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Leer, escribir teatro

 ( El teatro en el instituto - I )

Jugando a escribir teatro
Del diálogo con autores a la creación de textos

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UNIDOS POR LA MÚSICA
Paula Perulero Martín
1º Bachillerato. IES Antonio Machado (Alcalá de Henares)


En un café de una céntrica zona de Salamanca.

TEJERO.– No me puedo creer que sea el sexto año aquí…

LUCÍA.– Parece mentira, es verdad, todavía me acuerdo del primer día de conservatorio. No nos conocíamos y mira como hemos acabado.

TEJERO.– (Con una gran sonrisa y un tono un poco más elevado.) ¡Qué de momentos con todos, qué de noches de fiesta, de conciertos y sobre todo… qué de música!

LUCÍA.–  No cambiaría por nada del mundo estos años aquí y, aun así,  no me hago a la idea de que sea el último.

TEJERO.– ¿Sabes lo que deberíamos hacer como proyecto de fin de carrera?

LUCÍA.– (Sorprendida e intrigada.) Miedo me dan tus ideas, Tejero…

TEJERO.– Había pensado…

Paula abre la puerta del café saltando de alegría. Les interrumpe al entrar corriendo y gritando.

PAULA.– (Sofocada y eufórica.) ¡Tengo una idea, chicos, la tengo y es genial! ¡Os va a encantar, estoy segura!

LUCÍA.– Paula, ¿puedes decirlo ya de una vez? ¡Me estás poniendo nerviosa, y mucho!

PAULA.– (Sigue con una respiración rápida y habla entrecortado.) A ver, chicos, vengo del conservatorio y he estado hablando con el director de nuestra promoción. Hemos estado hablando de que era nuestro último curso y que como proyecto de fin de carrera podríamos hacer… ¡Un cuarteto!

TEJERO.– Pero… yo iba a proponerle a Lucía un dueto…

 

PAULA.– Pero Tejero, ¿no te das cuenta? Es nuestro último año juntos, último curso, últimas fiestas y últimos conciertos… ¿No sería mejor un último concierto tocando  los cuatro juntos?

TEJERO.–  ¿Cuatro?

PAULA.–  Sí, cuatro, lo he hablado con Adri y dice que contemos con él.

TEJERO.– (Molesto.) Pensé que él me apoyaría…

LUCÍA.– Tejero, Paula tiene razón. Después de todo lo que hemos compartido y de todo lo que hemos pasado juntos, estaría bien acabar como llevamos estos seis años. Unidos.

TEJERO.– Ya Lucía, pero, ¿y nuestro dueto?

LUCÍA.– Te prometo que tocaremos en la audición de diciembre. Te lo prometo.

PAULA.– Tejero, de verdad, te necesitamos. Somos los cuatro o ninguno, ya lo sabes, y ni mucho menos pensé que te sentaría mal. Así que tú decides…

TEJERO.– Está bien…¡Chicos, vamos a bordar ese conciertazo y sobre todo a hacer música, mucha música y disfrutar! O los cuatro o ninguno, así que allá vamos.

Los tres amigos se abrazan y en ese momento entra Adrián en el café.

ADRIÁN.– ¡Eh eh eh! ¿Qué estáis haciendo aquí sin mí? ¡Yo también quiero abrazo musical!

TEJERO.– ¿Tú sabes que necesitamos un contrabajo, no? Que si no, estas dos me comen entre tanta flauta.

ADRIÁN.– ¿Entonces sí que hay cuarteto?

LUCÍA.– ¿¡Acaso dudabas que no íbamos a querer tocar los cuatro juntos?!

ADRIÁN.– Conociendo al pesado este, seguro que quería hacer otra cosa…

LUCÍA, TEJERO Y PAULA.– (A la vez y con tono sarcástico.)  ¡NO, NO, NO! ¡Qué va!

ADRIÁN.– (Cara muy seria, triste y dolido.) Chicos, sólo hay un problema… No os lo he querido decir, porque al llegar os he visto muy ilusionados. Vengo del ayuntamiento, para reservar la sala de  tocar en el proyecto. Hablé con el alcalde directamente, porque su secretaria me dijo que era un tema delicado. Al principio, no lo entendí  muy bien, pero, después entré en el despacho. Empezó diciéndome que no teníamos vergüenza de intentar reservar una sala tan importante para un simple concierto. Entonces le dije que era nuestro fin de carrera y que al igual que esas salas las utilizan los de Derecho, Medicina o Magisterio, nosotros también teníamos derecho. Después se rió, y entre carcajadas, dijo que no fuéramos ridículos, que hacer sonar un tubo o un trozo de  madera no era una carrera.

PAULA.– (A punto de llorar.) No puede haber dicho eso. No entiende que nos pasamos catorce años de nuestra vida en un conservatorio, mientras que una carrera son cuatro. Que en verano, mientras que todos se lo pasan tranquilamente en la playa o de turismo, nosotros hacemos cursos y seguimos estudiando. No es justo comparar, porque cada uno, tenemos una dificultad. Y lo único que queremos es terminar juntos, con un concierto y compartirlo con todo aquel que quiera y aprecie la música.

LUCÍA.– (Muy seria y con un rostro pálido.) Les pasó lo mismo a los de la Escuela de Arte Dramático. Nuestra vecina, que es actriz, nos ha contado hace poco que están intentando erradicar esto. Y podríamos ayudarles.

TEJERO.– (Se levanta y se dirige hacia el perchero.) Mirad, chicos, aquí hay una cosa clara y es que quedándonos parados, lamentándonos y sin hacer nada no vamos a solucionar nada. Yo no sé vosotros, pero voy a coger la trompeta, la monto y me voy a poner a tocar en plena Plaza Mayor, le guste o no le guste al alcalde.

ADRIÁN.– Estoy de acuerdo con Tejero, y creo que deberíamos acompañarle.

PAULA.– Contad conmigo, todo sea por la música y el arte.

LUCÍA.– (Se pone el abrigo, coge su flauta y pega un salto.)  ¡Vamos a ver cuánto vale o no vale este tubo!

ADRIÁN.– De verdad, no me importa lo que piensen los demás, yo a la música le doy las gracias por haberme hecho conoceros.

TEJERO.– Este curso va a ser intenso y alucinante, os lo prometo.

Poco a poco se han ido poniendo los abrigos. Fuera es de noche y hace frío. Van a salir, cada uno con su instrumento a la espalda.

LUCÍA.– Vamos chicos, siempre nos quedará la música y una esquina en la Plaza Mayor para tocar.

PAULA.– Eso siempre, tenedlo claro. Siempre.

 

FIN

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