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2. VARIA

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2.4 · Lo absurdo en El desvarío de Jorge Díaz


Por Eman Ahmed Khalifa
 

 

4. CONCLUSIÓN

Por medio de este estudio y después de haber leído sobre el teatro del absurdo, tanto europeo como hispanoamericano, podemos llegar a la conclusión de que no es un movimiento teatral exclusivo de los años sesenta en Hispanoamérica. Tampoco se puede afirmar que el teatro del absurdo surja y se desarrolle por primera vez en Europa con La cantante calva de Ionesco, en 1950. Prueba de ello es el teatro de Piñera, una clara muestra de que ya existía un teatro de tendencias absurdistas en Hispanoamérica para esa época. Virgilio Piñera escribió hacia 1948 dos obras –Electra Garrigó y Falsa alarma– que le colocan junto a los dramaturgos del absurdo europeo.

En el presente trabajo hemos intentado acercarnos a un prestigioso dramaturgo, tanto del teatro hispanoamericano como del español. Prueba de ello son los numerosos premios que recibió a lo largo de su trayectoria literaria. Sin embargo, a pesar del éxito de sus obras, es aún desconocido por el público español y el internacional. Díaz dedicó la mayoría de sus obras a buscar el sentido del hombre en el mundo. Se puede decir que el teatro que escribe Díaz es un teatro sin nacionalidad que se limita a presentar al hombre contemporáneo en una sociedad trágica y absurda.

A pesar de que casi todas las obras de Jorge Díaz están localizadas y la bibliografía sobre las mismas es abundante, nosotros hemos optado por El desvarío como objetivo de nuestro estudio porque, aunque tiene una gran calidad literaria como obra completamente absurdista, no ha sido estudiada por los críticos, ni siquiera por parte de los investigadores. Desde nuestro punto de vista, el valor de esta obra se debe a su capacidad de transmitirnos la condición del hombre moderno que se encuentra perdido y solitario en un ambiente que no lo comprende y que le impide toda posibilidad de desarrollo y comunicación. En esta obra, al dramaturgo no le interesa desarrollar un conflicto ni resolver un problema es por ello por lo que se observa una mínima tensión dramática. Su interés se centra en mostrar los rasgos de deshumanización de la sociedad moderna.

En El desvarío, Díaz traza un universo angustioso y carente de sentido. Los personajes caen dentro del movimiento teatral absurdista porque actúan de una manera completamente irracional. Llegan siempre a la ruptura con la realidad y el enfrentamiento absoluto con la soledad permanente. Se hallan aislados porque viven en un mundo inauténtico, inventando y aceptando una realidad que no es verdadera. Los cuatro personajes de la obra se comportan de una manera mecánica, hasta convertirse en muñecos. Han perdido tanto sus capacidades mentales como su esencia de seres humanos, lo que genera su vaciedad y el sinsentido de la vida que llevan.

Jorge Díaz, de igual manera que otros escritores absurdistas, ha encontrado la raíz de lo cómico en una realidad grotesca y distorsionada, y la risa que producen esas situaciones se convierte en humor negro. Se puede decir que el humor en la obra de Díaz no sólo depende de la situación absurda que se presenta, sino de una combinación de ésta con los personajes, el lenguaje y hasta los mismos recursos técnicos. La risa fruto del humor, le permite al ser humano liberarse momentáneamente de sus problemas de su vida y poder llevar a cabo un análisis de los mismos. En El desvarío, Díaz hace que el tiempo y el lenguaje dejen de tener sentido para el ser humano. El lenguaje pierde su capacidad comunicadora y se convierte en un lenguaje vacío, externo incapaz de expresar lo más interior de los personajes. El dramaturgo proyecta en la escena la desorientación mental y emocional del hombre para que éste se dé cuenta de ella. La palabra, por lo tanto, pierde su valor racional y comunicativo.

Vemos que el final de la obra es significativo. Como hemos señalado en la introducción, una de las diferencias entre las obras absurdistas de los escritores europeos y las de los hispanoamericanos es que éstos, al contrario que aquéllos, terminan sus obras con una esperanza en un mundo más armónico. Al final de El desvarío, Andrés y Sole descubren que en la maleta de cada uno de los dos hay un violín, aunque ellos no saben tocarlo. Pero como un intento de crear algo en común, prueban a hacer música. Al comienzo desafinan terriblemente y espantosas notas salen de los violines, pero poco a poco van tocando mejor y se escucha una música maravillosa. Con este fin, creemos que el autor quiere decir que todavía es tiempo de encontrar algo en común entre los seres humanos que puede ser, desde nuestro punto de vista, su humanidad. Quiere decir que si procuramos tener y conservar nuestro rasgo humano en común lograremos vivir en paz y así acabaran las guerras y la violencia de unos contra otros.

 

 

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