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Leer, escribir teatro

 ( El teatro en el instituto - I )

Jugando a escribir teatro
Del diálogo con autores a la creación de textos

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MOVIDAS DE ANDAR POR CASA
David Romero Núñez
1º Bachillerato. IES Antonio Machado (Alcalá de Henares)

 

 

1


Sábado por la mañana en un humilde piso de Carabanchel. El padre (José), la madre (María) y el hijo (Ismael) están en la casa, cada uno a su bola. El padre escucha rock en la radio, la madre limpia la cocina y el hijo pasa las horas muertas ante el ordenador.

MARÍA.– (Hablando para sí misma.) Vaya dos hombres que tengo en casa, se supone que me tienen que ayudar a las tareas de la casa y hacen justo lo contrario, vaya par de perros…

María sale al salón y se encuentra a José cantando y moviendo la cabeza a lo rockero mientras hace como si tuviera una guitarra en sus manos, dícese, “air guitar”.

JOSÉ.– (Cantando en un tono muy elevado al ritmo de la música.) “¡So payaso! Me tiemblan los pies a su lado, me dice que estoy”…

MARÍA.– (Interrumpiendo a su marido.) ¡Eh tú! Te dije que bajaras el volumen de la música. Sabes que no me gusta nada que estés así, luego que los vecinos se quejan, no me extraña… ¿Has barrido el suelo y quitado el polvo como te mandé que hicieras?

JOSÉ.– Pues… no.

MARÍA.– ¿Y a qué esperas? Que yo sepa, estas cosas solas no se hacen solas, así que ya estás limpiando el polvo y barriendo el suelo, y después, baja a la pescadería y compra para hacer paella.

JOSÉ.– Lo de barrer y limpiar me parece bien, lo haré. Pero ¿a lo de comprar no podría bajar el niño? Que ya va siendo hora de que haga algo de provecho en vez de estar en su habitación encerrado con el ordenador, menudo vago estamos criando…

MARÍA.– Pues no, vas a hacer tú todo, ya le encargaré a Ismael que haga algo, tú haz eso y a callar. (Gritando) ¡¡Ismael!! Ven aquí ¡ya!

ISMAEL.– (Sin levantarse de su silla y desde su habitación, habla a su madre con desprecio.) ¿Se puede saber qué quieres? ¿Es que en esta casa no se puede estar tranquilo en ningún momento? Vaya panda de incordios estáis hechos los dos…

Se escucha de lejos la voz de Adolfo, padre de Daniela.María, molesta por el comentario de su hijo, se dirige con paso ligero y embistiendo las puertas hacia la habitación de Ismael, con aire de dejarle las cosas claras.

MARÍA.– (Dando una colleja a Ismael.) Si te llamo, vienes, ¿entendido? Y estoy hasta el mismísimo moño de que cuestiones todo lo que te digo. Si te digo algo lo haces, sin rechistar.

ISMAEL.– (Levantándose bruscamente de la silla e imponiéndose a la madre.) ¿Se puede saber quién demonios te manda darme una colleja? Déjame tranquilo, si quieres algo, hazlo tú, a mí me olvidas.

Al oír la discusión entre Ismael y María, José va hacia el cuarto de su hijo a ver lo que está pasando y a intentar poner orden.

JOSÉ.– (Poniéndose entre Ismael y María.) ¿Se puede saber lo que está pasando? Estoy ya hasta los mismísimos de lo mismo, esta familia no hace más que discutir y estar de malos rollos, parece que no sabéis hacer otra cosa.

MARÍA.– (Mirando a José directamente a los ojos y hablándole en un tono muy tenso.) Mira, si tú estás hasta las narices, yo lo estoy más. Eres el menos indicado para quejarte, porque tú nunca ayudas a nada. Te tendrías que poner en mi lugar, que encima de tener que hacerlo todo os tengo que soportar a vosotros y a vuestras tonterías.

ISMAEL.– (Interrumpiendo a su madre y dándole con el dedo índice en el hombro.) Y tanto yo como mi padre estamos hasta aquí (Alzando el brazo por encima de la cabeza.) de que en cuanto ves que las cosas no son como tú quieres te pongas así de histérica.

JOSÉ.– (Cogiendo a su hijo de los hombros.) Tranquilo, hijo. No estropees más las cosas.

ISMAEL.– (Sorprendido.) ¿Tranquilo? ¿¡QUE ESTÉ TRANQUILO!? Perdona, pero yo estaba “tranquilamente” aquí, en el ordenador, cuando habéis aparecido como que no quiere la cosa en mi habitación, así que es muy simple, yo de aquí me largo, cuando estéis más “tranquilos” me llamáis, que volveré.

Ismael sale de su habitación violentamente, apartando todo lo que se cruza en su camino a empujones y codazos. Sus padres intentan impedir que se salga por la puerta, pero él no deja que le agarren y continúa su camino.

ISMAEL.– (Mientras sale, hablando para sus adentros.) Qué ganas de irme de esta casa, no aguanto más. En cuanto tenga dinero me largo, así de claro. Ahora mismo me voy a fumar un porro y me voy a quedar más a gusto…

En casa la disputa continúa. María y José se hallan en la cocina discutiendo, esta vez sobre el hijo.

JOSÉ.– ¿Cómo permites que el niño se ponga así? (Con reproche.) A veces pienso que lo mimas demasiado. Cómo se nota que no le pones bien a raya.

MARÍA.– (Sorprendida por el comentario de José.) ¿¡Que no le pongo a raya!? Eres tú el que no se preocupa de él. Habría que verte cómo te las arreglas, te apuesto lo que quieras a que no te hace ni caso.

JOSÉ.– (Elevando notablemente el tono de voz.) ¿Me estás llamando inútil? (Dirigiéndose a la puerta de la cocina.) Mira, paso de estar hablando con una mujer que me considera eso. Ahora el salón lo vas a barrer tú, ale. Yo me voy con mis amigos a tomar una cerveza, si necesitas algo, llevo el móvil.

El marido, enfadado, sale de casa dando un portazo. María, a regañadientes, recoge la cocina y limpia el salón.

 

2

La mesa está puesta para la cena. Entran Ismael y José.

MARÍA.– (Sorprendida.) Madre mía, parece que vais sincronizados, llegáis justo para cenar, ¿dónde habéis estado los dos?

JOSÉ.– Yo me he tomado un par de cañas en el bar con mis amigos y luego hemos ido al bar del primo de Charly a que nos invitara a otra rondita.

ISMAEL.– (Con tono de no saber qué decir, muy indeciso.) Pues… he estado en casa de Javi un rato jugando a la Play y hemos tomado una Coca-Cola y eso.

MARÍA.– (Mirando fijamente y oliendo a su hijo.) Y… ¿Llevaba algo la Coca-Cola? Porque los ojos que me traes y los olores que desprendes… Hijo ¿se puede saber qué has tomado?

ISMAEL.– (Muy nervioso.) Nada, mamá, en serio, no he tomado, ni fumado, ni bebido nada, te lo prometo.

MARÍA.– Anda, siéntate a cenar, ya hablaremos, señorito.

Se sientan a la mesa y cenan, en silencio, lo único que se oye son las noticias. María y José atienden al televisor, mientras Ismael está en su mundo.

ISMAEL.– (Levantándose y yéndose dirección a su cuarto.) Ya he terminado, mamá, me voy a mi cuarto.

MARÍA.– Eh, eh, eh. ¿A dónde te crees que vas? De aquí no te vas hasta que no quites la mesa.

ISMAEL.– Mamá, no tengo ni pizca de ganas, si quieres quítala tú, o si no díselo al gorrón que tengo como padre.

Sale Ismael. A continuación, José se levanta y va a por Ismael a su habitación. Lo trae de la oreja al salón y acto seguido le da un bofetón en la cara.

JOSÉ.– (Gritándole a su hijo.) ¡Que sea la ultimísima vez que me hablas así! ¿Te queda claro? Ahora vas a recoger la mesa sin rechistar lo más mínimo, y no se te ocurra poner ninguna pega.

ISMAEL.– (Con actitud chulesca.) ¿Pero quién eres tú para ponerme la mano encima? ¡Que no quiero recoger la mesa! Hazlo tú, que lo mismo se te da mejor que ser padre, porque la verdad, dejas mucho que desear…

Ismael se encierra en su cuarto dando un portazo y se pone unos auriculares para no oír nada. José está realmente ofendido por la actitud de su hijo y recoge de mala gana la mesa junto a su mujer.

MARÍA.– (A su marido.) Ya veo cómo pones a raya al niño, se te da de maravilla, no te ha hecho ni caso.

JOSÉ.– (Dándose la vuelta mirando a su mujer.) Mira, cállate, bastante contento me tenéis. Tendría que haberme ido hace mucho tiempo, y no sé cómo aún no lo he hecho.

MARÍA.– (Señalando la puerta.) Pues hale, ahí tienes la puerta, nadie te lo va a impedir.

JOSÉ.– Que te quede bien claro, María. No me largo de esta casa porque soy el que trae el dinero. La verdad, no sé qué haríais sin mí.

MARÍA.– (Soltando los platos bruscamente en el fregadero.) ¿Te crees que no iba a ser capaz de buscarme la vida? ¡Si soy la que saca a esta familia adelante! Tú traerás el dinero, pero yo hago que esta familia no caiga.

JOSÉ.– ¿Qué vas a hacer? (Se ríe.) Si no quieres que esta familia caiga, empieza por el niño, y después ya me cuentas, porque no te veo hacer nada por lo que se supone que te importa.

MARÍA.– (Gritando muy sorprendida.) ¿¡Cómo que se supone que me importa!? A mí me importa mucho que mi familia salga adelante ¡seguro que más que a ti!

JOSÉ.– (Cruzándose de brazos.) ¿Ah, sí? Demuéstralo. Demuestra lo que de verdad te importa.

José sale de la cocina. Se sienta en silencio en el sofá del salón. Aparece María con mala cara.

JOSÉ.– (Preocupado.) ¿Qué te pasa?

MARÍA.– (Muy frustrada.) No aguanto más aquí, no me dejas salir adelante a mi manera. No me extraña que las cosas estén así. Sinceramente, me estoy planteando el divorcio, en estos años no me has demostrado nada y las cosas así en un matrimonio no pueden funcionar.

María se levanta y se marcha a acostarse sin decir nada más. José se ha quedado prácticamente mudo por lo que le dijo su mujer, no se imaginaba que un sábado pudiera acabar así. José se levanta lentamente del sofá. Apaga la lámpara del salón.

 

FIN

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