Anexo:

A lo largo de la vida del Teatro de la Comedia, se produjeron anécdotas que han llegado hasta ahora gracias a libros y periódicos de la época. A continuación se da noticia de algunas de ellas:

1. En El guardián de la casa, de Ceferino Palencia (07/02/1881), el perro, un labrador, fue amaestrado por Mario para ladrar en un momento oportuno y morder la levita de uno de los protagonistas cuando saltaba por la ventana. Una noche, se negó a salir, consiguiendo su plato favorito, unas chuletas, gracias a una moneda de Mario (Martínez Olmedilla, 1947, 206).

2. La Dolores, de José Feliú y Codina (19/03/1893), se había estrenado en Barcelona y Zaragoza. Normalmente se estrenaban primero las obras en la capital para pasar después a provincias. Emilio Mario era amigo de Feliú y Codina y se sentía incómodo por ese estreno anterior. También, al ser un drama rural, hizo que se estrenara casi al final de la temporada, el 19 de marzo de 1893, para salvar el compromiso. Los actores la aceptaron con mucha dificultad (¿dónde estaba el lujo en un drama rural?). Emilio Thuillier fue el que tuvo mayor recompensa con este estreno, ya que el acierto en su papel le permitió ocupar el puesto de primer actor (Martínez Olmedilla, 1947, 208-210).

3. Emilio Mario le proporcionó a Jacinto Benavente la llave de entrada en su carrera teatral. El padre de Jacinto Benavente era el médico de Emilio Mario y de su familia. Le pidió que leyera una obra de su hijo. Tras varios rechazos, terminó aceptando (Martínez Olmedilla, 1947, 211-212).

Benavente estrenó con poco éxito El nido ajeno (06/10/1894) tras mucha insistencia a Mario. Gente conocida (21/10/1896) tuvo cierto revuelo, defendiéndose Benavente mediante el argumento de que esta “manera de hacer teatro la usaban dramaturgos prestigiosos de fuera de España, como Lavedán y la condesa Martel” (Deleito y Piñuela, 1946, 214).

4. Al inicio de la temporada 1895/96, Emilio Mario, que se ocupaba de seleccionar las obras, buscaba un estreno, y Emilio Thuillier, que como primer actor, podía sugerir títulos, le insinuó la obra de su amigo Joaquín Dicenta, a pesar de que esta se desenvolvía en un ambiente obrero, de taberna. A Emilio Thuillier le gustó al leerla, aunque no la veía adecuada para el Teatro de la Comedia. Emilio Mario, escaso de estrenos, decidió representarla sin tomar parte la Tubau ni él. Fue todo un éxito (29/10/1895). Unos días después, llegaron octavillas que ponían de realce la ausencia de las dos figuras principales de la Comedia en el desempeño de la obra. Anteriormente, Ceferino Palencia, socio de Mario y de María Tubau, se habían negado a su estreno. Superó el número de representaciones de su guardián de la casa. Tras 51 representaciones, Juan José pasó al Alhambra (Martínez Olmedilla, 1947, 223).

5. El estreno de Las vírgenes locas, de González Llana y Francos Rodríguez (21/01/1902), desencadenó una protesta por parte de las señoras. En el inicio, las de las butacas y los palcos dejaron el teatro (Deleito y Piñuela, 1946, 138-139). Para el empresario Tirso Escudero, fue insignificante, ya que su sala se llenó por el éxito. Además, en el segundo acto de esta obra, Dolores Bremón cantó unos cuplés. En ese momento, empezaba a estar de moda el género ínfimo y los aristócratas le pidieron a la actriz que les cantara “La pulga”13. El público femenino buscaba obras con sal pero con medida, sin llegar a groserías. El Teatro de la Comedia ofreció comedias que en la actualidad, parecerían inocentes (Deleito y Piñuela, 1946, 134).