.– ¿Sí? Pues que guay, ¿no?

DANIEL.– Sí… pero bueno, te sigo contando.

PEDRO.– Vale.

DANIEL.– Empecé a conocerla y poco a poco fuimos hablando más… Los dos sabíamos que nos gustábamos, pero no lo decíamos…Hasta que un día, se lo dije cara a cara. (Riendo.) Ella se puso colorada, y me dijo que sí que quería salir conmigo, pero era muy tímida y prefería que nadie lo supiese. Entonces, lo acepté.

PEDRO.– (Interesado.) Perdona que te interrumpa… ¿Cómo se llama la chica?

DANIEL.– (Melancólico.) Se llamaba Alicia. Era muy guapa, rubia, bajita y tenía mi edad…

PEDRO.– (Sospechando.) ¿Sí? ¿Y que pasó?

DANIEL.– Pues nada… En realidad, estábamos muy bien hasta que un día, después de quedar una tarde, la llamé al móvil como siempre para ver si había llegado bien… Pero no me lo cogió, saltaba el buzón de voz.

Pedro coge su móvil mientras habla Daniel y envía un mensaje.

DANIEL.– Y desde ese día no he vuelto a saber nada de ella, he estado muy mal durante mucho tiempo, y aún no me olvido de su sonrisa…

PEDRO.– Me imagino… Pero, a lo mejor la pasó algo y no pudo despedirse de nadie…

DANIEL.– No creo… Me lo hubiese dicho.

PEDRO.– No se…

DANIEL.– (Desconcertado.) Tío, ¿por qué dices eso?

PEDRO.– No, por nada…

En ese momento aparece Alicia por detrás de Daniel y le da unos toquecitos en la espalda; él se gira.

DANIEL.– (Emocionado.) ¡Alicia! ¡No puede ser! ¡Eres tú! ¿Qué te ha pasado? ¿Dónde has estado? (Llora y la abraza.)

ALICIA.– (Muy contenta de verle.) ¡Te he echado muchísimo de menos!, no sabes cuánto… Siento mucho el haberme ido así y no cogerte el teléfono… Imagino que ya te habrá contado mi hermanito lo que nos pasó…

DANIEL.– (Alucinando aún más.) ¿¡Ah, que sois hermanos!? ¿Cómo no me lo dijiste, Ali?

ALICIA.– Porque me daba cosilla… Lo siento de verdad… Tampoco lo sabía él ni nadie.

PEDRO.– Claro, y por eso cuando me has contado la historia, supe que era mi hermana.

DANIEL.– En fin… Me alegro mucho de poder volver a estar contigo Ali, a partir de ahora no nos separaremos y da igual si lo sabe la gente, ¿vale?

ALICIA.– (Contenta.) Vale. Oye, Pedro… (Riendo.) ¿Te importaría dejarnos un rato a solas?

PEDRO.– (Riendo.) Vale, pero no tardes en volver. Dani, si quieres, puedes quedarte a comer en mi casa.

DANIEL.– (Sonrojado.) Vale, gracias tío.

Pedro se va y se quedan a solas Alicia y Daniel, dándose besos y abrazos, recuperando el tiempo perdido.

 

FIN

Teatro.es · Canales Temáticos · Centro de Documentación Teatral · INAEM

Inicio | Miradas | Galería | Aula Abierta