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2. VARIA

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2.6 · AZORÍN Y MAETERLINCK


Por Armin Mobarak
 

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2.4. Los cuatro colores dominantes y los sonidos del ambiente3

El modernismo como corriente artística se relacionó de una forma especial con los colores, en general, y con algunos en especial. Entre ellos, el preferido es el azul, que es el color del ensueño y de la fantasía. Maeterlinck, como el mayor representante de la dramaturgia simbolista, lo inmortalizó con El pájaro azul. En este drama, tanto el autor como el significado del azul llegan a la cima de la belleza artística: el pájaro de la felicidad es azul.

En segundo lugar, el verde es el color que más se reitera en la escritura del belga. Como hemos señalado con anterioridad, en las acotaciones abundan el color azul y el verde, pero hay un tercer y cuarto color que se quedan fuera de nuestro alcance visual, porque se ocultan entre las palabras y las imágenes de las obras. Me refiero al color negro y al blanco.

Ahora bien, en primer lugar, debo hacer constar que la presencia del color azul está más que justificada por el tema del modernismo en ambas trilogías. Pongamos algunos ejemplos:

Leonor.– […] ¡Qué bonito está el mar! El mar azul, radiante, allá a lo lejos. El azul del mar se funde en el horizonte con el azul del cielo. ¡Inmensidad, eternidad! ¡Marchar, marchar en espíritu, como una nube, blandamente, en silencio, por la inmensidad azul! (Azorín, 1998, p. 60).

Leonor.– Soñaba en nubes doradas, blancas, que caminaban por el azul. Y yo era una de estas nubes que, poquito a poco, con lentitud, con suavidad, se iba disolviendo, disolviendo en el horizonte, hasta no quedar nada en el cielo limpio (pp. 60-61).

La Enferma.– […] Parece como si entre el pasado y mi presente se haya interpuesto una nube. Todo, aquí, azul, limpio. Y el silencio es profundo (p. 80).

La Enferma.– […] Me acuerdo ahora de cuando yo era niña, de cuando tenía seis años. Yo llevaba un vestidito azul; mamá me ponía sobre las rodillas y me daba en silencio unos besos muy apretados. Mamá era muy buena; estaba siempre triste; sufría mucho. Iba vestida de negro. Yo me acuerdo ahora de todo. Vivíamos muy alto y desde la ventana se veía la montaña azul, con sus picachos blancos en invierno (p. 84).

El segador.– Las paredes, blancas, con un zócalo de vivo azul...

El sexto ciego.– Creo que es muy de noche; cuando hace sol, veo una línea azul bajo mis párpados (Maeterlinck, 2000, p. 115).

El azul es la esperanza, la pureza y el color que tranquiliza. En Lo invisible se asocia con la infancia (la felicidad) y el mundo de los sueños. Además, en La araña en el espejo es el color de la esperanza para el personaje de Leonor. Maeterlinck lo usa con los mismos significados, como en el drama El pájaro azul, donde el azul simboliza la alegría; o, como vemos en la frase citada de Los ciegos, donde el sexto ciego expresa toda la esperanza que le queda por poder volver a ver a través de este color.

El color verde es el color que esconde un secreto, que simboliza un conocimiento profundo, oculto, de las cosas y del destino. Verde es el despertar de la vida. En Los ciegos todo el escenario debe de tener el tono verde porque la historia sucede en un bosque lleno de naturaleza. En esta misma obra, podemos afirmar que el verde esconde además un secreto: la muerte. En Doctor Death... el escenario se ilumina de verde cuando llega la muerte. Lo que simboliza el despertar de la vida.

La intrusa: Al fondo, ventanas con vidrieras en las que predomina el verde

La Enferma.– (La escena se va iluminando con una claridad verde.) La luz tiene un color verde... Todo está iluminado de ese color... (Azorín, 1998, p. 85).

Para entender mejor el significado del color negro y del blanco, me parece oportuno señalar y comentar los distintos significados sobre estos dos colores según el Diccionario de los símbolos. Mawlana, mejor conocido en occidente como Rumi, el poeta persa (30 de septiembre de 1207 – 17 de diciembre de 1273), fue el fundador del misticismo oriental llamado sufismo. Según este pensamiento, el color negro es el color absoluto, el término de todos los demás colores, escalados como otros tantos peldaños para alcanzar el estado supremo del éxtasis, donde la divinidad aparece al místico y lo deslumbra. Allí también el negro brillante es exactamente idéntico al blanco brillante. Los sufís, al iniciar su danza giratoria, se quitan la capa negra y entonces aparece la ropa blanca. Renacen a lo divino pasando de lo negro a lo blanco. El color negro es el color de la renuncia a la vanidad de este mundo también según el zoroastrismo (la antigua religión de Persia).

El contraste entre lo negro y lo blanco está muy presente en estas obras desde las acotaciones hasta la ropa de los personajes. Por ejemplo, el ayudante del doctor Death, primero aparece de blanco y al final de negro. En la casa de María en El segador “Las paredes, blancas, con un zócalo de vivo azul, separado de lo blanco por una raya negra”. El crepúsculo, que es una franja delicada entre la claridad del día y la oscuridad de la noche, desempeña un papel importante en El segador y Doctor Death, de 3 a 5. El ambiente de La intrusa se desarrolla también entre la oscuridad y la luz blanca clara de la luna, y lo mismo sucede en Los ciegos e Interior. Es decir, en todas estas piezas hay un contraste entre la luz blanca y la oscuridad negra de la noche. En mi opinión, ambos dramaturgos han empleado estos dos colores principales con un significado simbólico: La vida frente a La muerte, lo mundano frente a lo divino. Volviendo a la simbología sufista, para llegar a la eternidad hay que atravesar la oscuridad. En este sentido, podemos observar el continuo contraste entre estos colores a la hora de atravesar el portal de la vida: en el momento de la muerte de la mujer, en La intrusa, la hermana de la caridad vestida de negro sale de una habitación iluminada; o, en Doctor Death de 3 a 5, el ayudante del doctor vuelve vestido de negro para llevar a la enferma y al abrir la puerta del doctor ilumina la escena. Esta técnica pintoresca y plástica se reitera a lo largo de las trilogías de forma constante:

En medio, hacia el fondo de la noche, está sentado un sacerdote muy anciano, envuelto en ancha capa negra […] (con) los cabellos, de blancura muy grave... (Acotación de Los ciegos).

Las paredes, blancas, con un zócalo de vivo azul, separado de lo blanco por una raya negra. (Acotación de El segador).

La Enferma.– […] El jardín es bonito. Pero, ¡qué aire fúnebre, trágico, tienen esos cipreses. […] ¡Y esos cipreses tan altos, tan rígidos, tan negros! (p. 80).

El sonido del ambiente y de la naturaleza (ya lo hemos comentado con anterioridad) cobra mucho relieve e importancia en las obras maeterlinckianas. El silencio de sus dramas muchas veces se rompe con el ruido suave de un pájaro, el viento, una puerta o una ventana. No observamos tanta delicadeza y cuidado artístico y estilístico en la trilogía azoriniana, pero aun así, hay unos momentos sonoros idénticos entre ambos. Concluye el primer drama de Lo invisible con los gritos angustiosos de la protagonista, Leonor: “¡Qué opresión tan angustiosa! Quiero morir, quiero morir!”. En el segundo drama, al acabar la última escena, escuchamos a la madre llorando y pidiendo ayuda a la Virgen sin cesar: “¡Virgen, Virgen mía, que no se lleven a mi niño! (Llorando amargamente, con su cara junto a la cara del niño.) ¡Que no se lo lleven! ¡No quiero! ¡Virgen mía, qué pobrecita..., qué pobrecita soy!”, y en Doctor Death..., la escena final termina con la voz de la enferma gritando con una voz clara: “Infinito... Eternidad...”.

En La intrusa también acabamos la obra con el llanto del niño en el fondo: “Aquí se oye de pronto un vagido de espanto, a la derecha, en el cuarto del niño, y este vagido continúa con gradaciones de terror hasta el fin de la escena”. En Los ciegos el niño llora desesperadamente y así concluye la última escena. Lo que tienen en común todos estos finales, sonoramente hablado, es que se resumen y se limitan en el llanto y el grito. Naturalmente, no son ajenos al tema de la muerte tales sonidos y esa puede ser la razón de su uso. Pero creo que, tanto Maeterlinck como Azorín, introducen los llantos y los gritos con la finalidad de contrastar con el silencio que ha dominado la mayor parte de la obra. Como ya hemos mencionado, el silencio activo se ha desarrollado en toda la trilogía del poeta belga y el sonido fuerte y continuo del llanto y el grito ha sido la pincelada final del escritor para que se notara más la técnica por el contraste. Así, el autor consigue impactar a sus espectadores con un golpe sonoro. Azorín aplicó la misma técnica en su trilogía, pero creo que no llegó a conmover a su auditorio como lo hizo el autor belga, porque el silencio azoriniano no estaba acompañado del suficiente suspense, que es el ingrediente necesario para sorprender al público.



3 Los significados de los colores han sido extraídos de Diccionario de los símbolos, Jean Chevalier.

 

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