Aquella honestidad que transmitía en su vida común regía también sus clases de literatura y la atención dedicada a sus estudiantes. No es casual que dirigiera más de veinte tesis doctorales, sin contar los numerosos trabajos de investigación, ni tampoco fue casual el cálido homenaje que sus jóvenes alumnos le ofrecieron en el histórico paraninfo del Edificio A de la Facultad de Filología de la Complutense, a principios de junio, poco después de su muerte. Fue el mejor reconocimiento que un docente puede recibir.

Su línea de investigación se inicia, como es habitual, en la tesis doctoral: La obra literaria de León Felipe. (Constitución simbólica de un universo poético), publicada en 1980. Se dice que la tesis doctoral marca y, efectivamente, León Felipe, autor poco estudiado anteriormente, cuya formación tiene lugar en el primer tercio del siglo XX, alcanzando su plenitud poética en el exilio mexicano, será elemento clave en la producción de José Paulino, quien siempre tendrá presente en sus trabajos la rica literatura de la Edad de Plata y, a través de León Felipe, se introducirá en el mundo del exilio republicano, otro de sus campos de investigación. Pero, además, León Felipe es una presencia transversal, mantenida desde los estudios y ediciones que en los años ochenta y noventa le dedica el profesor Paulino, hasta sus Poesías Completas, publicadas en 2004, a modo de culminación de un capítulo nunca cerrado, en un eterno regreso, como dice el poeta del exilio:”Se vuelve siempre. Siempre”.

Sus estudios sobre poesía del XX atienden a un variado elenco de autores: Unamuno, Machado, Alberti, Salinas, Leopoldo Panero, Blas de Otero, García Baena, Ángel González, Claudio Rodríguez, García López, Diego Jesús Jiménez, Antonio Colinas, Rafael Morales, de quien editó sus Obras Completas, sin olvidar la poesía del exilio de la que, junto a Juan Larrea y a partir de León Felipe, recupera a autores poco conocidos en España como Luis Ríus y Martín Elizondo. Este amplio repertorio se completa brillantemente en los dos volúmenes de su Antología de la poesía española del siglo XX (1900-1939 y 1940-1980), luego fundidos en uno solo, que se ha convertido ya en cita clásica obligada de la poesía española contemporánea.

Aunque en menor medida, también la prosa captó su atención, particularmente en los últimos años, como resultado de su participación en el grupo de investigación “Temas y géneros de la literatura de la Edad de Plata” que él dirigía. Trabajó en varios aspectos del cuento de la época y, sobre todo, nos deja la edición de una novela inédita hasta entonces de Pedro Salinas, El valor de la vida (2009). Queda en prensa “Miguel de Unamuno: San Manuel Bueno, mártir”, como en otro regreso al autor que, junto a León Felipe, más huella dejó en él.

Las relaciones de José Paulino con el teatro tienen un carácter especial, de progresivo acercamiento tras un primer y definitivo deslumbramiento por la poesía. No es de olvidar que, tal vez, los cimientos de esa relación, a la par que sus primeras publicaciones, residen en las treinta y tres reseñas críticas de teatro publicadas en la revista Reseña de Literatura, Arte y Espectáculos, entre 1970 y 1980, un momento importante en la evolución de nuestro teatro, que vive en esa década los últimos años del franquismo y los primeros de la transición. En su conjunto, estas reseñas son un buen testimonio de los cambios que experimenta la escena española a partir de 1976. Por otra parte, nos descubren la sólida formación teatral de aquel joven investigador donde mejor se adquiere, en las plateas y como espectador. Quien lea estas líneas fácilmente podrá recordar a Pepe Paulino en el teatro o, siempre con su discreción habitual, comentando cualquier estreno, porque el teatro fue también su gran afición.